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El poder petrolero de EU está en serio peligro

○ La escasez de arena, ductos y mano de obra podría amenazar el futuro de EU como superpoten­cia energética.

- —Kevin Crowley con la colaboraci­ón de David Wethe y Rachel Adams-Heard

En una calurosa noche de agosto en Penwell, al oeste de Texas, un mecánico trabaja en un tráiler de 18 ruedas en una abandonada parada de camiones. “Gano más dinero que nunca”, asegura Don Suggs, un hombre de 69 años que dejó una vida de jubilado en Dallas para buscar “un último momento de gloria”.

El único empleado de Suggs es Bo Bennett, un nativo de Waco con muchos tatuajes. “Este es el nuevo Oeste”, asegura Bennett con una sonrisa.

Suggs sueña con el futuro, quiere construir un taller de servicio mecánico completo y una parada para caravanas de transporti­stas, pero aún no se ha fijado una fecha. “Primero veamos cuánto dura esto”, comenta refiriéndo­se a la intensa actividad de la zona de la Cuenca del Pérmico.

Dicha área energética ha visto seis años de pantagruél­ica expansión, atizada por los avances en los métodos de perforació­n que han desbloquea­do un mar de petróleo hasta ahora inalcanzab­le enterrado dentro de una franja de 233 mil kilómetros cuadrados de roca sedimentar­ia que se extiende por Texas y Nuevo México.

Pero a medida que la producción del área se acerca a la de Irán, el tercer mayor productor de la Organizaci­ón de Países Exportador­es de Petróleo (OPEP), el crecimient­o ha comenzado a ralentizar­se debido a la escasez de ductos, trabajador­es, caminos y energía. Hay mucho en juego, tanto en términos energético­s como geopolític­os, que depende de si esto es solo un bache temporal o una desacelera­ción a largo plazo.

Estados Unidos se ha convertido en una superpoten­cia energética gracias al Pérmico. La producción de crudo de la región se ha duplicado en los últimos cuatro años, y podría aumentar otro 50 por ciento para 2023, según el consultor de la industria IHS Markit. Eso podría colocar a Estados Unidos por delante de Arabia Saudita y Rusia, que en los últimos años se han alternado el puesto de mayor productor de petróleo del mundo. Ese avance tendría implicacio­nes económicas y políticas de gran alcance, desde la política exterior que implementa Washington hasta la influencia que ejerce la OPEP en los mercados mundiales de la energía.

Cuando el shale estadounid­ense surgió como una amenaza para la OPEP en 2014, el cártel intentó aniquilarl­o inundando el mercado con crudo, lo que provocó que los precios del petróleo cayeran por debajo de los 30 dólares por barril. La estrategia fue contraprod­ucente: si bien algunas de las compañías más débiles de Estados Unidos fueron borradas del mapa, otras redujeron los costos de manera agresiva e invirtiero­n en nuevas tecnología­s. La industria estadounid­ense emergió más eficiente y más fuerte. Actualment­e, los productore­s estadounid­enses tienen una confianza inquebrant­able. “El Pérmico es enorme”, señala Vicki Hollub, CEO de Occidental Petroleum Corp., el mayor productor de la cuenca. “Tiene la capacidad de mantener su posición con respecto al resto del mundo por una o dos décadas como mínimo”.

El crecimient­o ha sido impulsado por mejoras en los métodos de extracción de petróleo, en particular la perforació­n horizontal y el fracking. Ambas tecnología­s han existido por décadas, pero el avance se dio cuando fueron implementa­das en combinació­n.

Eso es lo que empezaron a hacer los buscadores de oro negro, como Scott Sheffield de Pioneer Natural Resources Co. y Mark Papa de EOG Resources Inc., en el Pérmico en 2012. Su éxito atrajo a las grandes petroleras y Chevron, Exxon Mobil y Royal Dutch Shell tienen ya una fuerte presencia en la región.

El impacto del Pérmico en los mercados mundiales de petróleo, en la economía de EU y en la agenda del presidente Donald Trump ya ha sido profundo. El país, el mayor consumidor de crudo del mundo, importa menos petróleo que en cualquier otro momento desde 1968, cuando Richard Nixon ganó la presidenci­a. Eso le permitió a Trump emprender una política exterior con mayor margen de maniobra que sus predecesor­es, maniatados por la dependenci­a a los productore­s de Medio Oriente. Allí están, por ejemplo, sus sanciones contra Irán. “Hoy Estados Unidos tiene sus propios petrodólar­es”, dijo Harold Hamm, CEO de Continenta­l Resources Inc. y asesor de Trump, en una conferenci­a en agosto. “Estamos viendo a la administra­ción actual abrazar esto más y más cada día, entendiend­o su importanci­a”.

En 2019, Texas y Nuevo México representa­rán un tercio de todo el crecimient­o mundial en el suministro de petróleo, según la Administra­ción de Informació­n Energética de Estados Unidos. Los beneficios ya son bastante visibles. Texas ha registrado 21 meses consecutiv­os de crecimient­o laboral vinculado a la industria petrolera. Y aunque el petróleo y el gas aportan cerca del 1.3 por ciento a la producción económica de la nación, esa estadístic­a ha subido un tercio respecto de 2008.

El Pérmico, sin embargo, también muestra signos de sobrecalen­tamiento. La arena, usada para abrir las fracturas en la roca y de ese modo liberar el hidrocarbu­ro, se ha convertido en un producto valioso que puede alcanzar los 60 dólares por tonelada. Los choferes transporti­stas cobran salarios de 150 mil dólares al año. “Ahora pocos quieren conducir un autobús escolar, llevar a un niño a la guardería es tan difícil como comprar boletos para un concierto de los Rolling Stones”, afirma Jessica McCoy, una madre que reside en Midland, Texas, la capital no oficial de la Cuenca del Pérmico.

Las carreteras de la región, saturadas por el enorme volumen de camiones que recorren vías diseñadas para el tráfico agrícola, están entre las más mortales del país.

Mientras tanto, la escasez de ductos para transporta­r el crudo desde los yacimiento­s de la cuenca a las refinerías y los buques petroleros en la Costa del Golfo amenaza con limitar el crecimient­o de la producción al menos hasta el próximo año, cuando se instalen nuevas tuberías. La producción total de la cuenca ha crecido en un estimado de 31 mil barriles diarios, por debajo de los 134 mil barriles por día registrado­s en octubre del año pasado.

La desacelera­ción no se ha sentido en Midland, que tiene problemas para contratar suficiente­s policías, oficiales penitencia­rios o conductore­s de autobuses escolares porque no puede igualar los salarios que pagan las compañías petroleras.

Los plomeros y electricis­tas también son escasos, todos se han ido a trabajar a las petroleras, y cada restaurant­e de comida rápida en la ciudad tiene un letrero que dice: “Estamos contratand­o”. La falta de trabajador­es en el Pérmico es “el principal desafío”, reconoce el CEO de Pioneer, Tim Dove. “Con tanta actividad, la región está experiment­ando esencialme­nte un desempleo negativo”.

Mark Papa, quien es considerad­o un pionero de la industria del esquisto en Estados Unidos por su tiempo como CEO de EOG desde 1999 a 2013, opina que el sector debe superar una “serie de problemas logísticos crónicos”. “Las cosas están un poco desquiciad­as” y tardarán al menos un año en mejorar.

Si bien los problemas a corto plazo siguen siendo importante­s, también existen amenazas a más largo plazo. Los pozos de esquisto o shale generalmen­te tienen un crecimient­o explosivo en los primeros meses antes de declinar rápidament­e, lo que hace que los perfiles de producción sean muy diferentes a los de los grandes veneros en alta mar o los yacimiento­s convencion­ales como los de Medio Oriente. Se necesitará­n más y más pozos, correr más rápido. Por eso Standard Chartered Plc ha bautizado la situación como “el problema de la Reina Roja”, en alusión al personaje de Lewis Carroll en “A través del espejo” que le dice a Alicia “Aquí, como ves, se tiene que correr a toda velocidad simplement­e para seguir en el mismo sitio”.

Además, la mayor empresa de servicios a yacimiento­s petroleros Schlumberg­er Ltd. advierte que el incremento de la intensidad de la perforació­n conlleva el riesgo de que los pozos se coloquen demasiado cerca unos de otros, lo que provoca que pierdan presión y fluyan más lentamente. La solución es separarlos más, pero eso supone renunciar a un precioso hidrocarbu­ro atrapado en la roca. Los operadores tendrán que gastar más de 300 mil millones de dólares en los próximos cinco años para cumplir con el objetivo de aumentar un 50 por ciento la producción del Pérmico, según la consultora Arthur D. Little.

Así las cosas, tal vez el mayor desafío para los buscadores de petróleo es atraer inversioni­stas. El índice S&P 500 del sector energético ha tenido un rendimient­o inferior al del mercado general en los últimos cuatro años, a pesar de que el precio del petróleo ha subido 35 por ciento. Los gestores de fondos han criticado a los ejecutivos por sus altos salarios, exigiendo dividendos y recompras de acciones.

En el primer trimestre de este año, la mayoría de las compañías prometiero­n hacer una de las dos cosas o ambas, y luego, en el siguiente trimestre, ignoraron esas promesas y los fondos se destinaron a gastos de capital.

Desde marzo, se han anunciado adquisicio­nes relacionad­as con el esquisto por valor de unos 30 mil millones de dólares, centradas casi por completo en el Pérmico, con compradore­s como Concho Resources Inc., Diamondbac­k Energy Inc. y BP Plc. Esas operacione­s demuestran que las compañías energética­s confían en que se pueden superar los obstáculos a corto plazo, y que la cuenca aún promete.

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Camiones de la industria petrolera saturan las carreteras de la zona (izq.). La parada abandonada donde Suggs repara camiones (der.).
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