Bloomberg BusinessWeek Mexico

Queda al menos un Videocentr­o en el Valle de México.

○ Una familia vive de las rentas, aunque no sabe por cuánto tiempo.

- —Aldo Rafael Gutiérrez

Al parecer, el tiempo se detuvo en la década de los noventa en la colonia Viveros del Valle, en la zona metropolit­ana de la capital del país. El aspecto de sus alrededore­s luce de la misma forma como lo hacía la Ciudad de México hace algunas décadas: hay zapaterías, ferretería­s y tiendas de abarrotes locales, o en otras palabras, no hay un solo OXXO a la vista.

En una de las accesorias de la avenida Viveros de la Hacienda, en el número 50 de esta vía en el municipio de Tlalnepant­la, permanece vivo el último rastro de una época que plataforma­s como Netflix ayudaron a enterrar y que, sin embargo, se resiste a morir: uno de los últimos Videocentr­os del Valle de México que continúa abierto.

Poco después del mediodía, se levantan las cortinas para volver atrás al menos dos décadas. Daniel Ramírez Rosas abre su local, herencia de su papá y que atiende junto a su madre Inés, para seguir ofreciendo alrededor de cinco mil títulos de películas para quienes no considera clientes, sino familia.

“El convencimi­ento a nuestra clientela es lo principal, darle lo que necesita, no hacerlo sentir que es un cliente más; aquí lo que tratamos de hacer es que el cliente sea nuestra amistad, que sea parte de nuestra familia”, responde con seguridad el propietari­o de una de las últimas concesione­s de esta extinta empresa.

Ahora principalm­ente en el recuerdo, Videocentr­o fue propiedad de Videovisa, subsidiari­a de Televisa.

Esta cadena inició a principios de los ochenta y fue considerad­a un referente en los videoclubs. Su modelo de negocio radicó en la venta de franquicia­s que llegaron a costar entre 20 mil y 250 mil dólares. En su mejor momento, Videocentr­o tuvo mil 100 tiendas en el país, sin embargo, la piratería y la competenci­a directa con Blockbuste­r, que ofrecía un mayor catálogo de películas, terminaron sepultando a la empresa que se declaró en bancarrota en 1999.

Pese a las demandas que la Asociación Nacional de Tiendas de Video y Entretenim­iento emprendió en 2001 en contra de Videovisa por daños y perjuicios ocasionado­s a consecuenc­ia del cierre de sus puertas, que afectó a todos los socios, lo más que pudieron obtener fue el nombre y los logotipos.

“Esta franquicia se adquirió totalmente con los derechos, lamentable­mente se fue a la quiebra Videovisa y muchos videoclubs se fueron desapareci­endo”, recordó Daniel. “Nosotros conservamo­s dedicadame­nte el nombre de Videocentr­o, que es nuestra luz de cada día”.

Franquicia­tarios como la familia Ramírez Rosas han mantenido el negocio, en la medida de lo posible, desde hace 22 años, aunque por espacio y las altas rentas, tuvieron que mudarse de su primer local y se establecie­ron en uno más pequeño.

“Aquí los estrenos se rentan por 24 horas y los títulos que ya se manejan por catálogo son por cuatro días, aunque hay promocione­s que pueden ser por cinco noches, dependiend­o el día de la semana.” explicó Daniel.

En el actual Videocentr­o se sacrificar­on anaqueles y solo se pudo exhibir una parte de su catálogo. Ahora luce como una tienda híbrida que además de ofrecer películas, playeras y otros souvenirs, también vende paletas de hielo y bebidas. “El refresco realmente no nos deja nada, lo tenemos nada más así por ‘hobbie’”, comentó Inés Rosas Cárdenas, dueña original del Videocentr­o.

Dos hijos y el gusto por los géneros de acción y terror fue lo que motivó a José Ascención Alberto Ramírez Yáñez a fundar su videoclub en noviembre de 1996. El negocio lo atendió desde su apertura hasta el día de su muerte hace cuatro años.

Sin embargo, el hombre heredó más que una franquicia a sus hijos: el gusto por el cine y la atención a los clientes. Alberto, el mayor de sus hijos, es un fanático de las películas de Tin Tan, mientras que Daniel, unos años menor, es un conocedor de casi todos los géneros, lo que le permite acercarse a los clientes a través de las recomendac­iones que hace pues, asegura, no los engañará con la calidad de la cinta e incluso reproduce un tráiler de la película en YouTube para llenar el gusto del suscriptor.

“Este sueño lo fundó mi papá, Alberto. Inició como Videocentr­o y así va a proceder todos los años, todos los que duremos. Nos podría ayudar un poco el catálogo, pero ya está siendo cada vez más difícil mantenerno­s, pero no nos queda más que luchar, ahorita, estos 22 años y los que vengan” dijo Daniel.

La familia se ha adaptado a los nuevos formatos y han migrado del VHS al DVD y posteriorm­ente al Blu-Ray. Sus 3 mil 963 socios los motivan para mantener abierto el Videocentr­o.

“Tal vez me estoy aferrando a un negocio que ya no nos da la economía como quisiéramo­s, pero me pongo a pensar y digo: “mi maridol inició el negocio y estuvimos contentos, pero cuando él falleció las cosas cambiaron mucho; cuando se va la persona que uno quiere ya nada es igual”, confiesa Inés con la voz entrecorta­da y los ojos conteniend­o las lágrimas.

“La verdad las personas que vienen a rentar son nuestros amigos, aquí es algo familiar, por eso nos sentimos así, orgullosos de la gente que todavía viene”, agregó. “Yo le digo a mis hijos que hasta donde se pueda vamos a estar aquí. Ya cuando no se pueda, ni modo... algún día nos tenemos que ir”.

A los 17 años, “Via” Mia Coleman cantaba en American Idol, unos años después era corista del rapero Anderson .Paak y, a los 28 años, todavía busca su gran oportunida­d. Cuando en el verano de 2017 lanzó su primer sencillo, ‘Lie’, bajo el nombre de Viaa para sobresalir con la “a” adicional, Coleman se las vio negras para abrirse camino. ‘Lie’ tiene unas 60 mil reproducci­ones en Spotify, dándole suficiente para, digamos, un par de comidas y un juguete para su pug negro, Rex. Para su suerte, asegura, la escuchó la ejecutiva de Spotify Technology SA Angie Romero, a quien le gustó lo que oyó.

Romero refirió a Coleman para un nuevo programa de la compañía que permite que un puñado de cantantes suban su música directamen­te a Spotify. El servicio promueve a estos músicos entre sus 191 millones de escuchas como lo haría con artistas de grandes disqueras porque, sin decirlo tal cual, Spotify actúa como una de ellas. Ahora, Coleman tiene relación directa con el servicio principal de música por streaming y, sin un intermedia­rio, gana más regalías. La primera canción que lanzó ahí, ‘Run Around’, ha sido por mucho su mayor éxito hasta ahora con más de un millón de reproducci­ones a un año de su lanzamient­o y dándole unos 2 mil dólares, según la cantidad de streams publicada en el blog de industria Trichordis­t. “Para mí todo es positivo”, dice entre sorbos en un café de Hollywood. “Tengo control total. Tengo más dinero. Elijo cómo me catalogo”.

Este es el plan de Spotify para reformar la imagen de la industria musical. Durante décadas, los artistas dependían de disqueras para salir en la radio y televisión y vender álbumes. Pero ahora que el streaming representa 75 por ciento del mercado estadounid­ense, el más grande del mundo, Spotify apuesta que eso puede cambiar. La compañía, que se negó a comentar para esta historia, ayuda a artistas a lanzar música por su cuenta, presentar canciones para playlists populares, llevar registro de sus regalías y promover conciertos. “El viejo modelo favorecía a ciertos guardianes”, escribió el director general Daniel Ek en una carta a los inversores hace unos meses. “Hoy en día, los artistas pueden producir y lanzar su propia música”.

Un año después, otros participan­tes del programa se han hecho cargo ellos mismos de gran parte de las responsabi­lidades de las disqueras. Noname, una rapera y poeta de Chicago, salió en la portada de la revista Fader y en The Late Show con Stephen Colbert. El agente del DJ haitiano Michael Brun logró incluirlo en los festivales de música Coachella y Ultra sin una disquera. El trío de rock neoyorquin­o VHS Collection gana entre 10 mil y 15 mil dólares al mes de dos EP, suficiente para financiar la grabación de su primer álbum y próxima gira, según el guitarrist­a Conor Cook. “Spotify es cómo construimo­s todos nuestro negocio”, afirma, calculando que entre 80 y 90 por ciento de sus fans los descubrier­on ahí.

Claro, el programa no es mero altruismo. Spotify, que está por perder más de 170 millones de dólares este año, da más de 70 por ciento de sus ventas mensuales a los tenedores de derechos. El sistema de subida directo aumenta la cuota de Spotify, incluso cuando entrega 50 por ciento a los artistas, quienes solían recibir entre 15 y 20 por ciento bajo el sistema anterior.

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 ??  ?? La familia Ramirez Rosas frente a su Videocentr­o, un pedazo de nostalgia en Tlalnepant­la.
La familia Ramirez Rosas frente a su Videocentr­o, un pedazo de nostalgia en Tlalnepant­la.
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Un pedacito del pasado
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Coleman ganó unos 2 mil dólares por ‘Run Around’ bajo el nuevo programa de Spotify.

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