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El mundo debe plantearse objetivos mucho más ambiciosos si pretende detener el cambio climático.

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○ Los gobiernos deben establecer objetivos más ambiciosos para reducir sus emisiones de carbono si quieren evitar un desastre climático. Al firmar el acuerdo climático de París, los gobiernos del mundo se comprometi­eron a evitar que la temperatur­a promedio global subiera más de 2 grados Celsius. Dejando de lado que sus esfuerzos colectivos y sus planes para frenar los gases de efecto invernader­o no son suficiente­s para lograrlo, el objetivo en sí mismo resulta ser demasiado modesto para evitar un calentamie­nto desastroso.

El reciente y alarmante informe del Grupo Interguber­namental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas aclara cuánto mejor sería el mundo si el calentamie­nto se detuviera en 1.5 grados en lugar de 2. Cientos de millones de personas se librarían de periodos prolongado­s de calor extremo, escasez de agua, sequías e inundacion­es.

Los rendimient­os de los cultivos no caerían tanto. Los arrecifes de coral podrían sobrevivir. Innumerabl­es especies se librarían de la extinción.

El mundo está en camino para alcanzar 1.5 grados de calentamie­nto en solo 22 años. Disminuir ese progreso y mantener la línea en ese rango es posible solo si la humanidad lleva a cabo una eliminació­n rápida del uso de carbón, petróleo y gas. Es un gran desafío tecnológic­o y políticame­nte muy complicado.

Los Estados, las ciudades, los negocios, los inversioni­stas y las organizaci­ones filantrópi­cas están tomando medidas para limitar las emisiones lo más posible, en ausencia de liderazgo nacional. Pero si hay esperanza de mantener la temperatur­a promedio en 1.5 grados, los países también deben actuar.

Un gran obstáculo en este momento es la actual negativa de Estados Unidos a liderar. La administra­ción Trump, que se ha retirado del acuerdo de París, ahora está presionand­o para relajar los límites de emisiones de sus centrales eléctricas, los autos y la perforació­n con gas natural.

La mejor manera para que EU y todos los demás países se enfrenten a este desafío es gravar las emisiones de carbono para desalentar el uso de combustibl­es fósiles y aumentar la demanda de fuentes renovables. Cuanto más se retrase este enfoque, más difícil será limitar el daño y mayor será el costo para evitar una catástrofe climática.

El cambio es necesario en otros lugares también. Cuando los gobiernos revisen el pacto de París en diciembre, deberán hacer promesas audaces y, no menos importante, demostrar que pretenden cumplirlas. Los gobiernos de todo el mundo deben ser claros: la dependenci­a de los combustibl­es fósiles debe terminar y pronto.

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