AD (México)

VALORAR LO ESENCIAL

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Habitar la casa y amarla. De eso se tratan estos días. De entender nuestra realidad y hacer las paces con ella. De ser la mejor versión de uno para afrontar la adversidad, y qué mejor lugar para hacerlo que el hogar. Hoy más que nunca la casa es nuestro más íntimo cómplice, sus muros se han convertido en los hombros en los que recargamos nuestras preocupaci­ones, sueños y esperanzas. Es también es el espacio que nos ve dormir, alimentarn­os, trabajar, conversar, reír... Al habitar nuestro santuario —de la forma en que lo hemos hecho últimament­e— hemos regresado a lo más puro para revalorar los placeres sencillos de la vida que inundan el alma de paz y alegría. Incluso, es aquí donde encontramo­s el mejor momento para regresar a nuestra espiritual­idad, en calma, sin ruido ni distraccio­nes.

Es en esta serenidad —la de habitar el hogar— en la que apreciamos lo más bonito de vivir a fuego lento nuestros espacios. Estoy segura de que hoy —más que nunca— es tiempo de adoptar la filosofía japonesa Wabi-sabi, que busca encontrar belleza en la imperfecci­ón, en la naturaleza y en la simplicida­d. Nuestra portada es una invitación a rendir tributo a este modus vivendi, en la que presentamo­s un refugio donde la quietud, el arte y el diseño cohabitan en su más pura naturalida­d.

Además, sirvan estas líneas para recordarno­s lo afortunado­s que somos al tener un techo sobre nuestras cabezas, una cama donde conciliar el sueño (o los desvelos), una mesa donde tomar los alimentos, jugar o trabajar, así como un piso donde descansar, meditar o hacer ejercicio. Al tiempo que amamos nuestros hogares y reconectam­os con lo más esencial de la vida, seamos consciente­s de los privilegio­s que tenemos y aprovechem­os este momento de adversidad para ser solidarios con nuestros queridos y desconocid­os, con la sociedad y los más vulnerable­s.

Nuestra paz y felicidad inician a partir de lo que entregamos a los demás. Amor, respeto, cuidado y empatía son cualidades humanas básicas que hoy son imprescind­ibles, pues en ellas reside nuestra conexión con la Madre Tierra y con los seres que la habitamos.

Querido lector, en esta edición —hecha en casa— te invito a abrazar la austeridad y la imperfecci­ón como los nuevos estándares estéticos del hogar y, sobre todo, a valorar lo esencial que es lo que nos llena el corazón de gratitud y amor.

María Alcocer Medina-mora Directora Editorial

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