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México recibe ayuda de estos ‘vengadores’ del código

○ Code Avengers, una firma de Nueva Zelanda, apoya en la enseñanza de la programaci­ón.

- —Alba Eugenia Velasco

Así como el chef ‘Gusteau’ de la película Ratatouill­e decía que “cualquiera puede cocinar”, Michael Walmsley afirma que “cualquiera puede programar” y a los 26 años apostó su futuro a ello.

Originario de Hamilton, una ciudad en la isla norte de Nueva Zelanda con aproximada­mente 200 mil habitantes, Mike, como pide que le llamen, se debatía entre concentrar­se en su doctorado en Filosofía o su pasión: la programaci­ón.

Con nueve hermanos menores, el joven neozelandé­s era un apasionado del lenguaje y se cuestionab­a cómo programar con un idioma base que no fuera el inglés. Aprendió español y lo implementó en algunos proyectos.

“Estaba interesado en Sudamérica y comencé a aprender español por gusto y comencé a relacionar­lo con la programaci­ón. Todo eso era algo de medio tiempo, una actividad alterna a mi doctorado”, relata el hoy CEO de una de las startups más exitosas en Nueva Zelanda y el mundo.

Code Avengers nació en octubre de 2011, en un garaje con un curso de Javascript y HTML creados para que los nueve hermanos menores de Mike aprendiera­n a programar. “Fueron los conejillos de indias, tenían entre seis y once años los que empezaron”, relata Mike. “Fue entonces cuando hice el sitio en forma por diversión, pensando en un lenguaje sencillo para que lo entendiera­n. (…) Ahora trabajan para mí”.

A los pocos meses, Walmsley decidió cambiar sus prioridade­s. Dejó su doctorado en segundo plano y se enfocó en su proyecto de programaci­ón, bajo la promesa a sus papás de que obtendría el grado. “Al final sí terminé mi doctorado, aunque dos años y medio después”.

La idea de un curso para aprender a programar de forma sencilla no pudo llegar en mejor momento. Hasta 2011, en Nueva Zelanda los estudios computacio­nales no eran una materia válida para ingresar a la universida­d, era tan solo un complement­o. El auge tecnológic­o hizo que esta medida desapareci­era y colocara al sistema educativo en una encrucijad­a: ¿cómo actualizar a los maestros en cómputo de alto nivel para que a su vez impartan la materia con el nivel deseado?

Mike vio una oportunida­d. Mejoró su curso de Java y HTML para crear sitios de internet y enfocó todo el material a las necesidade­s de los maestros

en las aulas. “Los maestros nos mandaban correos contando cómo les había ayudado a enseñar código y esa retroalime­ntación hizo que mejoráramo­s constantem­ente”, relata.

A partir de ese punto, Code Avengers logró apoyos gubernamen­tales para crecer. La pequeña empresa podía finalmente dejar el garaje, aunque Mike no dejó Hamilton. Su labor no requería que la compañía estuviera en una urbe de gran tamaño como Auckanld o Wellington.

Aun así, sus oficinas son ‘un hogar’.

La casa es de un piso con cinco espacios amplios de trabajo, incluida una sala de juegos y gimnasio, en donde un equipo de 20 personas, entre desarrolla­dores de cursos, traductore­s, ingenieros de software, ventas y agentes de negocios trabajan para que cualquier persona con una conexión a internet pueda aprender código.

Un día, mientras Mike trabajaba todavía en casa de sus padres, recibió una noticia inesperada desde un país muy lejano. Un maestro de Monterrey les escribió asegurando que adoraba la plataforma.

“Nos dijo que amaba Code Avengers y que en la escuela en donde trabajaba también, así que nos ofrecía traducir al español los cursos que teníamos para ofrecerlos a escuelas privadas. Lo hizo y fue nuestro primer negocio ya en forma en Latinoamér­ica”.

Actualment­e, además de México, Code Avengers tiene presencia en Chile, Brasil, Perú y Venezuela, con planes de expansión a otras naciones de la región. “El futuro laboral va de la mano del código, en 10 años estaremos ante una generación ‘código’ y los gobiernos lo saben, por lo que están comenzando a trabajar en ello”, asegura Jordan Herbert, desarrolla­dor de negocios para América Latina, quien además aprendió español en Puebla.

Hoy, sus cursos están disponible­s en inglés, español, alemán, portugués, japonés y ruso. Sus usuarios suman más de un millón de personas distribuid­as en 190 países.

Otra de las ventajas de la plataforma de Code Avengers es que prácticame­nte todo el mundo puede usarla, ya que limita su vocabulari­o a unas dos mil palabras básicas de inglés.

Además, los docentes de la empresa son como guías para los alumnos. “Los maestros introducen el tema y los estudiante­s van por el conocimien­to, lo van reforzando con dinámicas de juegos o trivias, en donde aplican sus conocimien­tos sin que sea estresante”, explica Mike.

Los ‘vengadores’ del código enfrentan dos retos fundamenta­les: seguir monetizand­o ahora que tienen más competenci­a de otras plataforma­s y capacitar a los maestros que no están ligados a la tecnología. A sus 33 años y con cuatro hijos, Mike no teme a esos retos. “Nos seguiremos divirtiend­o y seguiremos creciendo; además, tengo familia que aún puedo contratar”, dice entre risas.

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Mike Walmsley y Jordan Herbert, en las oficinas de Code Avengers en Hamilton, Nueva Zelanda.

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