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UN CLIENTE COOL

ALEXANDER WANG CONTRATÓ AL DISEÑADOR RYAN KORBAN PARA CREAR UNA VIVIENDA DE ADULTO.

- DISEÑO MICHAEL REYNOLDS / POR ANDREW BEVAN / FOTOGRAFÍA ANTHONY COTSIFAS

Alexander Wang contrató al diseñador Ryan Korban para crear una vivienda de adulto.

“Hola MTV, bienvenida a mi guarida”, declaró Alexander Wang con una sonrisa cuando las puertas del elevador se abrieron directamen­te a su elegante departamen­to en West Chelsea. Hace una década, el diseñador redefinió lo cool del centro de la ciudad con sus atuendos vanguardis­tas y sus primeras coleccione­s, las cuales le otorgaron al chico —de entonces 22 años— el estatus de wunderkind por llevar la ropa casual urbana a las pasarelas —sin mencionar sus fiestas desenfrena­das—. Una década después, el innovador treintañer­o había dejado atrás sus días de vivir en un loft con aires de artista y los había cambiado por un espacio mucho más refinado y reluciente en el elegante edificio de un arquitecto estrella junto al río Hudson. “Era el momento de vivir en el departamen­to de un adulto que tuviera una vista, cuartos independie­ntes y un espacio abierto; algo más acogedor e íntimo”, explicó.

Wang camina a través de la galería de la entrada, pasa junto a un muro lleno de retratos de Kate Moss, de Gene Lemuel, y un par de sillas escultural­es de R&Y Augousti (“mis sillas Beetlejuic­e”, bromea) y tres lámparas de yeso y bronce de Eric Schmitt colgando del techo. Se detiene frente a la enorme fotografía del trasero de un caballo, de Steve Klein, el punto focal del espacio: “Esta es mi pieza favorita y realmente da la primera impresión del departamen­to y en lo que te estás metiendo”.

El hogar es resultado de la sinergia —así como de filosofías contrastan­tes— de Alexander Wang y su antiguo amigo y colaborado­r, el diseñador de interiores Ryan Korban. “Es una verdadera relación de amor-odio, pero no la tendría de ninguna otra manera; es como trabajar con la familia”, admitió Wang, quien se ha asociado con Korban en sus últimas dos residencia­s, así como en su oficina corporativ­a, su showroom y sus tiendas.

En contraste con las plantas abiertas en donde Wang había vivido, el nuevo espacio tiene tres pares de puertas dobles de 2.7 metros que se abren de la galería a ambientes independie­ntes: la suite principal (con un vestidor y un clóset expansivos), un cuarto de huéspedes y una oficina (para la cual Korban diseñó un enorme escritorio de piel de zapa) y la luminosa área de la sala de estar y el comedor. “Tenía una visión muy clara al proyectarl­o”, comentó Korban, quien contrató al arquitecto Lauren Crahan, de la firma Freecell, basada en Brooklyn, para que le ayudaran a definir el espacio. “Quería que fuera muy preciso y que establecie­ra cómo debería verse la modernidad joven. Traté de alejar un poco a Alex de su zona de confort, pero manteniend­o aquello que siempre tiene: la dureza y los tonos oscuros, ese aspecto de su trabajo que nos hace detenernos y sentir cierta incomodida­d”.

“EL LUGAR NO ES NI RETRO NI TOTALMENTE MODERNO, AUNQUE DEFINITIVA­MENTE NO ES TRADICIONA­L”, RYAN KORBAN.

De modo atrevido, Ryan Korban persuadió a Wang de comenzar de cero y no traer casi nada de su antigua morada, y en vez de eso colocar piezas a la medida para las habitacion­es. Después de ganar ese round, Korban trató de convencer a Wang de dejar fuera su caracterís­tica estética negra, decisión que el diseñador no tenía muchas ganas de tomar. “Primero dije que el tema del proyecto sería ‘Cincuenta sombras de negro’”, bromeó Wang.

“Siempre está ese estira y afloja entre Alex y yo porque nos conocemos demasiado”, agregó Korban. “Algunas veces tenemos que detenernos a pensar si estamos presionand­o sólo por presionar o si es momento de tomar una decisión”. Finalmente, el dúo acordó pintar el piso de negro y emplear más tonos bronce, café y gris.

Con el fin de que el departamen­to no luciera demasiado solemne, Ryan Korban empleó un conjunto de materiales suntuosos: paredes de gamuza, candelabro­s con pelo de caballo de Apparatus, espejos enmarcados en papel y sillas de comedor de Mies van der Rohe.

En la sala de estar principal, un sofá modular de RH Modern rodea un par de mesas bajas de Holly Hunt, las cuales yacen frente a una descomunal chimenea de mármol de Nero Marquina. “Aunque la línea es moderna, la piedra le da un toque tradiciona­l y artesanal”, comentó Korban. “La proporción es casi ridícula, pero la habitación necesitaba ese peso”.

Con tantas piezas hechas a la medida y artículos de colección, Wang intentó evitar que se sintiera como un museo. “El equilibrio entre estética y confort fue un tema constante”, explicó. “Cuando llego a casa, es importante que me guste todo lo que hay ahí, pero también necesito piezas en las que me pueda sentar”.

Las contradicc­iones son lo que hacen que el trabajo de Wang sea tan genial. Elegantes y cromáticas, también se sienten cálidas y habitables. Es a la vez desbordant­e y contenido. “Para mí es importante que nada se sienta sobredecor­ado”, declaró Korban. “Hay un poco de todo aquí. No es ni retro ni totalmente moderno, aunque definitiva­mente no es tradiciona­l. No es una sola cosa, pero espero que logre definir el diseño y el lujo contemporá­neos”.

Quizás lo más importante es que se ajusta a la definición que Wang hace de sí mismo: “Estoy haciendo cosas mucho más adultas recienteme­nte, en todos los sentidos. Y este lugar lo hace posible. Últimament­e, he realizado más visitas a Whisk and Williams Sonoma que las que había hecho a tiendas de artículos de cocina en toda mi vida”.

 ??  ?? Izquierda El busto de yeso de un primate vigila el área de estar. Derecha Los poufs del vestidor son de Alexander Wang para Poltrona Frau. La alfombra es de Ryan Korban.
Izquierda El busto de yeso de un primate vigila el área de estar. Derecha Los poufs del vestidor son de Alexander Wang para Poltrona Frau. La alfombra es de Ryan Korban.
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