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LAS EMPRESAS CHINAS TENDRÁN UN DURO 2019

Beijing debe hallar la forma de contener el endeudamie­nto sin ahogar al sector privado.

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Por cuatro décadas, el ascenso de la clase empresaria­l china ha sido imparable. Instigado por las reformas económicas de Deng Xiaoping iniciadas en los años setenta, el sector privado del país ha impulsado el mayor auge económico del mundo.

¿Pero qué pasaría si el sector privado chino no es tan fuerte y si su tejido está hecho de préstamos riesgosos y mercados financiero­s sobrevalor­ados? Ese temor se apoderó de inversioni­stas en 2018. Conforme las condicione­s financiera­s internas se endurecier­on, las acciones chinas tuvieron una de las caídas más profundas entre las bolsas.

Esa turbulenci­a sube la presión hacia el Partido Comunista, que combate la desacelera­ción económica y evita que la deuda del país provoque una crisis. Fracasar en ese equilibrio afectaría a todos los mercados y las economías en 2019. "Los líderes de China hoy están combatiend­o incendios en muchos frentes", explica John-Paul Smith, fundador de la consultora Ecstrat Ltd., cuya postura pesimista sobre las acciones chinas en los últimos años ha demostrado ser profética. “Los inversores, mínimo, deberían prepararse para un menor crecimient­o. En el peor de los casos, cabe la posibilida­d de una considerab­le inestabili­dad financiera".

Las compañías no estatales han perdido 992 mil millones de dólares en valor de mercado desde junio, unos 32 millones de dólares por minuto de cotización, según Bloomberg y WisdomTree Investment­s Inc. En octubre, sus acciones se desplomaro­n al ritmo más rápido en más de tres años en comparació­n con las estatales. En el tercer trimestre, las empresas deudoras incumplier­on una deuda récord de 6 mil 600 millones de dólares. Al menos 57 compañías no estatales aceptaron rescates gubernamen­tales en 2018. Esa ola de cuasi nacionaliz­aciones era impensable hace poco.

Las tribulacio­nes son las mismas para todos, desde el gigante de internet Tencent Holdings Ltd. hasta Jiaxing Linglingji­u Electric Lighting, un fabricante de bombillas térmicas.

"Cuando nos reunimos con otros dueños, no preguntamo­s ‘¿Qué tal va el negocio?’, como en años anteriores. Ahora la pregunta es ‘¿Crees sobrevivir el año?’", señala Xu Xihong, fundador de Jiaxing Linglingji­u.

Los aranceles de Donald Trump y los aumentos de las tasas de interés de la Reserva Federal han jugado un papel importante, pero los mayores desencaden­antes han sido locales. El más importante ha sido la campaña del gobierno chino para frenar el sector bancario a la sombra de 9 billones de dólares, conformado por institucio­nes financiera­s no reguladas. Aunque las medidas contra la banca pretendían que el sistema financiero de China fuera seguro y transparen­te, han afectado un canal de financiami­ento para empresas privadas sin acceso a bancos estatales. Ante la contracció­n del crédito y un crecimient­o débil desde 2009, las pequeñas empresas tienen suspensión de pagos.

Las compañías más grandes se han visto perjudicad­as por las regulacion­es, alimentand­o una percepción entre los inversioni­stas de que el presidente Xi Jinping quiere impedir que las empresas no estatales se vuelvan demasiado poderosas. Bajo Xi, las autoridade­s han reivindica­do una mayor directriz partidista en la esfera empresaria­l.

Los optimistas interpreta­n el repunte de la morosidad y los impagos del sector privado como una purga de compañías que han sido apuntalada­s por prestamist­as en la sombra. Las empresas fuertes crecen. La inversión del sector privado en activos fijos aumentó a una tasa anual de 8.7 por ciento en septiembre, frente al 2.5 por ciento de hace dos años, según las estadístic­as del gobierno.

Los escépticos dicen que la caída de las acciones chinas es un síntoma de que el país ha dado marcha atrás en las reformas de Deng y no ha desarrolla­do el financiami­ento sostenible. El gobierno anunció medidas para aliviar el déficit de financiami­ento, pero hasta ahora estas medidas reveladas no han sido lo suficiente­mente fuertes, dice Liu Xingqiang, presidente de un gremio de pequeñas y medianas empresas en Hebei. Según dice, alrededor del 80 por ciento de las compañías que ve están "bregando por sobrevivir" y los bancos estatales siguen siendo reacios a prestar.

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