MÉXICO EN VOZ DE Masquespacio.
Potencializar la convivencia entre dos familias en una sola casa de descanso fue el concepto que el arquitecto Andrés Escobar buscó plasmar en la ampliación de su propia residencia de fin de semana, lo que significó un gran esfuerzo de su parte: “fue domar el demonio interno que uno tiene al ser su propio cliente”, expresó Escobar.
La residencia se encuentra inmersa en la vegetación de Tapalpa, al sur del estado de Jalisco. El proyecto se realizó para dar respuesta a la necesidad que existía de crear un espacio de convivencia social, donde las dos familias pudieran disfrutar de comidas al aire libre, divertirse en el área de juegos y pasar tiempo de relajación en la estancia, la terraza y el bar.
En la casa principal, Escobar creó una sensación de resguardo al interior, ya que ahí se encuentran las áreas privadas; por este motivo predominan los sólidos sobre los vanos en sus fachadas. En la nueva construcción, como su programa arquitectónico es más social, la correlación fue casi transparente; aquí la abundante luz natural inunda las áreas interiores.
Otro de los objetivos principales consistió en integrar la residencia a su entorno y respetar la flora del lugar, por ello no se cortó un solo árbol en todo el proceso.
La perfecta simbiosis de este hogar con el bosque se logró gracias al diseño de su creador, quien emplea formas sencillas, limpias y de geometría básica. Además, diversos planos verticales y horizontales fueron colocados sobre distintos niveles, para que pudieran mezclarse en armonía con los árboles y arbustos que sobresalen en la topografía del sitio.
Finalmente, sobre el diseño interior, Andrés Escobar trabajó en conjunto con la arquitecta Karla Vázquez, para generar un lugar de coexistencia relajada en el que el paisaje fuera el protagonista y, al mismo tiempo, donde los elementos utilizados lograran reflejar la personalidad de los propietarios.