Identidad yucateca
En el centro histórico de Mérida, esta casa fue diseñada para reflejar la cultura y la tradición arquitectónica maya.
Conocida por su clima cálido y soleado a lo largo del año, Mérida —la ciudad blanca— posee temperaturas intensas y un alto nivel de humedad, en particular en la temporada de lluvias, que se extiende de junio a septiembre. Estas características han dictado la manera de concebir la arquitectura en esta región durante siglos. El resultado se traduce en un estilo que mezcla referencias tropicales e influencias coloniales.
Fascinado por los métodos antiguos basados en la ventilación natural cruzada, los techos altos y los espacios conectados por patios, el arquitecto Ludwig Godefroy —nacido en Francia y basado en la Ciudad de México— quiso crear un proyecto a partir de estos elementos. Como punto de partida, se preguntó cómo construir una casa cuya arquitectura reflejara y considerara la identidad yucateca, para que perteneciera al territorio donde se encuentra. Para Ludwig Godefroy se trataba de hacer una vivienda maya, objetivo que logró gracias a la exploración de la relación entre arquitectura contemporánea y tradicional.
El terreno rectangular de 80 metros por ocho llamó inmediatamente la atención de Ludwig, quien decidió preservar el efecto de perspectiva y usar un concepto de línea recta que va desde la puerta de la entrada hasta el punto final, donde está la piscina. Una de sus mayores fuentes de inspiración fue el Sacbé, un camino sagrado con estuco blanco, utilizado para conectar los templos, las plazas, las pirámides y los cenotes en la época de los mayas. El proyecto se estructura y organiza en torno a este eje, además de actuar como un pasillo principal.
Al favorecer la fluidez y la circulación del aire, la vivienda aplicó un principio clave de la arquitectura vernácula yucateca. Además, resolvió otra problemática planteada por Ludwig Godefroy: cómo alcanzar la mayor autosuficiencia posible en medio de la ciudad, sin depender de las tecnologías modernas para ejercer responsabilidad ambiental —en cuanto al consumo de energía—. Siguiendo esa misma lógica, se instalaron también paneles solares para la electricidad y un sistema de recuperación de agua de lluvia.
Sorprendentemente, el arquitecto decidió colocar las áreas sociales en la parte trasera del terreno, que es la más alejada de la calle y por ende la más apacible, alejándose de lo que se hacía habitualmente en las casas tradicionales en Mérida, que empiezan con lo público hasta llegar a lo privado.
Además, Ludwig Godefroy combinó lo vacío con lo construido para integrar los espacios al aire libre (como los jardines) con el interior. “El propósito de esta casa fue desaparecer nuestras referencias urbanas cotidianas de la Ciudad
LUDWIG GODEFROY.
“La casa se organiza según el ritmo regular de espacios vacíos y construidos; haciendo partícipes a los jardines, en vez de sólo yuxtaponerlos”,
de México, donde vivimos en departamentos con amplias ventanas de vidrio. Al contrario, favorecimos un estilo de vida exterior en el que la casa rompiera con el concepto básico de fachada. Es decir, la vivienda no encierra a la gente, sigue siendo abierta y respira constantemente mientras proporciona la sensación esencial de protección y privacidad al propietario. Este hogar invierte el esquema clásico de la casa con su jardín, para crear un jardín habitable con su casa”, comentó el arquitecto francés Ludwig Godefroy.
En este proyecto —que destaca por su arquitectura brutalista y vernácula— los colores neutros como el gris, el marfil y la madera dan una sensación de tranquilidad absoluta. Se eliminó todo lo que no era necesario (como los acabados y la ornamentación), para enfocarse en materiales simples y locales que no requieren mantenimiento y que envejecen bien. Los muros de piedra fueron construidos de forma tradicional maya y el concreto bruto —que es el material principal— fue empleado en los suelos y las paredes, con la ayuda de artesanos y trabajadores de la región. “La casa fue conceptualizada para algún día ser cubierta por otra materialidad: una capa de pátina”, concluyó Ludwig Godefroy. •