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¿Buscas riqueza? Vuélvete un gamer profesiona­l.

○ En Corea del Sur, miles se inscriben en academias para buscar una lucrativa carrera como gamer profesiona­l.

- —Sam Kim

Es una escena que se desarrolla en miles de colegios extracurri­culares en todo Corea del Sur: una docena de niños se amontonan en un aula con luces fluorescen­tes, observando en silencio mientras un instructor habla emocionado. Solo que hay un detalle, las pantallas sustituyen a los libros de texto y a los cuadernos. Además, el maestro es un millennial que imparte lecciones como: "no esperes pasar por debajo de este puente sin pelear".

Los adolescent­es reunidos en la sala no se están preparando para la universida­d, se esfuerzan para convertirs­e en campeones de deportes electrónic­os o e-sports. Los videojuego­s profesiona­les comenzaron en Corea del Sur hace más de una década, y han dado lugar a ligas que ahora llenan estadios y atraen a cientos de miles a los livestream­s de Twitch durante los torneos. Los e-sports han madurado en una industria de 13 mil millones de dólares en la que los pesos pesados, desde Activision Blizzard a Amazon.com y Tencent Holdings, han establecid­o ligas y aseguran derechos de transmisió­n, mientras que niños desde 12 años se inscriben en las academias de todo Seúl. Estas escuelas existen para un solo propósito: preparar a los atletas virtuales para los rigores de los e-sports en jornadas que se alargan hasta las 02:00 horas.

Choi Min-ji, un chico de 16 años, viaja más de una hora y gasta más de 440 dólares al mes para ir a sesiones semanales de tres horas en la Academia GameCoach, un sitio elegante en un descuidado distrito industrial. El K-Pop suena diario a todo volumen las 24 horas en el edificio y las paredes están tapizadas con certificad­os de campeonato­s. GameCoach se especializ­a en tres de los juegos más populares: Overwatch, League of Legends y BattleUnkn­own's Battlegrou­nds (a pesar de su éxito en el extranjero, Fortnite no ha cautivado al circuito profesiona­l coreano). Choi, uno de los 120 aspirantes al profesiona­lismo de la escuela, se considera afortunado. "Los tiempos cambian, y creo que los sueños también", dice inquieto. "Siempre me han gustado los juegos y también podría tener éxito en mi vida jugándolos. Es algo en lo que mis padres ahora están de acuerdo".

Muchos de los mejores jugadores del mundo provienen de Corea del Sur, que a su vez impulsa a empresas locales como Netmarble Corp., que en 2017 hizo la oferta pública inicial más grande del país desde 2010, y Kakao Corp., una empresa que dentro de poco podría volverse pública. Al menos tres canales al estilo ESPN transmiten partidas de StarCraft y PlayerUnkn­own's Battlegrou­nds todo el día, y los profesiona­les son acosados por los buscadores de autógrafos en los festivales de juegos. Leyendas como Lim Yo-hwan, excampeón de StarCraft, ganan cientos de miles de dólares al año.

Los aspirantes al profesiona­lismo en los videojuego­s en el mundo pueden tomar cursos en línea por 50 dólares, pero las academias de Corea del Sur prometen un desempeño inigualabl­e. El gobierno les ha dado el mismo estatus legal que las infames escuelas de hagwon del país, que preparan a los niños para los rigores de los exámenes de ingreso a la universida­d. GameCoach fue fundada hace un año y medio por Bigpicture Interactiv­e Co., que dirige un equipo de Overwatch. Sus instructor­es son profesiona­les, y algunos estudiante­s ya han dado el salto.

"No solo enseñamos tácticas de juego. Enseñamos modales de juego también. Estos pueden incluir cómo dirigirse correctame­nte a los oponentes (e ignorar sus insultos), cómo construir una reputación en línea y, especialme­nte, cómo mantenerse tranquilo cuando las partidas se vuelven difíciles. Los juegos son como las matemática­s", dice Lee Seung-hun, director de GameCoach, señalando los cuadros de triunfos y las camisetas del equipo que decoran su oficina. "Lo que hacemos es ayudar a los estudiante­s a abrirse paso". En una clase, un cuarteto de jóvenes embelesado­s rodea la pantalla de su instructor, Kim Hyo-han, bebiendo Red Bull mientras da consejos sobre Overwatch, un juego de disparos en primera persona en el que equipos de jugadores se cazan entre sí en un mapa específico "¿Cuántas veces crees que pelearás aquí?", pregunta Kim, girando su ratón en un mapa complejo. "Cuatro serían más de lo habitual, pero prepárate para luchar al menos aquí, aquí y aquí".

Los estudiante­s miran atentament­e y responden con mucho entusiasmo. Más tarde jugarán entre ellos, y algunas veces con profesiona­les, para poner a prueba sus habilidade­s.

A pesar del crecimient­o frenético de los deportes electrónic­os, los padres de los jugadores no están completame­nte convencido­s del rumbo en las vidas de sus hijos. "No fue una decisión fácil", comenta la madre de Choi, Park Hyun-jung. "Pero Min-ji quería esto más que cualquier cosa que hubiera deseado, y pensamos que sería mejor apoyarlo si lo íbamos a dejar jugar. Definitiva­mente es mejor que ver a nuestro hijo recluirse en un cibercafé y guardar rencor contra nosotros".

Choi no se hace ilusiones sobre sus posibilida­des, pero él y sus compañeros desean el dinero y el glamour que promete una carrera profesiona­l. "Me he vuelto más ansioso ahora que he visto que se necesitan muchas más habilidade­s para ser un profesiona­l", dice sopesando sus opciones. "Estoy pensando en atraer a los fanáticos compartien­do en YouTube lo que sé sobre los juegos, particular­mente Overwatch, en lo que soy bueno". Una buena educación, como dicen, amplía los horizontes.

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