Trazos de alta gama.
La nueva Infiniti QX50 es una SUV que no sólo porta lo más avanzado de la tecnología de la firma japonesa, también es el pináculo de su diseño.
Desde el arribo del Q50 en 2013, Infiniti comenzó a enamorarnos con un estilo basado en la sensualidad y el poder de su diseño, autos de líneas de tensión y superficies limpias que le han dado una presencia única, colmada de elegancia y emoción.
Cinco años más tarde, la QX50, su más reciente lanzamiento, podría definirse como el punto más alto de este estilo admirable, que ahora no sólo nos pone ante un auto muy expresivo en el exterior, sino que también busca contarnos algo en el interior.
En el mundo de los autos de lujo los materiales lo son todo; la perfección de los despuntes, el alto nivel en el ensamble y el acabado de cada pieza en el habitáculo nos hablan de la maestría de la firma para llevarnos a un nivel superior, y en este vehículo lo encontramos en cada centímetro.
Los finos acabados de madera de las portezuelas y el tablero en color claro están inspirados en la espuma que hacen las olas del mar cuando revientan contra la arena, mientras que los elementos de aluminio nos recuerdan la sofisticación que exige quien sabe lo que es el lujo verdadero.
Para complementar esta sofisticación es primordial el confort. Por ello han incorporado un conjunto de asientos que proporciona un viaje relajante, incluso en los trayectos más largos. Esto gracias a sus butacas Zero Gravity, desarrolladas en conjunto con la NASA, que permiten a los ocupantes tener una posición del cuerpo que reduce al mínimo el estrés en las zonas de mayor carga.
La maestría del diseño de Infiniti nos pone ante una SUV que más que un auto, es una obra de arte que podemos disfrutar en el camino.