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Situado en el corazón de Nueva York, el nuevo y luminoso showroom de Lindsey Adelman destaca por su estética industrial chic, gracias a las paredes de ladrillo expuesto, a las lámparas esculturales y a las piezas de mobiliario contemporáneas.
Lindsey Adelman es reconocida en el mundo por sus lámparas esculturales. Además, cuenta con clientes como Sarah Burton, directora artística de Alexander Mcqueen, y Nancy Meyers, directora, productora y guionista, entre otros. Su trayectoria profesional no inició en el ámbito del diseño: después de estudiar Literatura, fue asistente editorial en el Smithsonian Institution de Washington. En el marco de esta experiencia, conoció a una diseñadora industrial cuyo trabajo fascinó tanto a Lindsey, que decidió regresar a la escuela para aprender más sobre esta disciplina. En la Rhode Island School of Design descubrió el amor por la luz, pasión que jamás dejó desde entonces.
Lindsey Adelman trabajó 10 años con otros diseñadores como David Weeks, pero en 2006 decidió lanzar su despacho epónimo en su ciudad de origen, Nueva York. Su primera creación: el chandelier Branching Bubble combina la naturaleza orgánica del vidrio soplado con componentes más racionales. A través de todos sus productos (en su mayoría lámparas, pero también baldosas, papeles tapiz y joyas), Lindsey sigue explorando esta tensión visual. En mayo pasado, la diseñadora inauguró su nuevo showroom de 465 metros cuadrados, en el segundo piso del mismo edificio donde se encuentran su estudio y laboratorio creativo. Situado en el barrio Noho de Manhattan, el loft de 930 metros cuadrados invita a descubrir el proceso detrás de cada pieza. Adornado con obras de Tanya Aguiñiga, Fred Sandback y Robert Rauschenberg, el espacio consta de un lounge y de áreas para sentarse y ver in situ las piezas de iluminación hechas a mano por Lindsey. Además, encontramos creaciones de antiguos colaboradores y otros diseñadores.
“La visibilidad de los métodos de producción de las piezas ayuda a nuestros clientes a entender mejor nuestro trabajo. Es más fácil absorber una idea cuando observas el material o el proceso con tus propios ojos”, comentó Adelman. Inspiradas en varias referencias como las pinturas de Mondrian, los libros de Camus y el estilo de Giacometti, las creaciones de Lindsey Adelman borran los límites entre escultura y diseño, y reflejan la armonía entre espontaneidad y racionalidad, entre elementos hechos a mano y concebidos con una máquina, y entre belleza y funcionalidad. Diseñadora y artista, Lindsey Adelman es una virtuosa de la luz. Su showroom neoyorquino es otra prueba de ello. •