EL LENGUAJE DE LAS CASAS
Al mirar los interiores creados por So a Aspe, al detenerme en algunos de los objetos y en su relación con otros, me invade el impulso de ver sus ámbitos como si cada uno fuera un libro lleno de historias y secretos. Primero, me transmiten sensaciones y grandes impulsos afectivos, luego, despiertan una curiosidad que crece continuamente. Sus ámbitos tienen la cualidad de sentirse habitados incluso cuando están vacíos. Como si mucho antes de mudarse la familia a una casa, So a tuviera el poder de mudar la esencia de sus habitantes. No deja de asombrarme la riqueza de significados, la composición que crea ecos, diálogos entre los objetos, invenciones osadas y placenteras, apariciones, hallazgos y creaciones, curiosidades, diseños o destellos del arte actual.
En el oficio de So a hay quienes usan este lenguaje de formas interiores para hablar de sí mismos y les importan menos las personas que habitarán la casa. En otro extremo están los profesionales que como So a Aspe escuchan a los propietarios y tienen la capacidad de convertir sus espacios en una expresión profunda de ellos mismos. Proporcionan a sus clientes un lenguaje y una traducción creativa de sus deseos. Es una especie de principio de cordialidad que se convierte en una ética generosa del oficio. Paradójicamente, entre más fuerte y segura es la personalidad del intérprete, menos necesita ponerse por delante. So a es ese tipo. Si bien es cierto que cada persona es como un libro abierto y en el rostro se lee su alma, una casa diseñada por So a es un manifiesto de lo que esa persona lleva dentro, de lo que ha logrado y de lo que anhela. No es casualidad que exista la expresión “la casa de mis sueños”.