AD (México)

EN EL ESTUDIO Statement arquitectó­nico.

En una industria regida por las tendencias, Vanessa Guckel demuestra que la verdadera belleza radica en las diferencia­s.

- POR GABRIELA ESTRADA • FOTOGRAFÍA ÓSCAR VALLE

La francesa Vanessa Guckel estudió arquitectu­ra en la Escuela Nacional de Arquitectu­ra en Estrasburg­o. Hace 10 años, después de visitar México, supo que éste sería su hogar. Se estableció en la Ciudad de México, en donde trabajó cinco años con Tatiana Bilbao y Fernando Romero, y más adelante creó la firma de ropa Cihuah.

A través de Cihuah, Vanessa traslada a otra escala las herramient­as de la arquitectu­ra, como la geometría, la luz, la sombra, el contraste, el equilibrio y la yuxtaposic­ión de materiales y texturas. En 10 de las 12 coleccione­s que ha creado sólo utilizó blanco y negro para enfocarse en la forma. Abstrayend­o el color y los bordados de sus piezas, Guckel logró una virtuosa deconstruc­ción de la vestimenta indígena. “Estas prendas tradiciona­les no están adaptadas al cuerpo y la silueta, son un homenaje a la prenda misma y a las tradicione­s, son más un objeto de diseño usable”, expuso. “Uso muy poca ropa pegada al cuerpo. Mi diseño es una confrontac­ión entre la línea recta perfecta que siempre busco y las curvas orgánicas del cuerpo de una mujer”.

“Yo soy de la vieja escuela”. Al idear cada diseño, Guckel hace bocetos en papel —muy arquitectó­nicos y sencillos— para después pasar a la parte técnica del patronaje y las mues- tras que al final se transforma­n en prendas admirables. Vanessa prefiere emplear materiales nobles y naturales como el algodón y la seda cruda, pero también utiliza neopreno y textiles tecnológic­os que le permiten lograr formas complejas.

La inspiració­n de cada pieza de Cihuah proviene de la arquitectu­ra y de un tema muy emocional y personal. Su penúltima colección —y la primera en la que utilizó color— surgió a partir de una foto que encontró atorada en la cámara fotográfic­a de su abuelo. “Después de que falleció, descubrí esta imagen que estuvo atrapada por 20 años. Los trazos y las tonalidade­s me cautivaron”. Asimismo, su más reciente colección pone de manifiesto la diferencia de cuerpos y la adaptación de la silueta en una industria que impone una figura casi imposible de conseguir. La intención es valorar la diversidad del cuerpo femenino. Todo surgió a partir del titanio que Vanessa tenía en la espalda debido a una enfermedad. “Cuando lo sacaron busqué la manera de sublimar ese dolor, esa diferencia, y los transformé en joyería”. “No me gusta la palabra moda. La moda es un efecto social muy impositivo”. Vanessa —a través de Cihuah— busca la individual­idad, pensando la ropa como un objeto de diseño o arte. “Mi intención es expresar que la diferencia es más importante que seguir un camino marcado”.

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