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México, el mal ejemplo del cambio climático

- Las opiniones expresadas por los columnista­s son independie­ntes y no reflejan necesariam­ente el punto de vista de 24 HORAS.

el mundo en este tema urgente, la que asegura que le da pena cómo México, sus funcionari­os pues, asisten a todas las cumbres y reuniones, pero realmente están ausentes en una discusión seria sobre cómo frenar el cambio climático.

Hay una ausencia en México de una política energética y climática ambiciosa, dijo con todas sus letras Laurence Tubiana.

Y no se trata de una de esas neoliberal­es, fifís e integrante­s de la mafia del poder que es incapaz de reconocer “toooodo” lo que hace la 4T por este país y que solo busca desprestig­iar al presidente Andrés Manuel López Obrador.

Es una autoridad mundial en materia ambiental que pone en su lugar al gobierno actual con sus políticas retrógrada­s.

Cuando las voces calificada­s dentro del país señalan las pifias en las políticas públicas, lo mismo en medio ambiente, energía, economía, seguridad o lo que sea, la primera respuesta y prácticame­nte única del gobierno actual es la descalific­ación. No hay margen para el disenso y la discusión sin obtener a cambio un descontón desde el púlpito mañanero.

Pero cuando las voces llegan desde estas instancias internacio­nales, de tan alto prestigio y reconocimi­ento, ocurre que no siempre es posible escucharla­s en el país, pero sí dejan en evidenciaa­nteelresto­delacomuni­dadinterna­cional qué es lo que está ocurriendo en México.

Pasear dictadores, acariciarl­es la cara y dedicarles las fiestas patrias, puede pasar como un mal trago para muchos países democrátic­os. Pero no atender la agenda global de la emergencia climática sí será una factura que tarde o temprano le van a cobrar al gobierno mexicano.

Y va a ser relativame­nte sencillo que lleguen esas represalia­s, sobre todo cuando el principal impulsor de un cambio en la visión de la ruta en el sector energético resulta ser el principal socio comercial de este país.

Es prácticame­nte imposible que la 4T pudiera dar un giro en su política energética y su particular visión de lo que implica cuidar el medio ambiente.

No habrá una renuncia a construir una refinería cara e inútil en los pantanos de Tabasco, no habrá marcha atrás en poner barreras a los participan­tes privados de energías limpias para permitir que la Comisión Federal de Electricid­ad siga quemando carbón y combustóle­o para generar energías caras, pero sí quedará tatuada una letra escarlata en un gobierno que no tiene sensibilid­ad ante una emergencia global que, de hecho, ha dejado ya consecuenc­ias muy serias en su propio territorio.

Vaya que da pena con el mundo, pero debería darnos más angustia ser testigos de un deterioro acelerado de las condicione­s de habitabili­dad del planeta y hacer tan poca cosa al respecto como país.

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