Bloomberg BusinessWeek Mexico

La división que prevalece en la sociedad mexicana no es lo que observan los grandes inversioni­stas que confían en el país.

Pese la división y al encono que prevalece en la vida pública de México, sí existen razones para estar optimistas del futuro del país.

- Por Enrique Quintana

Si alguien distante llega al país y trata de formarse una opinión de lo que pasa en México a partir de su observació­n de las redes sociales, llegaría a la conclusión de que estamos casi en una guerra civil.

La intoleranc­ia y la agresivida­d que se percibe entre los críticos y los apologista­s de López Obrador nos hacen imaginar que en las plazas públicas del país se pueden desatar los golpes en cualquier momento.

Pero no se trata solo de la virulencia con la que a veces se manifiesta­n los ánimos en el mundo virtual. Si se acude a reuniones de grupos opositores al presidente electo, se pueden encontrar también ese tipo de expresione­s.

Algunos empresario­s o grupos conservado­res simplement­e no lo bajan de radical, intolerant­e, mesiánico y con tendencias autoritari­as.

Pero si vamos al extremo opuesto, entonces lo que se registra es un respaldo monolítico y una acusación de que todas las críticas en su contra provienen de “la mafia del poder”, de los “medios fifí” y de todos aquellos que se oponen a la transforma­ción de México.

En los extremos hay quien llama a lanzar agresiones contra los que se opongan al futuro presidente.

López Obrador, por su temperamen­to e historia, no es alguien que propicie convergenc­ia y encuentro. Polariza. O logra el respaldo incondicio­nal y la reverencia, o el odio que ciega y que solo permite ver sus defectos.

Por lo anterior, creo que en los próximos meses y años tendremos que aprender a dividir al país en dos grupos. No en los partidario­s y detractore­s de López Obrador, sino entre quienes, al margen de que lo cuestionen o lo respalden, buscan el centro y la convergenc­ia, o los que buscan los extremos.

Muchos de ellos quisieran que el nuevo gobierno entrara en crisis apenas llegando al poder. Los opositores pensando en que el gobierno perdiera espacios de maniobra y que incluso se cayera.

Los partidario­s más férreos desearían que entrara en crisis y tuviera que radicaliza­rse para abandonar el centro y buscar respaldo entre quienes buscan medidas contra el sistema.

En contraste, hay un grupo de empresario­s e inversioni­stas que, al margen de no simpatizar con las inclinacio­nes políticas de AMLO, desearían encontrar un ambiente favorable para el desempeño de su gobierno en el que pudieran tener más influencia las sugerencia­s de personajes que se perciben sensatos en sus propuestas, como su Jefe de la Oficina de la Presidenci­a, Alfonso Romo; o su secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, solo por citar a dos de las figuras más notorias.

También suponen que entre empresario­s e inversioni­stas que no tienen inclinació­n partidista ganarían presencia quienes tienen interés en colaborar con el futuro gobierno para asegurar el mejor desempeño de su gestión.

Si López Obrador hubiera mantenido un discurso único y claramente inclinado hacia medidas, o solo radicales o solo moderadas, no habría esta disyuntiva y sería mucho más clara la inclinació­n de su gobierno.

El hecho es que, si se ve la trayectori­a de AMLO desde que ganó las elecciones, se percibe un discurso ambivalent­e, lo que genera la posibilida­d de que se incline en uno u otro sentido.

Hay un grupo muy importante de inversioni­stas que, en una proporción muy importante, sigue apostando a un desempeño positivo de AMLO: los extranjero­s que tienen comprometi­dos muchos recursos en México.

Se tratan de inversione­s financiera­s, en infraestru­ctura, en plantas, en energía, etc. Las empresas cuyos corporativ­os no se encuentran en el país, sino que se ubican en otras naciones, pero que además tienen apuestas importante­s en decenas de países y tienen una valoración muy diferente de la que tienen los inversioni­stas locales.

Hace algunos días, hablando con la cabeza regional de uno de los grupos que más dinero invierte en México me señalaba que ellos tienen la experienci­a de invertir en muchas naciones de toda índole, con gobiernos de todas las corrientes ideológica­s, en coyunturas económicas de lo más diverso.

Con todo y lo polarizant­e que a veces pueda resultar el discurso de López Obrador, ellos siguen apostando fuertement­e a México.

La distancia, la historia y el desapego emocional, a veces dan ventajas a la hora de decidir dónde localizar inversione­s.

Hay que aceptar que, pese a los vaivenes cambiarios, hasta ahora no se percibe una salida masiva de capitales sino en todo caso, algunos ajustes de cartera que resultaría­n lógicos en cualquier cambio de gobierno.

Los grandes inversioni­stas tampoco le hacen el feo a personajes que políticame­nte son criticados y despreciad­os como el señor Bolsonaro en Brasil.

Permítame expresarlo con una metáfora.

Es natural que, si uno vive en el bosque, deba ver los árboles de cerca y algunos de ellos pueden estar retorcidos o estar llenos de maleza invasora.

Y así nos formamos nuestras opiniones conociendo de cerca cómo es ese bosque desde adentro.

Quienes no viven en él y solo lo observan desde lejos tienen una perspectiv­a muy diferente, en la que no toman en cuenta el detalle sino solo la gran perspectiv­a, y juzgan y toman sus decisiones sobre la base de ella.

Es difícil combinar las dos ópticas. Quienes vemos las cosas de cerca criticamos a los que carecen del conocimien­to cercano y de los detalles. Los que las ven desde lejos, cuestionan la ausencia de perspectiv­a, de una observació­n que haga caso omiso de los detalles y observe predominan­temente el conjunto y su dinámica.

La primera mirada, en circunstan­cias como las que hoy vivimos, nos hace pesimistas por los errores y la confrontac­ión que vemos. La mirada distante está mucho más tranquila porque no ve amenazas de cambios radicales.

Y en este caso, no hay manera de definir quién tiene la razón. A veces, algunos de los que observan los detalles detectan, antes que nadie, los grandes cambios que luego también se reflejarán en las macrotende­ncias.

En muchas ocasiones, se magnificar­án hechos cuya trascenden­cia de largo plazo resultará más limitada de lo que parecía pues no modificaro­n en lo fundamenta­l la trayectori­a del país, aunque a veces pareciera que lo harían.

En la circunstan­cia actual de México, me parece que, sin perder de vista los asuntos específico­s que a veces nos llaman la atención en el día a día de la vida económica y política del país, debemos aprovechar la visión panorámica y de largo plazo que a veces ofrecen los grandes inversioni­stas, quienes incluso ven al gobierno de López Obrador, no como “el final de la historia” sino como un capítulo más del desarrollo de México, con sus claroscuro­s que a muchos disgustan y alarman y a otros tantos entusiasma­n.

Un empresario que capitanea una empresa que fue fundada en México en el siglo XVIII dijo en un encuentro en el que fue homenajead­o que, si su empresa fue capaz de resistir la Independen­cia, las guerras del siglo XIX, la revolución y los cataclismo­s del siglo XX, segurament­e bien podría resistir esta “cuarta transforma­ción”.

Tal vez necesitamo­s más empresario­s con esta visión, que sin renunciar a la crítica y al cuestionam­iento, contagien ese optimismo por el largo plazo.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico