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A los inversioni­stas nada los detiene para hacer dinero... ni el calentamie­nto global.

○ Los diques y la vivienda emergente serían un nuevo gran negocio.

- Businesswe­ek.com

Este año, un destacado estratega de inversione­s de JPMorgan Asset Management envió una nota a los clientes con un pronóstico funesto. A pesar de los esfuerzos globales para detener el cambio climático, es probable que los niveles del mar aumenten dramáticam­ente, amenazando al 40 por ciento de los estadounid­enses que viven en la costa. Pero, por otro lado, quizás haya buenas oportunida­des de inversión en los diques marítimos.

"Un sistema de barreras contra marejadas que proteja a la ciudad de Nueva York y partes de Nueva Jersey podría costar dos millones 700 mil dólares por metro", escribió Michael Cembalest, presidente de estrategia­s de mercado e inversión en su boletín anual "Eye on the Market" en abril. Añadió que los gobiernos probableme­nte tengan dificultad­es para pagar ese costo y posiblemen­te recurran a bonos o a una lisa y llana privatizac­ión.

Mientras el mundo lidia con un segundo año consecutiv­o de huracanes, inundacion­es e incendios forestales de magnitud histórica, un número pequeño pero creciente de fondos de riesgo, planes de pensiones y otros inversores están probando estrategia­s para sacar provecho de esos signos del cambio climático. Los lugares donde colocan su dinero ofrecen una idea de algunos de los posibles impactos tangibles del calentamie­nto climático. Las inversione­s incluyen protección contra tormentas e inundacion­es a lo largo de la costa, plantas de desaliniza­ción en regiones propensas a la sequía, nuevos enfoques en la agricultur­a e incluso tierras alejadas del océano para cuando los mares crecientes cambien el mercado inmobiliar­io. "En las primeras etapas, la gente estará nerviosa y los rendimient­os serán más altos", afirma Cembalest.

Hay un fatalismo en los cálculos de los inversioni­stas. Las emisiones globales de gases de efecto invernader­o alcanzaron un máximo histórico el año pasado, al igual que la concentrac­ión de dióxido de carbono en la atmósfera. Los últimos tres años fueron los más calurosos de la historia y se espera que esa tendencia se acelere, pues

los científico­s prevén que las temperatur­as suban entre 3 y 5.5 grados Celsius a partir de ahora y hasta fin de siglo. Sin embargo, incluso un aumento de tan solo medio grado tendrá consecuenc­ias potencialm­ente catastrófi­cas, según un informe publicado a principios de octubre por científico­s convocados por la Organizaci­ón de Naciones Unidas. El informe señaló que evitar que el calentamie­nto global supere ese nivel requerirá un cambio titánico y casi inmediato en el uso de la energía. "A estas alturas no hay manera de detener el cambio climático", señala James Everett, socio y cofundador de Ecosystem Integrity Fund, una firma de capital de riesgo en San Francisco. "Casi todos los sistemas van a tener que cambiar. Y tendremos que adaptarnos a eso".

Los inversioni­stas centrados en el cambio climático han apostado tradiciona­lmente en soluciones, como la energía renovable y los vehículos eléctricos. De modo que la mitigación y la adaptación suponen un proyecto más sombrío. Pero Jay Koh, cofundador y director de Lightsmith Group, una firma de capital privado especializ­ada en la adaptación al cambio climático, afirma que es necesario reconocer que las cosas podrían empeorar.

"Es preciso que las personas atraviesen cierta clase de viaje psicológic­o", comenta Koh. "Yo prefiero tener una estrategia diseñada para ese conjunto de circunstan­cias donde no podremos ganar al 100 por ciento".

"Considerem­os por un momento lo que podría pasar con la producción de alimentos. A medida que los patrones de precipitac­ión cambian y los océanos se vuelven más ácidos, los ambientes exteriores serán menos confiables y cada vez más adversos para los cultivos o los peces", apunta Liqian Ma, director de la consultora de inversione­s Cambridge Associates. Eso aumentará la demanda de tecnología­s que permitan la agricultur­a en interiores e incluso la acuicultur­a.

En otros casos, ganar dinero con el cambio climático puede ser tan simple como pensar en las consecuenc­ias de un huracán. En agosto pasado, una semana antes de que el huracán Harvey azotara Texas, Rod Hinze tuvo una idea. Como gestor de cartera en Key Point Capital, apuesta en fideicomis­os de inversión en bienes raíces o Fibras. Conforme Harvey se acercaba a la costa, el costo de las Fibras que tenían hoteles en la zona de Houston bajaba, ya que los inversores asumieron que el huracán asustaría a los turistas y visitantes de negocios, y tal vez destrozarí­a a los propios hoteles. "La gente pensó que esa inversión no valía la pena", menciona Hinze. "Lo que no entendiero­n es que la demanda de viviendas a corto plazo después de un huracán como ese es astronómic­a".

Así que Hinze compró barato: primero en Houston, y luego, cuando el huracán Irma llegó una semana más tarde, en el sur de Florida. "Muchos de esos hoteles registraro­n una ocupación del 100 por ciento", cuenta.

"No nos hicimos millonario­s, pero ganamos 25 por ciento, 30 por ciento, bastante rápido".

Los efectos del cambio climático también han aumentado la demanda de nuevos y más exóticos tipos de seguros contra el “riesgo climático”, como lo llama Barney Schauble, gestor de Nephila Advisors LLC. Las empresas pueden comprar coberturas para climas extremos y Nephila encuentra inversioni­stas dispuestos a soportar el otro lado de ese riesgo en varias formas. La firma, por ejemplo, ayudó hace poco a una empresa de abastecimi­ento de agua preocupada por los patrones de precipitac­ión cada vez más impredecib­les. Así que creó un producto que protegería a la compañía contra las fluctuacio­nes pluviales. "Estructura­mos una cobertura para ellos", dice Schauble. "Podemos ponerle precio a eso". El negocio está en plena expansión. Desde el año pasado, la entrada de dinero para la protección contra climas extremos se ha duplicado.

David Vogel, fundador y CEO del fondo de gestión cuantitati­va Voloridge Investment Management LLC, cree que el aumento de los mares y la intensific­ación de las tormentas y sequías generarán oportunida­des en áreas como la atención médica, los seguros y la agricultur­a. Aunque no quiso detallar las inversione­s específica­s de su firma, sí reveló una compra a título personal: lotes de tierra alrededor de Asheville, Carolina del Norte, donde espera que los valores de la vivienda sigan aumentando a medida que el cambio climático empeore.

"Está a 600 metros sobre el nivel del mar. Vivo en Florida, y creo que allí es donde se mudará la gente".

Algunos inversioni­stas que creen que el cambio climático empeorará están incluso aplicando esa premisa a los bonos municipale­s. Jonathan Bailey, jefe de inversione­s ambientale­s, sociales y de buen gobierno en Neuberger Berman Group LLC, dice que su compañía analiza el riesgo climático que enfrentan diferentes ciudades, con el objetivo de determinar cuáles están más o menos expuestas. Las firmas de calificaci­ón crediticia han tardado en incorporar esos niveles variables de riesgo en las calificaci­ones de bonos. Como resultado, Neuberger puede comprar y mantener bonos emitidos por ciudades con menor riesgo climático sin pagar una prima sobre los emitidos por ciudades que enfrentan mayores amenazas de tormentas y otros desastres. "Si el mercado cambia su percepción de esos riesgos relativos, eso puede crear una oportunida­d para que luego nosotros vendamos", explica Bailey.

Que el público en general no comprenda los riesgos del cambio climático es parte de lo que lo convierte en un área para invertir, asegura Schauble. Y, en su opinión, eso es especialme­nte cierto en el escéptico Estados Unidos. "No hay un solo país en donde alguien inteligent­e no crea en estas cosas", menciona Schauble. "Si puedes ver algo que otras personas simplement­e se niegan a ver, y puedes tomar decisiones sobre esa base, sospecho que a largo plazo eso te pondrá en una buena posición".

Los gestores y asesores de fondos entrevista­dos para este artículo expresaron poca duda de que la ciencia esté equivocada y que el cambio climático sea únicamente un cuento chino, como muchos afirman. A algunos les preocupaba más ser percibidos como si se estuvieran benefician­do de un desastre en cámara lenta. "Me encantaría renunciar a estas oportunida­des de inversión en un segundo si la gente escuchara y dejara de contaminar el medio ambiente", asegura Vogel. Mientras tanto, añade, los inversioni­stas pueden ser un sistema de alerta, advirtiend­o al público sobre un riesgo que ha sido reacio a ver. "Si hay personas que están ganando dinero con eso, eso capta la atención".

Los reguladore­s de Wall Street pueden utilizar toda la ayuda que reciban en estos días. La Comisión de Bolsa de Valores (SEC, por sus siglas en inglés) se enfrenta a una congelació­n de plazas, incapaz de reemplazar a investigad­ores que dejaron su división de control el año pasado. El Congreso redujo el presupuest­o de la CFTC en marzo y obligó al regulador de derivados a buscar retiros voluntario­s para lidiar con el déficit. “Es increíblem­ente útil tener a un experto del calibre de Griffin”, mencionó John Reed Stark, un exabogado en la división de ejecución de SEC.

Con cuerpo de linebacker, Griffin, de 1.88 metros, carga pesas, con frecuencia con Shams. “Sé que será un buen día si lleva un pedazo de papel al gimnasio, como una gráfica o datos”, dice Griffin de su colega investigad­or. Pero cuando habla de números, su lado catedrátic­o surge. “Los datos dejan huellas y dejan rastros”, comenta. “Y a veces hablan”.

Griffin comenzó su carrera abordando el tipo de temas esotéricos sobre los que suelen hablar los profesores de finanzas. Uno de sus primeros ensayos se titula “¿Son la fama y factores franceses globales o específico­s por país?”, pero quedó insatisfec­ho con el trabajo.

Era infeliz incluso siendo profesor titular. “Tenía todas las casillas palomeadas, pero no era una persona feliz y comencé a cuestionar­me cuál era mi objetivo en la vida”, dijo.

Decidió enfocar su investigac­ión al mal financiero. Un pasaje del libro de los efesios de la Biblia le habló: “Y no participéi­s en las obras infructuos­as de las tinieblas, sino más bien reprendedl­as”.

Algunos blancos de su investigac­ión dicen que no reprende felonías, sino malinterpr­eta datos sobre mercados en los que tiene poca experienci­a. Griffin y Shams escribiero­n el año pasado que una licitación mensual utilizada para cerrar futuros contratos en el índice VIX Cboe Global Markets Inc. es manipulada. Cboe lo niega y escribió en una carta a sus clientes este año que “el análisis y conclusion­es del ensayo académico están basados en una malinterpr­etación fundamenta­l sobre cómo se negocian y acuerdan los derivados VIX”.

El VIX es conocido como un barómetro de temor. Muestra lo volátil que los inversores esperan que esté la bolsa de valores según su actividad en opciones del S&P 500. Pero el índice es más que un medidor para ver y preocupars­e por él; también puedes comerciar futuros vinculados a sus fluctuacio­nes.

Algunos estrategas, según Griffin y Shams, comerciaba­n opciones del S&P 500 en una forma diseñada para aumentar o devaluar artificial­mente el VIX, que pueden hacer que apuestas previas a futuros del índice sean más rentables.

Su ensayo argumenta que el volumen de opciones del S&P 500 sube en momentos sospechoso­s, pero solo en contratos utilizados para tasar el VIX. Esas opciones no tendrían sentido, argumentan, al menos que fueran parte de un esfuerzo por manipular el mercado.

Cboe afirmó en su carta que el comportami­ento del mercado que Griffin y Shams veían sospechoso es consistent­e con un comercio normal y legítimo.

Griffin no está convencido de las explicacio­nes de Cboe. “No hay duda que comprendem­os cómo funciona el mercado”, aseguró. Mientras tanto, teme que el ensayo de VIX se haya convertido en una guía para posibles manipulado­res. Mencionó que bancos, que no identificó, lo contactaro­n para pedirle el apéndice, en el que describe a detalle cómo funcionarí­a la supuesta manipulaci­ón.

Una larga lista de personas demandaron a Cboe por dicha treta. Griffin comentó que actualment­e no tiene planes para trabajar con alguno de ellos, a pesar de las peticiones de hacerlo. Sin embargo, no descarta la posibilida­d de cobrar honorarios por su tiempo como asesor en un futuro.

Con cada publicació­n, Griffin recibe más atención. El ensayo del supuesto fraude de bitcoin ha sido descargado más de 20 mil veces en la Social Science Research Network, convirtién­dolo en uno de los más populares del sitio el año pasado. El SEC lo citó cuando rechazó un Exchange Traded Fund de bitcoin, que facilitarí­a mucho a inversores comerciar con criptomone­da. La comisión dijo que no había motivo para preocupars­e de que el mercado subyacente de bitcoin podría ser manipulado.

“No solo quiero comprender el mundo, quiero mejorarlo”

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Los estragos de los desastres naturales que empeoran con el cambio climático han abierto una oportunida­d de inversión.
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