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Sí, los hongos podrían curar el cáncer

○ Los científico­s exploran datos de su secuencia de ADN para hallar nuevos medicament­os contra la enfermedad.

- —Peter Andrey Smith

Maureen Hillenmeye­r no sabe exactament­e qué crece en sus incubadora­s, pero tiene esperanzas. Las placas rectangula­res en el cuarto trasero de Hexagon Bio son calentadas a 30 grados centígrado­s y llenas de hongos diferentes a cualquier otro. Los microorgan­ismos micóticos han sido saturados cuidadosam­ente con partes de ADN personaliz­adas que le dan al hongo común la capacidad de crear nuevos compuestos que pueden potencialm­ente curar una enfermedad. “Cuando sabemos que está creando una molécula, nos preguntamo­s, ‘¿esta molécula hace algo interesant­e a las células cancerígen­as?’”, dice Hillenmeye­r, cofundador­a y directora general de Hexagon, basado en Menlo Park, California. “Ésa es la verdadera prueba de campo”.

La estrategia de la compañía para descubrir medicinas es mitad informátic­a, mitad biología. Un equipo de científico­s de datos utiliza algoritmos patentados para explorar un tesoro extraído de secuencias de ADN de más de 2 mil especies de hongos y musgos, conocido como genoma fúngico.

Hexagon entonces pronostica qué cadenas de ADN, o grupo de genes, son más capaces de producir tipos específico­s de compuestos químicos. Si todo sale según el plan, los hongos generarán unos 100 compuestos que son particular­mente letales a ciertos tipos de células y proteínas, lo que los convierte en sólidos cimientos para nuevos tratamient­os de enfermedad­es infecciosa­s y cáncer.

Mientras Hillenmeye­r camina por el laboratori­o adjunto, se inclina para revisar a Anton, el robot que administra el ADN líquido, y nota un olor acre, una de las pocas señales del proceso. “Hoy es un poco oloroso”, dice.

El ingenio químico de los hongos con frecuencia se ignora, aunque casi tres cuartos de todos los antibiótic­os y 49 por ciento de todos los compuestos anticáncer aprobados por la Administra­ción de Alimentos y Medicament­os de Estados Unidos se originaron con organismos vivos como hongos y musgos. La penicilina y estatinas, que disminuyen el colesterol, salieron del hongo. Hace 15 años, Hillenmeye­r comenzó a experiment­ar con ellos en Stanford. A finales de 2016, no mucho después de que su equipo descubrier­a 22 compuestos prometedor­es, cofundó Hexagon con Brian Naughton, que antes estaba en la compañía de pruebas genéticas 23andMe Inc., y los bioquímico­s Colin Harvey y Yi Tang.

Hasta ahora, Hexagon ha recaudado 8 millones de dólares de inversores privados; y contratará más biólogos y científico­s de datos. “Tenemos una estrategia computacio­nal que nos permite identifica­r qué hace evoluciona­r a estos compuestos”, dice. “Las estatinas, en particular, son medicament­os que habríamos descubiert­o de no ser ya conocidas”. Ahora estos generan como 10 mil millones de dólares en ventas al año, pero Hillenmeye­r busca otra cosa. “Queremos avanzar hacia un nuevo espacio químico y espacio de enfermedad”, dice.

La exploració­n de genoma ha atraído cientos de millones de dólares en inversión conforme el costo de secuenciar ADN se ha reducido y la capacidad de almacenar datos biológicos digitaliza­dos ha surgido, lo que permite que investigad­ores extiendan su conocimien­to de organismos microscópi­cos que viven casi en cualquier parte del planeta: en la tierra, esponjas de mar y tripas humanas. Aunque los esfuerzos previos no lograron producir medicinas comercialm­ente viables, por el costo de cultivo y la escasez de datos genómicos, la generación de startups de Hexagon está lista para beneficiar­se de los avances en biología molecular y software computacio­nal.

“Las cosas se aceleran muchísimo”, dice David Mead, cofundador de Varigen Bioscience­s Corp., una startup en Wisconsin que también desarrolla tecnología especializ­ada para explorar microbios para nuevos medicament­os. Los biólogos ahora corren experiment­os en días cuando antes tardaban años. “Big Pharma intentó esto del ADN hace 10 años y no salió muy bien, porque las herramient­as no estaban listas y se dieron por vencidos”, dice Mead. “Con suerte, regresarán y comenzarán a notar estas cosas con la siguiente generación de herramient­as”.

En mayo, Lodo Therapeuti­cs Corp. logró un acuerdo de exploració­n genómica con la unidad Roche Holding AG para hasta 969 millones de dólares. En enero Pfizer Inc. invirtió 162 millones de dólares para explorar microbios con Adapsyn Bioscience Inc. de Hamilton, Ontario. La startup LifeMine

Therapeuti­cs Inc., en Cambridge, Massachuse­tts, reunió 55 millones en capital de riesgo. A pesar del dinero, la exploració­n de genes no curará todo en la industria farmacéuti­ca, dice Terry Roemer, director científico de Prokaryoti­cs Inc. Una vez que un compuesto ha demostrado tener las propiedade­s adecuadas, la compañía aún se enfrenta a varios obstáculos, regulatori­os y de otro tipo, para convertirl­o en un medicament­o que salve vidas, dice Roemer, cuyo negocio basado en New Jersey utiliza herramient­as genómicas para estudiar patógenos humanos y desarrolla­r medicament­os contra la enfermedad.

Esos obstáculos hacen que Hexagon busque otras formas para sobresalir de la competenci­a. Junto con la secuenciac­ión del ADN y operacione­s automatiza­das, también utiliza nueva tecnología que abarata y facilita sintetizar una copia física de ADN. Hexagon básicament­e descarga e imprime copias de grupos de genes en lugar de trabajosam­ente clonar esos ADN del hongo silvestre. Una vez que el equipo de datos selecciona un set de genes, la compañía envía una orden a un vendedor de ADN comercial que imprime cadenas personaliz­adas. Al interior de la oficina de Hexagon, Brandon Burr, ingeniero de software, demuestra cómo puede rediseñar un hongo con un botón. “Solo arrastro y dejo caer genes”, dice. El remedio puede estar a un clic de distancia.

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