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Van a la Basílica para pedir por sus hijos desapareci­dos

CARAVANA DE MADRES CENTROAMER­ICANAS Decenas de mujeres demandaron mayor apoyo de las autoridade­s mexicanas para localizar a sus familiares

- ARTURO ROMERO

BÚSQUEDA. Las madres de migrantes desapareci­dos decidieron ir al Templo Mariano, pues quien carga con el pesar de un hijo ausente nunca descansa.

Con los pies molidos, como dijeron algunas mamás, integrante­s de la Caravana de Madres Centroamer­icanas se dieron cita en la Basílica de Guadalupe, para pedir por sus hijos desapareci­dos.

Cerca de las nueve de la mañana de este domingo, un grupo de peregrinas llegó al recinto católico más importante de América Latina.

Aunque ayer se darían un espacio para visitar algunos lugares emblemátic­os de la Ciudad de México, las madres de migrantes desapareci­dos decidieron ir al Templo Mariano, pues quien carga con el pesar de un hijo ausente nunca descansa.

Esperanza Cano, provenient­e de Honduras, es una de las casi 50 madres que visitaron el Templo Mariano. Hace 16 años, ella perdió a su hija Ayami Carolina Díaz Cano.

“Ella no era migrante. Fueron dos mexicanos los que la sacaron del país. No fue un

secuestro, fue un engaño. Uno la pasó por Guatemala, otro la esperaba aquí. Son dos hermanos”, relató la mujer, quien sospecha que su hija fue víctima del delito de trata de personas.

Desde entonces, Esperanza ha sostenido una lucha incansable por volver a ver a su hija. Cuando se le preguntó cómo describirí­a esta travesía, ella sólo respondió: “triste”.

CAMINO DE MUERTE

“Los gobiernos de ahora se han portado tan mal con nosotros. Los migrantes no somos asesinos, estamos buscando una vida mejor”, reclamó Esperanza, quien aclaró que México no les interesa como destino, sino llegar a Estados Unidos para cumplir el sueño de tener una vida digna. Sin embargo, lamentó que lo que encuentran en su camino es sólo “muerte y hambre”.

La mujer dijo que únicamente espera mayor apoyo de las autoridade­s mexicanas para poder ver a su hija de nuevo, así como ayuda para todos aquellos que se han perdido en el camino.

“He venido con el corazón destrozado. ¿Cuánto camino es necesario para venir y morir aquí de hambre, de frío, de calor?”, cuestionó la madre mientras acusaba que nadie ve ni se interesa por el viacrucis de los migrantes centroamer­icanos.

Esperanza advirtió que cada una de las integrante­s de la caravana tiene una historia similar, un hijo o hija por el que luchan y claman para volver a ver, mas no están por gusto propio en nuestro país.

Y aunque ayer fue su día de descanso, antes de marchar junto con madres mexicanas a otras ciudades del país el próximo martes, estas mujeres centroamer­icanas llegaron a la Basílica para pedir por los seres queridos que les faltan.

Ella no era migrante. Fueron dos mexicanos los que la sacaron del país. No fue un secuestro, fue un engaño. Uno la pasó por Guatemala, otro la esperaba aquí” ESPERANZA CANO

Madre de Ayami Carolina

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