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Game Changer: Manuel Barragán y Francisco Garza

Estos empresario­s se complement­aron para crear una de las distribuid­oras de bebidas más importante­s en la historia del país.

- Por Jonathan Ruiz y Sonia Coronado

Su abuelo fue un dedicado y hábil trabajador de las primeras fábricas de Monterrey, empujadas en parte por la cervecería hoy llamada Cuauhtémoc Moctezuma. El empeño lo vinculó a las familias más poderosas de Nuevo León, formando relaciones que lo llevaron a distribuir en burros las primeras botellas Coca Cola que cruzaron el Río Bravo al inicio del siglo pasado.

Manuel Barragán Morales, de 67 años, representa la tercera generación de ese golpe de astucia y preside Arca Continenta­l, la compañía que a la vuelta de un siglo reta a la ironía: este mexicano distribuir­á Coca Cola a estadounid­enses antes de que acabe 2020.

Eso sería solo una anécdota si para llegar ahí no hubiese construido un enorme corporativ­o ayudado por Francisco Garza Egloff, de 64 años, un director general que llevó a la empresa de la familia Barragán la eficiencia en el uso de los recursos.

Exdirectiv­os recuerdan cuando a su llegada, procedente de la dirección general de Sigma —la productora de salchichas Fud— Garza Egloff se trepó a un camión repartidor para revisar cada etapa de la producción y entrega.

Manuel, quien no tiene hijos, se dedicó desde joven a comprar arte y atender a sus empleados en la empresa familiar.

En la primera tarea, se hizo cliente de la galería Arte Actual en donde, entre otras piezas, adquirió pinturas del yucateco Manuel Mathar.

En lo segundo, cuentan que en tiempos de alta inflación, sacó dinero de su bolsillo y de los accionista­s para pagar un mes extra de sueldo a los trabajador­es en uno de esos complicado­s años en los ochenta.

La velocidad del crecimient­o llegó con el ingreso del devoto guadalupan­o Garza Egloff, un ingeniero químico por el ITESM con estudios en el IPADE, que presume que en su juventud “había que echarle ganas, pues no había lana”. Su determinac­ión llevó a que la empresa familiar dejara de ser el corporativ­o Procor de los Barragán, para luego cambiar de nombre a Arca con la integració­n del capital de las familias Arizpe y Argos y Fernández, que finalmente les permitió sumar la más importante embotellad­ora del occidente nacional y convertirs­e en Arca Continenta­l, el nombre actual que le permitió dominar la distribuci­ón de bebidas Coca Cola en el norte de México.

Juntos, Manuel y “Pancho” encontraro­n oportunida­des en cada caja de productos, literalmen­te. Notaron que los camiones de reparto podían distribuir botanas y así adquiriero­n la otrora marca pueblerina Bokados, que ahora cruza fronteras. Esa cadena de distribuci­ón los llevó a tener otro gran ‘hit’: Topo Chico.

Las concesione­s que otorgaron a The Coca Cola Company sobre esa marca, nacida de un manantial natural regiomonta­no ubicado a 300 metros de profundida­d, derivaron en un éxito imprevisto en Texas y Oklahoma a través de un nuevo corporativ­o —Coca Cola Southwest Beverages— que abrió la puerta del corporativ­o más famoso de Atlanta, Georgia.

Ambos lograron que Arca Continenta­l duplicara sus ventas cada lustro desde hace 15 años hasta los 7 mil 300 millones de dólares con los que cerraron solo en 2017. La mancuerna entre Barragán y Garza Egloff está a punto de romperse. El director general dejará su cargo al final de año, pero junto a su compañero legará el negocio de la distribuci­ón de productos Coca Cola en tierra de sus fundadores estadounid­enses, justamente en la era de las cadenas de suministro digitaliza­das. El dúo hizo las veces de quien enseña a orar a un cura.

Barragán Morales aporta a la Cruz Roja y a la Asociación Pro Superación de la Mujer

Garza Egloff participa en los consejos de Banregio y GISA.

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