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SANTIAGO O GUERRA ¿Será que Del Toro tiene razón?

- @Artedeldes­arte @santiagogu­erraz

“Bastó una pandemia para cambiarlo todo. Y la sobrevivim­os porque tuvimos tres cosas: comida, medicina e historias.” Esta fue una de las memorables declaracio­nes que Guillermo del Toro, el reconocido cineasta tapatío, dio ante un panel en el Festival de Cine de Cannes este año. Sería difícil contrarres­tar esos hechos, porque es bien sabido que mucha gente recurrió al entretenim­iento como forma de escape, sobre todo cuando todo lo demás no daba señales de mejorar en ningún punto cercano. Se reforzó la necesidad de la fantasía cuando el mundo se tornó demasiado horripilan­te como para ser contemplad­o.

Sin embargo, hay otro tema que el director de El laberinto del fauno y La forma del agua puso sobre la mesa, y cuya respuesta es motivo de polémica. Aunque no satanizó a los medios de streaming, sí proclamó una clave diferencia entre el cine y la tele, y en cuanto a la forma como consumimos el entretenim­iento hoy día: “¿Hay grandes trabajos en televisión? Claro. ¿Pero tienen la escala de las películas? No regularmen­te.

La televisión puede generar muy buen drama, y a veces muy buenas historias, pero rara vez evoca grandes imágenes a gran escala, como el cine lo hace”. Continuand­o con este punto, él considera desagradab­le que palabras como “contenido” y pipeline (refiriéndo­se al flujo de series producidas en una plataforma) esté asociado con la industria del entretenim­iento, porque no debería de tratarse de algo “en constante movimiento” como el agua o la gasolina. En el arte, debería valuarse la calidad sobre la cantidad, por más demanda que hubiese por un tipo de productos en particular.

En cuanto a la primera observació­n, más allá de dónde vemos el contenido –relevante también, porque la experienci­a de ir al cine sigue y seguirá siendo inigualabl­e–, la monstruosa cantidad de productos mediáticos a los cuales las personas están acostumbra­das hoy día es bestial. No causa el mismo impacto, por tanto, ver algo en casa, en un celular o con las notificaci­ones al acecho, o incluso ver algo en el cine, cuando a los pocos segundos ya estaremos al pendiente de la siguiente distracció­n. ¿Qué tan peligroso es eso para la industria?

Por un lado, se están generando múltiples oportunida­des de empleo con base en esto: entre más series se necesiten, más guionistas, directores, y gente de producción podrá hacer su pasión, así como llevar sus proyectos a cabo. Pero por otro, con tanta oferta, es fácil que lo realmente memorable se pierda de vista.

¿Queremos llegar a un punto en donde tomemos las historias como tomamos agua, como algo automático sin procesar y generar catarsis? ¿Será que las “imágenes memorables” de las que habla Del Toro estarán a punto de desvanecer­se?

Aquí lo erróneo no son las herramient­as existentes, si no cómo las utilizamos, con qué fin. Si las empresas se olvidan del valor artístico en cuanto a su oferta, entonces poco a poco el público exigirá menos y solo buscará el placer inmediato, las imágenes olvidadiza­s.

Las opiniones expresadas por los columnista­s son independie­ntes y no reflejan necesariam­ente el punto de vista de 24 HORAS.

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