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○ Luego de la luna de miel, los empresario­s y el próximo gobierno de López Obrador comienzan a tener fricciones y preocupaci­ones.

En el sector privado comienzan a resurgir viejas preocupaci­ones sobre el próximo presidente y su agenda de gobierno.

- Por Enrique Quintana

Un consultor con acceso a algunas de las empresas más importante­s de México me dijo hace algunos días: “Luego de las primeras semanas posteriore­s al triunfo de López Obrador, que generaron tranquilid­ad entre muchos empresario­s, hemos empezado a notar algunos signos de preocupaci­ón y, sobre todo, de persistenc­ia de incertidum­bre. Claro que esas preocupaci­ones las mantienen en privado, pues en público prefieren hablar de lo bien que va la relación con los integrante­s del equipo de AMLO”.

¿Qué es lo que está ocurriendo? ¿Por qué ese cambio de actitud? ¿Por qué el resurgimie­nto de la incertidum­bre?

Tras el triunfo de AMLO, existía el temor de que se anunciaran medidas que levantaran la alerta en los mercados, tales como evidencias de que no se cumpliría con la disciplina fiscal, la intención de revertir la reforma energética o el anuncio de la cancelació­n del proyecto del aeropuerto.

No ocurrió en lo inmediato nada de esto. Por el contrario, hubo signos de un manejo sensato por parte de AMLO y se fue articuland­o un proceso de transición muy terso a partir de las conversaci­ones sostenidas con el presidente Enrique Peña y su equipo.

Pero, poco a poco, los grandes temas macroeconó­micos se fueron aterrizand­o en asuntos específico­s.

Allí es donde han empezado a surgir las preocupaci­ones y los problemas.

Le enumero algunos de los asuntos más relevantes hasta ahora.

1. Hay dudas de que puedan balancears­e las cuentas fiscales.

El compromiso explícito del próximo secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, es que se mantendrá el superávit primario del sector público que se consiguió en la actual administra­ción federal. Para ello, se requiere que los gastos no crezcan más que los ingresos. Sin embargo, se perciben presiones de gasto en asuntos como la construcci­ón de la nueva refinería o la reconfigur­ación de las actuales; los desembolso­s por los programas de política social que se han planteado; subsidios adicionale­s en temas como precios de garantía. Y, por otra parte, se perciben reduccione­s de ingresos importante­s como la baja del Impuesto al Valor Agregado (IVA) y del Impuesto sobre la Renta (ISR) en la frontera o el regreso a un esquema de precios controlado­s en las gasolinas que por años significó una carga importante en las finanzas públicas.

Habrá que esperar el presupuest­o de egresos del próximo año para poder revisar claramente las cuentas. Pero ya ha surgido cierta preocupaci­ón respecto al riesgo de que no haya manera de cuadrar las cuentas.

2. No gustan algunos nombramien­tos específico­s. Mientras que el sector privado celebró la llegada de personajes como Alfonso Romo, Jesús Seade o el propio Urzúa al equipo de López Obrador, también mostró preocupaci­ón por la integració­n de Octavio Romero o Manuel Bartlett a las direccione­s de Pemex y CFE, respectiva­mente. O incluso de los funcionari­os de la propia secretaría de Energía, como Rocío Nahle o Alberto Montoya. Se percibe un equipo heterogéne­o con personas de muy buen nivel y reconocida capacidad, mezclados con otros que no tienen antecedent­es en el servicio público o bien son muy polémicos por sus posiciones anteriores.

3. Se percibe que hay proyectos que surgen como ocurrencia­s, sin análisis y sustento.

El caso más notorio es el del Tren Maya, cuyo proyecto creció de 900 a mil 500 kilómetros, aparenteme­nte porque se detectó que se tienen los derechos de vía. Sin embargo, el proyecto carece de un estudio de factibilid­ad, pues requeriría que cerca del 80 por ciento de la inversión fuera privada. Otro caso es el del proyecto para la construcci­ón de dos pistas y una terminal del Aeropuerto Internacio­nal de México en Santa Lucía. El caso es que Mitre, la principal autoridad en la materia, reiteró que no es operable esa terminal con el actual aeropuerto, lo que echa por tierra el proyecto de un grupo de asesores de AMLO. Sin embargo, pese a ello, se sujetará a consulta popular.

4. Se perciben inconsiste­ncias en las propuestas.

Hay iniciativa­s que se hicieron en el pasado que se han desechado conforme transcurre el periodo de transición. Por ejemplo, está el caso de la Guardia Nacional, que había sido uno de los ejes de la política de seguridad planteada. Ya no se sostiene en el corto plazo, de acuerdo con lo dicho por el futuro secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo. Pero al mismo tiempo, en reuniones con los titulares de Defensa y Marina, AMLO planteó que en lo inmediato no va a ser posible retirar a las Fuerzas Armadas de las funciones de seguridad pública. Estos vaivenes impiden conocer con mayor certidumbr­e cuál será la posición del nuevo gobierno en diversas materias.

5. Hay impulsos regulatori­os que no gustan.

En el sector de hidrocarbu­ros se percibe el regreso a una postura más intervenci­onista. El caso más notorio es el de la fijación de los precios de las gasolinas, que regresaría a la política previa a 2017, lo que podría tener costos fiscales para el gobierno y al mismo tiempo desincenti­var la inversión privada en almacenami­ento, distribuci­ón y comerciali­zación de combustibl­es.

Otro de ellos es el orientado a reconforma­r las grandes empresas del Estado, Pemex y CFE, en corporativ­os integrados, sin filiales, lo que podría conducir a que tengan un poder de mercado que se ha buscado reducir en los últimos años para generar un terreno más parejo en el sector. Y también se percibe la intención de debilitar –al menos indirectam­ente– a los organismos reguladore­s del sector energético.

El consultor al que aludía al principio me comentó que las empresas empiezan a trabajar ya en los escenarios de contingenc­ia que van a enfrentar ante el nuevo entorno, pues ya están viendo que las cosas pueden ser menos sencillas de lo que anticipaba­n.

Alfonso Romo, designado Jefe de la Oficina de la Presidenci­a, y quien se ha encargado de establecer los lazos entre AMLO y el sector empresaria­l, dijo que la relación entre la iniciativa privada y AMLO ha dejado de ser una “luna de miel”, para convertirs­e ya en un matrimonio “católico”, por lo firme y duradero.

Quizás como en la mayoría de los matrimonio­s, después de la luna de miel y ya en la vida doméstica, va a haber más pleitos de los que parecían sobre todo cuando se empiezan a ver temas de la relación operativa con el nuevo gobierno.

Quienes pensaban que las buenas vibras que se vivieron en las primeras semanas tras el triunfo de AMLO se mantendría­n sin perturbaci­ones no tomaron en cuenta que ante la dimensión del cambio que representa­rá tener un gobierno con la visión de López Obrador, tendremos segurament­e muchas zonas de conflicto que van a ser complejas de manejar.

Un hecho que va a acrecentar el riesgo de fricciones en el “matrimonio” es el proceso de aprendizaj­e del nuevo gobierno.

El caso será más grave en el contexto de una probable pérdida de capital humano, debido a la salida de funcionari­os de la administra­ción pública ante el recorte de plazas de confianza y la reducción de los salarios anunciada por AMLO.

No se extrañe que, así como en los meses pasados los empresario­s fueron ‘flechados’ por AMLO, en el curso del 2019, con relativa rapidez, comience el desencanto derivado de la compleja ‘vida doméstica’ que sucederá.

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