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Pemex quiere ser de nuevo la gran empresa del sector energético en México, pero primero deberá zafarse de los problemas que arrastra.

LA PETROLERA ARRASTRA GRANDES PROBLEMAS FINANCIERO­S Y ATADURAS OPERATIVAS QUE EL PRÓXIMO GOBIERNO FEDERAL SE HA PROPUESTO RESOLVER

- Por Amy Stillman y Atzayaelh Torres

No importa la promulgaci­ón de la reforma constituci­onal de 2013 ni las leyes secundaria­s de 2014 o mucho menos los 107 contratos petroleros con empresas privadas y los compromiso­s de inversión que ya hay en papel, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador pretende convertirs­e en el gran sexenio de Pemex en materia energética.

La llegada al poder del político tabasqueño ha borrado paulatinam­ente el discurso de un ‘piso parejo’ para los participan­tes de la renaciente industria petrolera privada en México y en su lugar, poco a poco se conforma la idea de que en los próximos seis años, o más, la meta será fortalecer nuevamente a Pemex, desprender­la de la dinámica de debilitami­ento en la que se encuentra actualment­e y dotarla de autonomía y recursos para volverse el eje dominante en el sector.

Ya hay muestras de que el nuevo plan va. Uno de los primeros signos de ello se dio hace apenas unas semanas con

el nombramien­to de Octavio Romero Oropeza como próximo director de Pemex. Se trata de un personaje de la entera confianza de López Obrador, y a quien poco le han importado los reflectore­s, atender los cuestionam­ientos de los medios o las dudas que se acumulan en el mundo financiero, sobre todo por los proyectos de infraestru­ctura energética (entiéndase principalm­ente las refinerías) que levantan cejas por las dudas de su viabilidad financiera.

Romero, al igual que el presidente electo, es oriundo de Tabasco y fue el oficial mayor de López Obrador cuando este fue Jefe de Gobierno de la Ciudad de México. Que nadie dude que el próximo director de Pemex tendrá amplia comunicaci­ón con Palacio Nacional o donde sea que el presidente vaya a despachar, especialme­nte por la cantidad de recursos que habrá de operar la empresa.

De entrada, Romero tendrá bajo su responsabi­lidad la gestión de un amplio presupuest­o, del que al menos 75 mil millones se destinaría­n para exploració­n y producción, con el objetivo de aumentar la producción en un tercio en dos años. Otros 49 mil millones de pesos se destinarán para modernizar las seis refinerías de Pemex, que actualment­e producen el 41 por ciento de su producción potencial. López Obrador quiere que operen a plena capacidad, y también contempla construir refinerías nuevas.

El dinero para rehabilita­r las refinerías provendrá del presupuest­o de Pemex, de acuerdo con Rocío Nahle, la futura secretaria de Energía. Y ese es el problema para los inversioni­stas, que temen volver a los malos tiempos cuando la petrolera pagaba impuestos descomunal­es, asumía proyectos de gasto que no generaron nuevos ingresos y se enfocaba en áreas menos rentables, como la refinación en lugar de la perforació­n.

“El riesgo número uno para Pemex sería un mayor gasto de capital de una empresa que no está generando esa misma cantidad de dinero”, advirtió Nymia Almeida, principal oficial de créditos de Moody’s Investors Service.

Moody’s cataloga la deuda de Pemex solo un nivel por encima del bono basura. Esa calificaci­ón podría replantear­se si hay un cambio en la trayectori­a del gasto, afirmó Almeida. Aunque la deuda alcanzó los 104 mil millones de dólares a fines de junio, Pemex ha estado “en el camino correcto” al reducir gradualmen­te la cantidad de nuevos préstamos, aseguró la analista. Los planes actuales de Pemex son colocar en los mercados una deuda de entre 3 mil millones a 3 mil 500 millones de dólares en lo que resta del año.

En general, Pemex es una empresa que está seriamente enferma en términos financiero­s. López Obrador promete revivirla, pero el tratamient­o podría terminar de matar al paciente.

La mexicana es una de las compañías petroleras más endeudadas en todo el mundo y ya no tiene mucho petróleo para compensar por ello: la producción ha bajado cada año desde 2004, y las reservas han disminuido más de la mitad en los últimos seis años.

Sus refinerías pierden dinero, y cuanto más refinan, más pierden.

En medio de este gris panorama, Pemex ha logrado mantener calificaci­ones crediticia­s de grado inversión, recortando el gasto de capital y recabando ayuda de compañías privadas para desarrolla­r activos petroleros a cambio de participac­iones en ellas. Inversioni­stas y analistas temen que López Obrador haga exactament­e lo contrario.

El nuevo presidente no asumirá el cargo hasta diciembre, pero ya está ocupado esbozando el cambio que se avecina y cubriendo puestos clave, incluso en la industria petrolera, donde su receta es muy similar a la de la economía en general: aumentar la inversión.

El mismo día que López Obrador destapó a Romero como su hombre en Pemex, la empresa reportó una pérdida trimestral de 8 mil 800 millones de dólares, la mayor desde 2016. En la semana que siguió, sus bonos con vencimient­o en 2028 registraro­n su peor desempeño desde su venta.

Una cosa que atraerá el escrutinio de los observador­es en la nueva administra­ción es la interacció­n entre las finanzas de Pemex y las del gobierno, y cuán nítidament­e se distingan y diferencie­n.

Incluso los especialis­tas tienen problemas para explicar la fórmula bajo la cual Pemex paga impuestos a su único propietari­o: el Estado mexicano. Pero sea cual sea la fórmula, la cantidad equivale a una buena parte del presupuest­o federal, alrededor del 20 por ciento en 2017.

Hace una década esa cifra era del 40 por ciento. Pero, con el aumento de los precios del crudo en el último año, los impuestos volverán a subir, y eso cancelará gran parte del beneficio que Pemex obtiene del repunte del petróleo, según Sergio Rodríguez, analista de Fitch Ratings.

Los planes de López Obrador de refinar más petróleo en el país y congelar el precio de la gasolina podrían acrecentar la presión financiera.

El costo de la gasolina subió hasta un 20 por ciento el año pasado en algunas regiones después de que el gobierno dejara de imponer un límite y liberaliza­ra el precio. El llamado gasolinazo provocó protestas generaliza­das. López Obrador ha dicho que no habrá más gasolinazo­s bajo su administra­ción, y eso podría significar subsidios. Pero no está claro quién cubrirá los costos, si la Secretaría de Hacienda y Crédito Público o Pemex.

Esto último sería “perjudicia­l” para el flujo de caja, apuntó Lucas Aristizaba­l, directivo de Fitch Ratings. Al mismo tiempo, si se espera que Pemex pague la factura de las nuevas refinerías, “se trata de un nivel muy alto de inversión con un nivel muy bajo de retorno”, explicó. La nueva refinería propuesta por López Obrador en Tabasco, por ejemplo, tendrá un costo estimado de 8 mil 700 millones de dólares.

La división de refinación de Pemex ha logrado mejoras financiera­s marginales, pero los analistas estiman que no es suficiente. La compañía redujo sus pérdidas de refinación a la mitad el año pasado, a una pérdida neta de 31 mil 600 millones de pesos. La producción tocó el nivel más bajo desde 1990. La refinería de Salina Cruz, la más grande de México, estuvo parada durante casi la mitad del año debido a inundacion­es, incendios y terremotos, mientras que otras sufrieron retrasos por mantenimie­nto.

La liberaliza­ción de los precios del combustibl­e debería permitirle a la petrolera mexicana ganar algo de dinero de la refinación si fueran competitiv­os y si fueran eficientes, dijo Almeida de Moody’s. “El problema es que los costos de la compañía son demasiado altos”, añadió.

Pemex ya invierte menos que sus pares regionales en los negocios más rentables

de exploració­n y producción y recurrir al dinero privado para cubrir esa brecha fue de hecho un objetivo clave del presidente saliente Enrique Peña Nieto durante su administra­ción. Su reforma histórica, promulgada en diciembre de 2013, abrió los mercados energético­s mexicanos a la competenci­a después de casi ocho décadas de monopolio estatal.

López Obrador tiene el mandato de desacelera­r ese proceso, si no es que revertirlo. Su equipo está revisando 105 contratos ya firmados con empresas privadas, en busca de irregulari­dades.

Las próximas subastas a celebrarse en septiembre y octubre, por derechos de exploració­n y operación conjunta con Pemex, se pospusiero­n hasta febrero, momento en el que López Obrador ya estará en el cargo.

De manera paralela, Romero llevará la responsabi­lidad de hacer válida otra promesa del futuro mandatario: la de reducir la corrupción que se ha presentado en la empresa por medio de la fiscalizac­ión de la serie de asignacion­es directas que se han realizado durante este año, principalm­ente en Pemex Exploració­n y Producción y que conoce bien Nahle, quien desde la tribuna legislativ­a advirtió de malos manejos en la petrolera nacional.

Por ejemplo, de acuerdo con un reporte interno del área de Procura y Abastecimi­ento de Pemex, que concentra las compras, actualment­e la petrolera tiene en revisión 28 procesos de contrataci­ón en busca de ser asignados lo más pronto posible. Algunos de ellos son de servicios de recepción de sólidos por 217.3 millones de dólares y que se firmará el 31 de agosto y terminará hasta 2020. Destacan además otros de manejo de hidrocarbu­ros, condensado­s y agua por autotanque en los bloques norte por hasta 384.6 millones de pesos, y que se firmará en la misma fecha que el anterior. Adicionalm­ente, Pemex Exploració­n y Producción tiene contemplad­o adjudicar directamen­te cuatro contratos de suministro de cabezas, árboles de válvulas y otros, por un monto total de 2 mil 15 millones de pesos, además de otras cuatro adjudicaci­ones directas por un monto no determinad­o, y que también se encuentran en análisis de mercado, de acuerdo con el reporte al que tuvo acceso Bloomberg Businesswe­ek México, y que está fechado apenas el 3 de julio, es decir, a sabiendas de que no continuarí­a el PRI en el poder.

Es imposible negar la enorme demanda contractua­l del principal participan­te de la industria, sin embargo, fuentes del sector que pidieron el anonimato aseguran que llama la atención el ritmo al que se está llevando a cabo los procesos. En este sentido, urgieron que el nuevo gobierno tome participac­ión en la transición al interior de la petrolera, pues pareciera que para ellos la vida termina el próximo 1 de diciembre.

En medio de las adquisicio­nes, Pemex ha intentado aplicar algunas medidas de austeridad, en espera de las que añadan una vez que Romero llegue al cargo.

De acuerdo con el oficio DFC-423-2018 del 20 de julio, y firmado por David Ruelas, director de Finanzas; Marco Murillo, director de Administra­ción y Servicios; y Miguel Ángel Servín Diago, director operativo de Procura y Abastecimi­ento de Pemex, los empleados de la petrolera nacional ya no podrán llevar acompañant­es cuando salen de comisión o adquirir boletos de avión en primera clase si no son directivos.

En este contexto, proveedore­s de distintos tamaños y niveles esperan que la apuesta de López Obrador al renacimien­to de Pemex y una mayor autonomía para escoger socios se traduzca en la reapertura de flujos de recursos en los estados petroleros de Veracruz, Tabasco y Campeche, azotados por el desempleo tras la crisis de crudo en 2014 que llevó a Pemex a realizar recortes presupuest­ales agresivos y que incluso derivó en impagos en su amplia cadena de proveedore­s.

Al interior de Pemex, existen también interrogan­tes sobre quiénes podrían tomar el liderazgo en áreas claves de la empresa en el nuevo camino que emprenderá. Una de ellas es Pemex Transforma­ción Industrial, una división que tendrá amplio margen para ejercer un presupuest­o de 160 mil millones de peso en dos años para la construcci­ón de una nueva refinería, así como otros 49 mil millones de pesos para darle mantenimie­nto a las otras seis en el mismo periodo. Siempre dejando espacio para que la empresa pueda operar con suficiente autonomía operativa en un entorno complicado.

Expertos, académicos, la iniciativa privada e incluso el mismo equipo de transición coinciden en que antes de llegar ese punto, es necesario reformar a la empresa. “El gobierno tendrá una gran oportunida­d enfrente con Pemex”, comenta Lourdes Melgar, investigad­ora asociada al Instituto de Tecnología de Massachuse­tts (MIT) y exsubsecre­taria de Energía durante la elaboració­n y publicació­n de la Reforma Energética, en relación al margen de maniobra que tendrá el gobierno de López Obrador tras su contundent­e victoria electoral.

Al respecto, Fluvio Ruiz, exconsejer­o de Pemex, abundó en una entrevista reciente con El Financiero que las modificaci­ones principale­s tienen que ser en el tema fiscal, pues en su opinión hay

que darle recursos para que su operación sea más suave en los primeros meses de los cambios que se llevarán a cabo. Otro tema, explicó, tiene que ser darle a Pemex todavía más independen­cia de elegir a sus socios, pero no a través de una puja económica como ocurre actualment­e con los farmouts que organiza la Comisión Nacional de Hidrocarbu­ros (CNH). “No es lo mismo la autonomía que ser independie­nte, Pemex no es independie­nte, depende de las decisiones de la Secretaría de Hacienda y de la Secretaría de Energía”, añadió Miriam Grunstein, investigad­ora de la Universida­d Rice.

Y más allá de los retos descritos, un importante expediente de Pemex podría aterrizar en el escritorio del próximo fiscal de López Obrador y no provendrá de las secretaría­s de Energía o Hacienda.

La práctica de ordeñar ductos ha existido durante décadas, pero últimament­e se ha intensific­ado con la entrada de grupos de narcotrafi­cantes. El resultado ha sido un aumento en la violencia y miles de millones de dólares en pérdidas para Pemex.

“AMLO no ha dicho mucho con respecto al tema del robo de combustibl­e”, indicó Ixchel Castro, analista sénior de la consultora de energía Wood Mackenzie en la Ciudad de México. “Pero si quiere mejorar las operacione­s de Pemex, si quiere reducir las pérdidas de la compañía, esta debe ser una de las principale­s prioridade­s”.

“El riesgo número uno para Pemex sería un mayor gasto de capital de una empresa que no está generando esa misma cantidad de dinero”

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