ARTESANAL Pasión henequenera.
Inspirada en el saber artesanal maya, Angela Damman explora la materialidad de las fibras naturales en objetos de innovación textil.
Hace más de mil 400 años, los mayas descubrieron el henequén, una especie vegetal endémica de Yucatán. Al machacar las hojas, extrajeron una fibra blanca y resistente que podía usarse para artículos cotidianos, como telas, hamacas, redes, cuerdas y bolsos. Siglos después, la planta Sansevieria (comúnmente conocida como lengua de vaca) se introdujo en la región, y encontraron que sus hojas rígidas y punzantes podían transformarse en hilos suaves y finos.
En 2011, la diseñadora textil y de producto estadounidense Angela Damman quedó cautivada al ser testigo de esta práctica ancestral yucateca. Después de mudarse con su familia a una antigua hacienda henequenera construida a mediados de 1880, encontró la inspiración que la haría poner de nuevo en funcionamiento la histórica propiedad. Damman investigó cómo las comunidades locales producían y usaban estas fibras y pasó más de dos años trabajando mano a mano con artesanos, experimentando con el antiguo proceso de tejer fibras vegetales en el telar de cintura. Rescatando técnicas heredadas por generaciones e inspirada en las tradiciones artesanales de los mayas peninsulares —y con base en un intercambio social y ambientalmente responsable—, fundó la marca que lleva su nombre, desde la cual crea objetos de innovación textil, diseño contemporáneo y la más fina manufactura.
Los objetos que llevan la firma de Angela Damman están basados en cinco principios que rigen su producción: uno, el grupo de artesanos con el que trabaja siempre tendrá una fuente constante de ingresos. Dos, establecer un salario digno para cada persona de la cadena de suministros. “Decidimos hacer ajustes y nuestros costos de producción casi llegaron al doble, pero ayudó significativamente a mejorar la calidad de vida de las familias. Igual de importante, al acceder a ingresos constantes, los artesanos no se ven en la necesidad de dejar atrás sus saberes tradicionales para encontrar otro trabajo”, expresó Angela.
Esto último contribuyó a lograr su objetivo número tres: preservar un arte popular antiguo. El cuarto principio se trata de su misión de cero desperdicios. “Los tejidos sobrantes se convierten en bolsas de lápices que surtimos con útiles escolares en las comunidades. Además, la fibra restante después del peinado se convierte
en papel y la materia verde eliminada de las hojas (bagazo) se usa como abono”, añadió. Cinco, crear una economía totalmente circular. Hasta el día de hoy, el procesamiento de las fibras sigue siendo el de épocas antiguas. Las plantas se cosechan a mano; los artesanos preparan las fibras lavándolas en agua calentada con leña. Después, éstas se secan y se blanquean al sol; luego se peinan a mano sobre púas de hierro, se hilan con una rueda de bicicleta o se tejen con un telar de cintura. Por último, se convierten en los objetos artesanales finales. Todo sucede dentro de un radio de 50 kilómetros. Asimismo, las plantas se cosechan de manera sostenible para permitir un nuevo crecimiento.
Éste es un ejemplo perfecto de diseño regenerativo, “los mayas han sido administradores respetuosos de la tierra durante siglos; y juntos estamos trabajando para mantener el ecosistema, mejorar el desarrollo económico y preservar las tradiciones que corren el riesgo de desaparecer. Es un compromiso que nos hemos hecho a nosotros mismos, a los artesanos y a los clientes”, finalizó Angela Damman. •