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Pocos artistas tienen su nombre escrito con letra de oro en la historia del arte contemporáneo, y Pedro Friedeberg es uno de ellos. Estudió dibujo arquitectónico y esto es a lo que se dedica, a dibujar con atrevimiento. Sin interrupciones ni pausas, la carrera artística de Pedro se distingue por ser prolífica. Sus ganas de crear cosas nuevas y su voluntad de involucrarse en proyectos es constante.
Con un interés especial por lo excéntrico y por lo que sale del patrón establecido, Friedeberg confiesa admirar a aquellos artistas que se arriesgan a la hora de crear. “Antonio Souza era un fenómeno, Chucho Reyes, Fito Best Maugard, Miguel Covarrubias y también María Félix era un fenómeno, bastante desagradable por mala actriz, intensa e impositiva, pero era bellísima y conversaba hasta las tres, cuatro, cinco de la madrugada como una reina. Sus respuestas rápidas, como latigazos, eran muy ocurrentes”, comentó Friedeberg.
Creador de la icónica silla mano, Friedeberg es considerado parte fundamental del estilo ecléctico y el maximalismo. El mobiliario escultórico y las piezas funcionales que ha creado a lo largo de los años se han ido sumado a la colección de grandes personalidades del mundo del diseño y el arte, pero pesar de haber adquirido fama internacional, Pedro se mantiene modesto y su genio simpático sigue siendo su mejor cualidad.