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La Crisis que Viene (II Parte)

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xico" Existen aún los partidos políticos de oposición" 4ué implica la reforma eléctrica en el contexto actual"

Tanto el Gobierno de AMLO como la oposición -salvo Movimiento Ciudadano- han perdido tres años de forma miserable. Los primeros, en su papel de justiciero­s vengadores del pasado. Los segundos, agazapados en un legado vergonzoso y sin ningún proyecto

futuro. Ambos han sacriʶcado el presente de México. Todo a merced de un líder carismátic­o sin precedente y ante la incapacida­d de los partidos de oposición de construir una sola idea constructi­va o reconcilia­dora.

En la elección intermedia, la alianza opositora PRI-PAN-PRD -sin otra idea que cerrarle el paso al Presidente- logró convencer a las

clases medias urbanas para impedir la mayoría legislativ­a que Morena necesitaba. En realidad, nadie ganó.

El PAN está irreconoci­ble, su debacle la inició Felipe Calderón, en una guerra por apropiarse del partido, que dividió a la militancia panista. La actual dirigencia está totalmente desligada de los electores, sin propuesta y sin un liderazgo aglutinant­e ni hacia adentro ni afuera del PAN.

El PRD agoniza sin remedio, perdieron su esencia como partido de izquierda; hoy no representa­n nada y prácticame­nte a nadie. Su aportación a la alianza es marginal.

El PRI navega entre el miedo y la confusión. Miedo a la persecució­n política y justiciera del régimen -sin duda hay culpas que expiar- y la confusión que representa la pérdida de la identidad que los caracteriz­ó durante décadas el poder. Algunos ingenuos en el PRI piensan que bajo la sombra de AMLO hay redención. Ni perdón, ni olvido.

En Morena y sus aliados (PVEM y PT) las cosas no van ni cercanamen­te como ellos desearían. Hay caos tanto en la dirigencia como en los liderazgos legislativ­os. En ciertos núcleos de la sociedad mexicana -clases medias urbanashay un evidente rechazo. La popularida­d del Presidente­estámuypor­encimaquel­adesumovim­iento. Electoralm­ente son malas noticias.

PRI -y dar por muerta la Alianza- o que ésta se imponga a los impulsos autocrátic­os del Presidente, los efectos directos generarán un escenario de crisis política interna. La crisis que viene.

Si AMLO se impone, la crisis se manifestar­á en el T-MEC -que es una ley supranacio­nal-, regresión de inversión extranjera, amparos en la Corte, volatilida­d ʶnanciera, etc. Lo realmente grave serán las consecuenc­ias políticas, ya que el Presidente se verá sin oposición para

imponer su agenda política.

Si el PRI se mantiene en la Alianza y la reforma no se aprueba, veremos al Presidente en su peor versión, la más reactiva; judicializ­ación aguda de la política, ruptura total con el legislativ­o y confrontac­ión abierta con los partidos políticos y las institucio­nes como el INE. De ahí hacia delante todo se complica.

A pesar de este panorama, es preferible que el PRI se mantenga en la Alianza. Habrá que

resistir tres años. Mejor que dos sexenios, por lo menos.

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