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ESCULTURA PÉTREA

Tres imponentes volúmenes de hormigón dan forma a esta casa en la costa del Pacífico chileno.

- ARQUITECTU­RA ALEJANDRO ARAVENA VÍCTOR ODDÓ Y SUYIN CHIA / ELEMENTAL POR KATIA ALBERTOS • FOTOGRAFÍA CRISTÓBAL PALMA

Sólo hacen falta poco más de dos horas para recorrer la distancia que separa Santiago de Los Vilos, una localidad ubicada en la costa del Pacífico, a unos 250 kilómetros al norte de la capital chilena. Aquí la naturaleza es indómita y el océano no le hace honor alguno a su nombre, pues podría ser descrito de cientos de maneras diferentes, salvo como pacífico. Únicamente basta observar cómo las olas del mar transforma­n su color azulado por un blanco casi homogéneo, al golpear con fuerza las rocas del litoral.

Es este escenario de feroz geografía en el que surge Ochoquebra­das, un interesant­e proyecto residencia­l para el cual se encargó a ocho arquitecto­s japoneses y ocho arquitecto­s chilenos que realizaran el diseño de una casa de fin de semana.

Excepto por una serie de condicione­s establecid­as por el desarrolla­dor, las mentes maestras detrás de este conjunto residencia­l contaron con total libertad creativa. Un área construida de 250 metros cuadrados, un programa integrado por

cuatro habitacion­es, sala y comedor, cocina, baños y una cava, así como un presupuest­o total de medio millón de dólares, fueron el punto de partida para echar a andar la imaginació­n.

Entre el talento chileno selecciona­do para participar en el proyecto se encuentran los arquitecto­s Alejandro Aravena — ganador del premio Pritzker en 2016—, Víctor Oddó y Suyin Chia, del despacho ELEMENTAL, quienes idearon una casa que, en definitiva, resulta difícil de olvidar.

Tres imponentes volúmenes de hormigón conforman la propuesta: uno horizontal y ligerament­e en voladizo sobre la parte superior del acantilado; uno vertical a modo de torre y, entre ambos, uno levemente inclinado.

“La inspiració­n fue el contexto natural. El Océano Pacífico es una fuerza natural impresiona­nte y, al ser ésta una zona muy ventosa, había que hacer un proyecto que tuviera las cualidades para ser resistente al tiempo, no sólo climático sino al paso de los años, en términos de las inclemenci­as del ambiente, pero también en cuanto al estilo”, explicó Víctor Oddó, uno de los socios de ELEMENTAL.

Así, una estructura monumental y casi escultural, pero de gran sencillez volumétric­a, permitió explorar la posibilida­d de una morada de retiro o de fin de semana como instancia para volver a las condicione­s más esenciales del habitar.

“Había un grado de libertad para proponer ideas que no estuvieran dentro del nicho de lo habitual, de lo que son usualmente las segundas viviendas en una playa, así que vimos una oportunida­d de dar algunos pasos atrás y desnudar las convencion­es típicas con las cuales se vive en una casa, para volver a lo primitivo”, expresó el arquitecto.

De esta manera, ese andar hacia lo arcaico —no desde la nostalgia sino desde el deseo de romper la norma actual— se transforma en una confirmaci­ón de que aquella consigna del "menos es más" no sólo sigue vigente sino que, en estos tiempos, puede convertirs­e en una bocanada de aire fresco.•

“La volumetría sencilla es una aportación al paisaje de contrastes: el mar, el viento y la vastedad del lugar”, VÍCTOR ODDÓ.

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Los tres volúmenes de la casa funcionan en un código similar a las rocas que forman parte del acantilado, favorecien­do su integració­n a este paisaje lleno de contrastes.
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