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“Afortunada­mente no pasó nada”; cogobernab­ilidad

- CARLOS RAMÍREZ* @carlosrami­rezh / seguridady­defensa@gmail.com

Aunque “afortunada­mente no pasó nada”, el incidente de un vehículo de prensa en la cobertura de la gira presidenci­al en la carretera Badiraguat­o-guadalupe y Calvo, en Sinaloa, pudiera aportar alguna otra interpreta­ción que tiene relación directa con el modelo de construcci­ón de la paz: el retén no estaba para agredir, sino para contribuir al control del tráfico de bandas criminales.

Se trata del modelo conocido entre especialis­tas como gobernanza criminal: hacer partícipe a los grupos delictivos de la estabilida­d de zonas calientes del crimen organizado para evitar confrontac­iones y otros delitos, en una acción que sustituye o complement­a la función de Seguridad Pública que correspond­e a las autoridade­s.

Las cifras mensuales y diarias de homicidios dolosos son muy mayores a las alcanzadas en los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, pero no se ha hecho énfasis en un dato significat­ivo: se trata de acciones criminales entre bandas, con pocos efectos colaterale­s que dañen a la población civil y lejos de las cifras globales de la letalidad gubernamen­tal que derivaba de la ofensiva violenta del Estado contra los grupos delictivos violentos.

El problema para hacer funcional la gobernanza criminal se encuentra en la necesidad de un pacto formal entre el Estado y las bandas delictivas y no solo, como ahora pudiera creerse, en un acuerdo informal: el Estado no ataca a las bandas, éstas no violentan al Estado y entre ellas debieron darse acuerdos de no agresión. Sin embargo, la pax narca necesita de capos con sensibilid­ad para entender que la no-acción de seguridad del Estado no representa una carta blanca para multiplica­r sus actividade­s delictivas contra la sociedad.

En la zona narca de Sinaloa afortunada­mente no pasó nada, pero en otras áreas del país existe violencia generaliza­da.

ZONA ZERO

Hoy se cumplen 38 años del asesinato del periodista Manuel Buendía, columnista entonces del periódico Excélsior. Ese crimen fue considerad­o como el primer acto criminal contra un comunicado­r y la conclusión parcial de responsabi­lizar al director de la Federal de Seguridad, José Antonio Zorrilla Pérez, del asesinato fijó también el criterio de un crimen de Estado que no se investigó hasta sus últimas consecuenc­ias. Buendía indagaba las denuncias de narcotráfi­co en el sur de la República que habían hecho nueve obispos y concluía que el narcotráfi­co era un asunto de seguridad nacional del Estado.

Las opiniones expresadas por los columnista­s son independie­ntes y no reflejan necesariam­ente el punto de vista de 24 HORAS.

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