ARTE Encuentro escultural.
General Prim 30, un edificio de principios del siglo XX en la Ciudad de México —emocionante por sus marcas del paso del tiempo— fue el escenario para unir dos ramas artísticas: la danza y la arquitectura. Mientras la antigua edificación —que fue testigo de uno de los sucesos históricos más trascendentales para el país, la Revolución Mexicana— habla de la elegancia y opulencia de la arquitectura porfiriana, los movimientos cautivadores y enérgicos del baile urbano de Sebastián Vinet contrastan para crear una puesta en escena que emociona el alma.
Originario de Chile, Sebastián se ha posicionado como uno de los mejores bailarines clásicos en Latinoamérica y el mundo. Su carrera profesional se ha desarrollado principalmente en Estados Unidos, y despuntó en México cuando fue nombrado Primer Bailarín de la Compañía Nacional de Danza.
Actualmente, presenta funciones e imparte cursos alrededor del globo. La danza se ha convertido en un medio de expresión importante para Vinet: “lo que más me apasiona de bailar es la libertad con la que puedo expresarme en un escenario y la capacidad de crear con mi cuerpo, crear un personaje o una emoción”, expresa Sebastián Vinet.
El espacio nostálgico y el baile cadencioso y espontáneo se fusionaron en una pieza perfecta. “La danza busca el movimiento del cuerpo a través del espacio, la arquitectura busca crear este espacio, ordenado y jerarquizado en una composición espacial”, como afirmó Leonardo da Vinci. •