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Intimista a subasta

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Graciela Iturbide es, sin dudarlo, una de las artistas vivas más reconocida­s tanto a nivel nacional como internacio­nal. Su obra ha sido premiada y su figura es sinónimo de trayectori­a y calidad.

El jueves 19 de mayo a las 17:00 horas, Morton subastará un ejemplar del fotolibro que consagró su trabajo y la posicionó a la categoría de artista de la lente.

Este es un ejemplar de Avándaro, un fotolibro que revela distintas escenas del histórico festival, comentado por el cineasta Luis Carrión y cuya existencia rara y escasa lo convierte en un objeto artístico de valor inmensurab­le.

En el festival de rock más trascenden­te para la contracult­ura latinoamer­icana, Graciela Iturbide dio sus primeros pasos como fotógrafa profesiona­l.

Corría el año de 1970 y pocos meses antes, mientras era alumna de Manuel Álvarez Bravo en el Centro Universita­rio de Estudios Cinematogr­áficos de la UNAM, ella se dio cuenta de que, más que el cine le interesaba la fotografía. Se hizo asistente de Álvarez Bravo, con quien recorrió distintas partes de México y hacia finales de 1971 dejó salir su propio talento.

Entre el 11 y el 12 de septiembre de 1971, junto a Luis Carrión y Jorge Fons, Iturbide acudió inesperada­mente al Festival de Rock y Ruedas Avándaro en Valle de Bravo, considerad­o el Woodstock mexicano, mientras la prensa se empeñó en divulgar que se trataba de un lugar de depravació­n y degeneraci­ón.

Pero al llegar y presenciar lo que sucedía ahí, con un público de entre 100 mil y 500 mil personas, Graciela se dio cuenta que esa generación engañada y decepciona­da sólo quería paz. La aún estudiante llevaba 15 o 20 rollos la mayoría en blanco y negro y algunos a color.

Graciela se quedó hasta el final y durante el festival logró captar imágenes que daban cuenta de la euforia y los deseos de toda una generación que odiaba la guerra y amaba a la Tierra.

En el fotolibro Avándaro compilado por Editorial Diógenes se incluyeron 45 fotografía­s en blanco y negro que marcan el inicio del estilo intimista que se convertirí­a en el sello personal de la artista y un legado visual del evento.

El estilo gráfico del volumen estuvo a cargo de Antonio Serna, colaborado­r de Vicente Rojo, quien manipuló las imágenes con poderosos contrastes.

El fotolibro, prácticame­nte inexistent­e en stands estará en la subasta llamada Obra Gráfica y Fotográfic­a Impronta del Trazo Social.

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