El hombre que quebró al banco más antiguo de Inglaterra tiene algo que decir.
...hoy está de vuelta ● El autor de uno de los peores desastres financieros regresa a la escena como conferencista.
Volverte el responsable de la mesa de derivados de toda una región a los 25 años no pasa todos los días. Pero convertirte en el trader estrella del banco más antiguo de Inglaterra para luego de tres años quebrarlo y ser sentenciado en una cárcel de Singapur, simplemente te hace único.
El nombre de Nick Leeson no hace tanto ruido hoy en el mundo de las finanzas, es más, quizá la mayoría de quienes trabajan en el sector nunca han oído hablar de él. Pero en 1995, Leeson fue el responsable de llevar a la ruina al Barings Bank, una institución financiera fundada en 1762. El banco había logrado sobrellevar varios acontecimientos históricos: las guerras napoleónicas (las cuales financió), dos guerras mundiales, revoluciones industriales e innumerables disputas políticas.
Pero Leeson y sus apuestas en contratos de futuros resultaron ser demasiado para el banco.
Para dar una idea de la tradición e importancia histórica de Barings va un dato: fue el banco que financió en 1802 la compra del territorio de Luisiana por parte de Estados Unidos a Francia. Otro dato: la Reina Isabel II tenía su dinero en esa institución.
Leeson llegó a Japón a inicios de los noventa con la encomienda de ser el principal trader de Barings en Asia, aunque al mismo tiempo llevaba el control del back office y la administración de riesgos, en otras palabras, tenía el control absoluto.
Como trader, realizó varias operaciones con futuros en el Nikkei, la bolsa de valores japonesa, y decidió aumentar su apalancamiento para realizar movimientos cada vez más agresivos. Cuando el mercado pasó por un periodo de descenso, las pérdidas se acumularon y creó la cuenta ‘88888’ donde registraba esas operaciones como ‘errores de back office’. Leeson consiguió maniobrar por ese periodo con dificultad, pero al final incluso revirtió con creces las pérdidas.
El trader ‘prodigio’ creyó haber encontrado la fórmula del éxito; sus operaciones estaban peligrosamente apalancadas y se convirtió en la posición más importante en el mercado asiático, llegando a comprar y venderse a sí mismo.
Luego vino el Gran Terremoto de Kobe que destruyó buena parte de la infraestructura japonesa y hundió al Nikkei más de mil puntos en una sola mañana. Leeson vio una oportunidad en el periodo de reconstrucción que venía y elevó aún más su apalancamiento en derivados de divisas y futuros. No obstante, el gobierno japonés consideró que nadie debía beneficiarse de la tragedia y anunció que toda la reconstrucción sería pagada con bonos del gobierno. La bolsa de Tokio se desplomó y Leeson y el Barings Bank perdieron 1.4 mil millones de dólares. El banco fue declarado en insolvencia el 26 de febrero de 1995 y los auditores se escandalizaron al ver el contenido de la cuenta ‘88888’.
Han pasado 13 años desde entonces y ahora, con 51 años, el extrader es conferencista de riesgo operacional y explica a directivos de grandes bancos a nivel internacional las señales que no deben pasar por alto y los controles que se deben implementar para que los operadores más jóvenes no repitan su historia de fraudes.
“Son los mercados emergentes con un crecimiento vertiginoso y en competencia por atraer negocios e inversiones los más propensos y expuestos a riesgos operativos por la falta de controles y comunicación entre áreas. Si a esto sumamos personal no apto o no capacitado y además deshonesto, el riesgo se potencializa”, comentó en entrevista para Bloomberg Businessweek en la Ciudad de México, luego de una charla con banqueros organizada por la firma RiskMathics. En su caso, fueron varias las causas que provocaron el derrumbe de Barings. Todo empezó por el error de un miembro de su equipo, bajo un escenario de presupuesto limitado para reclutar personal especializado.
“Un problema es el déficit entre la capacidad de la gente que hace funcionar el negocio y quienes lo supervisan. En mi época, fue la lenta comunicación lo que hizo que se volviera una operación muy riesgosa. En un principio, estaba intentando resolver el problema en el que nos había metido ese error, de una forma estúpida y con decisiones equivocadas”, dijo.
Leeson hace especial énfasis en la cuenta ‘88888’. Las operaciones se fueron descomponiendo y nadie se percató de lo que estaba ocurriendo en ella hasta tres años después.
“El mercado en Asia en esa época estaba en pleno desarrollo y recibía presiones por parte de las mismas autoridades al frente del SIMEX (Singapur International Monetary Exchange) que me ofrecían más negocios. Prácticamente me permitían operar fuera de los límites y los controles. Hacíamos lo que queríamos, algo que en definitiva estaba mal”, sentenció. Para el operador, quien padeció cáncer mientras estuvo preso en Singapur y luego fue deportado a Inglaterra donde pasó seis años en la cárcel, la avaricia y las malas prácticas siguen estando presentes en las organizaciones financieras a nivel global y existen casos todos los días. Sin embargo, hoy se cuenta con departamentos de compliance, técnicas de control eficientes y tecnología para que estas se mitiguen al momento y de una forma rápida.
Según información de Bloomberg, poco más del 75 por ciento de las operaciones en los mercados financieros son manejadas de forma electrónica y los bancos gastan importantes cantidades de dinero en mecanismos de supervisión en sus mesas de operaciones. No obstante, el 25 por ciento de las operaciones restantes se siguen realizando de forma telefónica.
“Creo que hemos dejado años atrás los episodios escandalosos de operadores abusivos y los mercados, como el de derivados, hoy en día son seguros", señaló, "En mi opinión, todo radica en controlar a aquellos que utilizan el mercado y no permitir que operen fuera de los límites".
Si no controlas esas variables, afirmó, y no tienes suficientes y eficientes controles, inevitablemente se volverán peligrosos sin importar la región o mercado en el que estén operando.
“Si mi situación hubiera ocurrido en un mercado desarrollado, de manera inmediata hubiera tenido a alguien tocando a mi puerta diciéndome que estaba mal lo que estaba haciendo”.