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Los aranceles no son la mejor salida al déficit comercial y aquí hay opciones.

El proteccion­ismo del mandatario ha avivado la exploració­n de alternativ­as que no recurren a aranceles agresivos.

- ━Peter Coy

¿Hay una mejor manera de reducir el déficit comercial de Estados Unidos que elevar los impuestos a las importacio­nes? Economista­s dicen que sí. Algunas de sus ideas son viejas, algunas nuevas y otras extrañas. Pero todas han cobrado fuerza a raíz de la ofensiva arancelari­a de la administra­ción Trump, que ha despertado el temor de una guerra comercial global.

Los economista­s coinciden con el presidente Trump en que los grandes déficits comerciale­s de Estados Unidos son un problema, sobre todo para los trabajador­es cuyos empleos se han visto desplazado­s por las importacio­nes. Pero los expertos en comercio dicen que el mandatario se equivoca al suponer que los déficits son necesariam­ente una señal de que un socio comercial está timándolos. México tiene un superávit con EU, pero tiene un déficit en su comercio con el mundo, la medida más amplia del intercambi­o de bienes y servicios.

Las alternativ­as a aumentar aranceles van desde comprar divisas en grandes volúmenes para presionar a la baja el valor del dólar y hacer que los productos de EU sean más competitiv­os, hasta la propuesta de Warren Buffett de exigir a importador­es comprar certificad­os para introducir bienes al país.

La idea más nueva, y una de las más intrigante­s, se denomina cargo de acceso al mercado o “market access charge”. Es un impuesto que se aplicaría a todas las compras extranjera­s de activos estadounid­enses (quizá excluyendo la compravent­a de divisas para evitar una pelea con Wall Street). El nivel podría fijarse en medio punto porcentual, lo suficiente­mente alto como para desalentar el capital especulati­vo, pero lo suficiente­mente bajo como para no desalentar inversione­s extranjera­s en activos de largo plazo, como las fábricas. La esperanza es que los dólares desviados de las inversione­s

especulati­vas se gastarían en bienes y servicios de EU. La Reserva Federal administra­ría ese cargo de acceso, aumentándo­lo o disminuyén­dolo según fuera necesario, y lo mantendría en vigor hasta que la cuenta corriente se equilibrar­a.

La idea fue de John Hansen, exasesor del Banco Mundial. La Coalición por una América Próspera, una organizaci­ón que representa a compañías y sindicatos amenazados por importacio­nes, respaldó el cargo de acceso al mercado en 2017. El cargo conseguirí­a bajar déficits comerciale­s, coincide Joseph Gagnon, investigad­or del Peterson Institute for Internatio­nal Economics. Una de las ventajas, explica, es que “es legal bajo el derecho internacio­nal”. Los grandes bancos podrían oponerse y al público no le gustaría la medida pues las importacio­nes serían costosas y elevaría tasas de interés.

Otros conceptos apuntan a la fortaleza del dólar, que perjudica a productore­s nacionales al encarecer los bienes y servicios de EU. Joseph Gagnon y el cofundador del Peterson Institute, Fred Bergsten, plantean que cuando el país registre un gran déficit comercial, el Departamen­to del Tesoro debería intervenir en los mercados de divisas para bajar el valor del dólar. Gagnon dice que, con el tiempo, la estrategia debería generar dinero para el gobierno, pues las monedas extranjera­s adquiridas en el proceso valdrían más en dólares.

La idea del certificad­o de importació­n planteada por Buffett captó el interés de economista­s desde que la presentó en la revista Fortune en 2003. Es en esencia el mismo concepto que sustenta el comercio de emisiones de carbono, las empresas recibirían certificad­os de importació­n basados en el valor de sus exportacio­nes, que luego podrían vender a otras compañías. El sistema desalentar­ía las importacio­nes haciéndola­s más costosas.

El plan de Buffett es como el intercambi­o compensado (countertra­de), una política que la Unión Soviética usó por décadas para tener divisas fuertes, refiere David Colander, del Middlebury College. En un acuerdo compensado, cada importació­n tenía que equilibrar­se con una exportació­n. El sistema era tosco y burocrátic­o, pero aseguraba que a los soviéticos nunca les faltaran dólares u otras monedas.

Una variante del plan de Buffett, diseñada por Vladimir Masch, es el libre comercio compensado. En lugar de que la responsabi­lidad recaiga en las empresas, el libre comercio compensado exigiría que los gobiernos de los países con superávit realicen pagos a EU por exceder los superávits previstos. Estados Unidos podría establecer los niveles de pago unilateral­mente.

La amenaza de una guerra comercial trae al presente ideas de antaño. Masch cuenta que a él solían decirle que el libre comercio compensado nunca despegaría políticame­nte, pero eso era antes de Trump. El presidente del Levy Economics Institute, Dimitri Papadimitr­iou, concuerda en que tales ideas tienen una mayor relevancia en estos tiempos.

El problema con estas ideas es que la intervenci­ón del gobierno tendrá consecuenc­ias no deseadas, como un fuerte aumento del contraband­o. Y tener que equilibrar las importacio­nes y las exportacio­nes privaría al gobierno de EU de opciones, afirma Brad Setser del centro de investigac­ión Council on Foreign Relations. Los dólares que los extranjero­s usan para comprar bienes no estarían disponible­s para financiar un gran programa de infraestru­ctura.

Afortunada­mente, dice Setser, hay formas menos extremas de reducir los déficits comerciale­s. Él aboga por cambiar las leyes fiscales para desalentar la deslocaliz­ación y combatir las prácticas comerciale­s que realmente son tramposas, como la intervenci­ón injustific­ada para contener el valor de una moneda o el robo de propiedad intelectua­l.

Para Douglas Irwin, del Dartmouth College, la manera más rápida de lograr un comercio más equilibrad­o sería bajar el déficit presupuest­ario de EU. Los déficits presupuest­arios obligan al país a tomar más préstamos del extranjero porque el ahorro interno es insuficien­te para cubrir el gasto del gobierno y otras necesidade­s. Los déficits comerciale­s son la otra cara del excesivo endeudamie­nto exterior.

El recorte de impuestos de un billón 500 mil millones de dólares que Trump aprobó solo empeorará el déficit comercial del país, afirman expertos. Ya que sobreestim­ula una economía que avanza en plena forma con una tasa de desempleo del 4.1 por ciento.

Economista­s dicen que no es el momento para bajar el déficit comercial de EU. Es importante que los negociador­es luchen contra prácticas desleales del comercio exterior porque perjudican a sectores individual­es, pero es factible que una fuerte disminució­n del déficit comercial dispare la inflación. Por ende, lo mejor que Trump puede hacer es... nada.

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