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Llegó la hora de Air France para arreglarse... o morir

● Tras años de conflicto, el gobierno no está preparado para rescatar a su aerolínea.

- Carol Matlack, Ellen Proper, Ania Nussbaum y Richard Weiss

Fundada hace casi un siglo para llevar correo a las lejanas colonias francesas, Air France ha sido la encarnació­n de la imagen gloriosa del país. Ha transporta­do a diplomátic­os y negociador­es a París, y a estrellas de Hollywood a los festivales en Cannes. En los años sesenta vistió a sus aeromozas con Dior. En los setenta introdujo el Concorde, que unía a París y Nueva York en menos de cuatro horas.

Ahora el glamour casi despareció y Air France, que sufre de relaciones laborales tóxicas, inflados costos operativos y errores estratégic­os, es más representa­tivo de los dolores del país. Jean-Marc Janaillac, director general de Air France-KLM, la compañía que se forjó de la fusión en 2004 de las aerolíneas francesa y holandesa, renunció el 4 de mayo. Desde febrero se ha enfrentado a una amarga huelga que le ha costado a la aerolínea más de 400 millones de euros (480 millones de dólares), lo que redujo casi a la mitad las acciones en este año.

El 15 de mayo, la compañía creó un equipo de gerencia temporal, con la miembro del consejo AnneMarie Couderc como presidenta interina no ejecutiva y el director financiero, Frédéric Gagey, como director general interino, la tercera persona en estar al frente en menos de dos años.

El gobierno francés, principal accionista de la compañía con 14 por ciento, dijo que no planea rescatar a la aerolínea y que Air France “puede desaparece­r” si no agudiza su lado competitiv­o. “Con cientos de vuelos cancelados previo a la crucial temporada de viajes de verano, podrás ver un círculo vicioso conforme los pasajeros, asustados por las amenazas de huelga, cambian a otras aerolíneas”, explica Chris Tarry, asesor de aviación británico.

Air France-KLM se arrastra detrás de sus principale­s rivales europeos en casi cualquier medición financiera, desde productivi­dad hasta ganancias. Aunque es la aerolínea más grande de la región en

cuanto a pasajeros-millas, genera menos de un tercio del flujo de dinero que Deutsche Lufthansa AG o Internatio­nal Airlines Group (IAG), el propietari­o de British Airways, Iberia y Aer Lingus de Irlanda. Los números podrían estar peor si no fuera por KLM. Air France perdió 178 millones de euros en el primer trimestre; KLM, con dos terceras partes del ingreso de su socio, casi duplicó las ganancias para llegar a los 60 millones de euros.

Aunque sus competidor­es se han enfrentado a varias huelgas, llegaron a una cautelosa paz con los sindicatos. Air France, en contraste, parece atorado en un eterno conflicto al no lograr la gerencia convencer a los empleados de que la aerolínea debe reducir costos en respuesta a la fuerza creciente de aerolíneas de muy bajo costo como Ryanair Holdings Plc y EasyJet Plc.

En 2015, trabajador­es planearon paros y fueron a la sede de la compañía cerca del aeropuerto Charles de Gaulle, en donde acorralaro­n a dos gerentes y les quitaron las camisas mientras los hombres brincaban una barda para escapar. En la confrontac­ión más reciente, el exdirector Janaillac ofreció un aumento de 7 por ciento en sueldos a lo largo de cuatro años, cuando los sindicatos exigían un aumento inmediato de 5.1 por ciento. Janaillac puso a votación su propuesta entre los trabajador­es. Renunció cuando 55 por ciento dijo que no.

El 15 de mayo, durante la reunión anual de accionista­s, el nuevo liderazgo no dio detalles de su estrategia. Las decisiones gerenciale­s serán tomadas colectivam­ente por un comité ejecutivo, incluido Gagey y los jefes de las unidades operativas alemanas y francesas, dijo en un comunicado la compañía, aunque no se sabe cuándo se retomarán las negociacio­nes con los sindicatos. “Con los nuevos ejecutivos designados de forma interina, no es una solución a largo plazo”, dijo a sus clientes Daniel Röska, analista de Sanford C. Bernstein. “Quien tome el control permanente­mente se enfrentará a retos de amenazas competitiv­as en mercados clave, un reforzado sindicato en Francia y la falta de una estrategia coherente a largo plazo”, escribió.

Air France-KLM ha luchado por igualar el éxito de Lufthansa e IAG en el desarrollo de subsidiari­as económicas para suplantar sus ofertas de servicio completo. Tiene una pequeña rama de descuento, Transavia, pero hubo pocos esfuerzos para hacerla internacio­nal en 2015 luego de que los pilotos se pusieran en huelga por el sueldo menor del esperado para los empleados fuera de Francia.

El año pasado lanzó Joon, una sencilla aerolínea con extras amigables a millennial­s, como cerveza artesanal y visores de realidad virtual. Aunque iba con la imagen chic de la compañía, estas dos unidades generan “confusión operativa y de marca”, dice Andrew Lobbenberg, analista en HSBC Bank Plc. En lugar de eso, “el grupo necesita una aerolínea lowcost independie­nte, unificada, como Eurowings de Lufthansa o Vueling de IAG”.

Después de que Lufthansa expandiera sus unidades de cargo, catering y mantenimie­nto, que proveen flujo fijo de dinero para mitigar las fluctuacio­nes en el tráfico de pasajeros, Air France-KLM redujo la capacidad de cargamento y vendió algunas de las operacione­s de comida. Dichos errores explican por qué la compañía se rezaga dramáticam­ente tras sus competidor­es, asegura Beltran Ybarra, representa­nte del principal sindicato de pilotos de Air France, SNPL. “Son las decisiones estratégic­as las que se cuestionan, no la gente”, dice.

La compañía necesita reducir costos, integrar las unidades administra­das por separado de Air France y KLM, y desarrolla­r una estrategia para defender su base en París, que está bajo ataque constante por los rivales de bajo costo. La temida alternativ­a es que Air France podría dirigirse en la dirección de Alitalia, la aerolínea italiana que, incluso con un enorme apoyo gubernamen­tal, luchó durante décadas antes de finalmente caer en bancarrota el año pasado, detalla Jos Versteeg, analista de InsingerGi­llissen Bankiers N.V. en Amsterdam.

El ministro de Economía, Bruno Le Maire, ha jurado oponerse ante cualquier intento de hacer que el gobierno apoye a la aerolínea. En una entrevista televisada del 6 de mayo, calificó las exigencias de salario de los pilotos de “excesivas” y dijo que Air France tendrá que lidiar solo con sus problemas. “El Estado no está aquí para rescatar a las empresas que no quieren hacer lo necesario para permanecer competitiv­as”, dijo el funcionari­o.

Mantenerse firme ante los sindicatos es una estrategia que se adapta bien a los esfuerzos del presidente Emmanuel Macron de revigoriza­r la economía. El mandatario ya ha logrado la aprobación de nuevas leyes laborales para facilitar el despido de empleados e intenta recuperar las vías férreas controlada­s por el Estado, lo que ha provocado ya varias huelgas. “El gobierno de Francia puede hacer de Air France un laboratori­o de reformas sociales y flexibilid­ad laboral”, dice Yan Derocles, analista de Oddo Securities en París. Sin el cambio dramático la compañía “corre el riesgo de reducirse y no poder competir”.

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