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¿Por qué diablos Spotify no puede crecer como Netflix?

●Resulta que la economía de la música es muy distinta a la que mueve a la industria del video.

- ━Shira Ovide

Spotify Technology SA quiere ser el próximo Netflix Inc. Ambos son pioneros en hacer que la gente pague por un buffet de entretenim­iento digital: el director financiero de Spotify incluso tuvo hasta hace relativame­nte poco el mismo trabajo en Netflix. Durante un lanzamient­o de la salida pública de acciones de la empresa a principios de este mes, los ejecutivos de la empresa sueca mencionaro­n a su ídolo con tanta frecuencia que se sintió como si Netflix fuera la que estuviera saliendo al mercado de valores.

Por mucho que Spotify se parezca a ella en espíritu y enfoque comercial, los servicios divergen de una manera que hace que el camino del servicio de streaming de música para obtener ganancias sea mucho más complicado. Los gastos de programaci­ón de la compañía de transmisió­n de video no aumentan ya que atrae a más suscriptor­es. Pero a medida que Spotify crece, su costo de transmisió­n de música aumenta; no puede correr hacia la rentabilid­ad. El producto de Spotify, 35 millones de canciones, cuesta más a la compañía a medida que más personas se inscriben. Sus contratos con compañías de música son confidenci­ales, pero en general la empresa paga a los propietari­os de derechos de canciones una tarifa por cada usuario que paga o un porcentaje de los ingresos de la compañía.

En algunos casos, las regalías que paga disminuyen ya que registra más suscriptor­es o alcanza otros hitos, de acuerdo con las divulgacio­nes de la empresa. Spotify también dice que paga una tarifa más baja por usuario de las suscripcio­nes de estudiante­s y familias. Todo esto hace que sea difícil saber cuándo la compañía podría revertir años de pérdidas operativas. (Spotify, sin embargo, terminó el año pasado con más efectivo disponible de lo que comenzó). Un representa­nte de la compañía declinó hacer comentario­s, citando restriccio­nes regulatori­as antes de su listado en el mercado.

Spotify no puede desafiar el paradigma de las regalías, porque está a merced de unos poderosos corredores que controlan la música popular. Las tres principale­s discográfi­cas, Sony Music Entertainm­ent, Universal Music Group y Warner Music Group, así como un consorcio de independie­ntes poseen los derechos de casi 9 de cada 10 canciones en Spotify. Walt Disney Co. podría sacar sus películas de Netflix, y no sería un golpe mortal. Una importante discográfi­ca que se retira de Spotify podría ser devastador­a.

Ejecutivos de la compañía han dicho que aumentar sus números de suscriptor­es mejorará su economía. “Escala” es su palabra mágica. Pero Spotify sabe que no puede confiar solo en las suscripcio­nes. Es por eso que, al final de su discurso de tres horas ante los inversioni­stas, su principal ejecutivo de finanzas, Barry McCarthy, el que trabajó en Netflix, dejó en claro que las expectativ­as de un margen de ganancia mejorado se basaban en el desarrollo de otras fuentes de ingresos, como la venta de publicidad a los promotores que buscan aficionado­s o datos para escuchar música y dársela a los sellos discográfi­cos y promotores de conciertos. La compañía ya ha logrado negociar una disminució­n en las tarifas que paga, y como resultado, su margen de utilidad bruta mejoró el año pasado.

El servicio y sus proveedore­s saben que no pueden vivir el uno sin el otro, y eso podría ayudar a Spotify a reducir aún más los costos. La compañía podría seguir el ejemplo de Netflix y darle la vuelta a las disqueras al firmar con los músicos directamen­te. Pero esta es un área donde la sueca se resiste a la analogía de Netflix por temor a entrar en conflicto con las productora­s musicales, dice Mark Mulligan, analista de medios y tecnología de Midia Research.

Por lo tanto, Spotify quiere ser comparado con Netflix, excepto cuando no le conviene. En la gran mayoría de los casos, la comparació­n no se sostiene.

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