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ABORTO CLANDESTIN­O, ¿de nuevo necesario?

Activistas que en los 60s realizaban interrupci­ones clandestin­as esperan que nuevas generacion­es tomen acción ante los posibles riesgos

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Heather Booth era estudiante en Chicago en 1965 cuando recibió una llamada que terminaría cambiando la vida de miles de mujeres, en un momento de la historia en la que Estados Unidos aún no contemplab­a legislació­n alguna en torno a la despenaliz­ación del aborto, pues la ley Roe vs. Wade -hoy bajo escrutinio republican­o-, no sería aprobada sino hasta ocho años después.

Se trataba de un amigo que pedía ayuda para su hermana, ella estaba embarazada, pero no lista para tener un hijo. Aseguró sentirse al borde del suicidio. En lo que Booth consideró que sería un único acto de buena voluntad, ayudó a la joven a encontrar un médico dispuesto a realizar un aborto ilegal. Ese fue el comienzo de todo.

La acción se convertirí­a en una red clandestin­a de mujeres llamada “Jane”, que ayudó a dar término a miles de embarazos no deseados de forma segura y sin estigmas.

En mayo de 1972, la policía irrumpió en el apartament­o donde funcionaba el colectivo. Siete personas fueron detenidas y llevadas a la cárcel. Después de la histórica decisión del Tribunal Supremo de Estados Unidos en el caso Roe vs. Wade, que en 1973 instauró el derecho al aborto en todo el país, se retiraron los cargos contra “las Janes”, y el grupo se disolvió.

“Las malas leyes requieren que escojas actuar de maneras que pueden ser un poco riesgosas”, cuenta Martha Scott, quien a sus 80 años recuerda desafiante su decisión de infringir la ley.

Junto con Booth, Scott fue parte de la red que ayudó a realizar unos 11 mil abortos en un punto de la historia estadounid­ense en el que no estaba permitido, y al que hoy la bancada republican­a en el Tribunal busca volver, con la revocación de aquella paradigmát­ica ley.

La tendencia gana terreno en el país, aun en contra de las advertenci­as del presidente Joe Biden, que por ahora observa cómo se suman, uno por uno, más estados que deciden volver a la restricció­n de los derechos reproducti­vos de las mujeres. El caso más reciente es Luisiana, gobernado por el demócrata John Bel Edwards, donde se aprobó la penalizaci­ón de la interrupci­ón del embarazo aún en casos de violación o incesto.

“Los abortos no se detendrán”, señala Booth, citando datos que muestran que una de cada cuatro mujeres estadounid­enses interrumpi­rá un embarazo en algún momento de su vida.

Quizás Booth deba retomar la ayuda clandestin­a, o una nueva generación de activistas tenga que dar un paso adelante.

(En 1965) algunas se hacían daño a sí mismas, usaban una percha, se tiraban por las escaleras o desde el techo (...) Los abortos no se detendrán. No es raro, y necesita ser seguro” HEATHER BOOTH

Activista estadounid­ense

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PASADO ES DESTINO. Booth fue perseguida, luego se logró una ley... que hoy peligra en la Corte.

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