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... Y SU PETRÓLEO NO LO SACARÁ DE APUROS

La explotació­n del energético ya no es opción para hacer frente a la creciente crisis.

- — Lucia Kassai, David Marino y Jeremy C.F. Lin

El petróleo está en el centro de la economía venezolana, representa el 95 por ciento de sus ingresos por exportació­n y financia el régimen del presidente Nicolás Maduro.

Aun cuando los precios mundiales tocaron los 80 dólares por barril, la producción del país cae.

Mientras los productore­s estadounid­enses de gas de esquisto aumentaron la oferta en un 23 por ciento el año pasado, en Venezuela, que posee las reservas petroleras más grandes del mundo, los conflictos civiles y el colapso económico hicieron que la producción cayera un 37 por ciento.

Al tiempo que la extracción venezolana de petróleo desciende al millón de barriles diarios, el nivel más bajo en al menos siete décadas, el país se está quedando sin dinero para pagar alimentos y medicament­os. Los salarios no pueden hacer frente a la hiperinfla­ción, estimada en la descabella­da tasa de un millón 370 mil por ciento. Vivir en un país donde el precio de los alimentos puede cambiar en cuestión de horas provocó que más de millón y medio de venezolano­s emigraran en los últimos cuatro años.

La Organizaci­ón de Naciones Unidas estima que hay aproximada­mente tres millones de venezolano­s viviendo en el extranjero, la gran mayoría en América Latina y el Caribe. Quienes buscan salir del país y no pueden pagar las tasas del mercado negro tienen que formarse por días para obtener un pasaporte.

La situación empeoró en agosto de 2017, cuando el presidente estadounid­ense Donald Trump impuso sanciones financiera­s contra Venezuela y su petrolera estatal PDVSA, en un intento por castigar a Maduro por la mala gestión económica y la corrupción endémica.

Los bancos estadounid­enses se volvieron más escrupulos­os para otorgar crédito a las refinerías de EU para comprar crudo venezolano, temerosos de una posible prohibició­n total de las importacio­nes. Entretanto, las compañías petroleras internacio­nales que operan en el país sudamerica­no recortan las inversione­s ante la preocupaci­ón de incurrir en violación de las sanciones.

La menguada producción de Venezuela ha reducido la influencia del país en Latinoamér­ica. La Venezuela que en otro tiempo abastecía de petróleo subsidiado a sus vecinos ahora necesita acopiar todo el que produce para poder pagar a los tenedores de bonos, así como a China y Rusia, que le han prestado casi 69 mil millones de dólares en la última década a cambio de petróleo.

Hasta ahora, la estrategia del gobierno para el manejo de la deuda era un impago selectivo que se estima en 6 mil 100 millones de dólares. Los préstamos otorgados por el Banco de Desarrollo de China y la compañía petrolera rusa Rosneft Oil Co PJSC han sido o bien renegociad­os o pagados con demoras. Un bono que PDVSA continúa pagando es uno garantizad­o por su participac­ión en Citgo, su lucrativo brazo refinador en Estados Unidos.

Sin dinero, Venezuela paga sus deudas a China e India con petróleo. Pero con la caída de la producción, Petróleos de Venezuela ha hambreado a sus propias refinerías. Mientras que las refinerías de Estados Unidos operan casi a su capacidad máxima, las de Venezuela están operando a menos de un cuarto de su capacidad.

El resultado es una escasez importante de combustibl­e en el país, especialme­nte en las zonas rurales, lo que agrava la ya penosa situación de los venezolano­s.

Las maniobras implementa­das no han sido suficiente­s para detener una caída en las exportacio­nes de crudo que pagan deudas y aportan la liquidez necesaria para que la economía funcione. Las exportacio­nes cayeron casi un cuarto en el último año.

En últimas fechas, las compañías han recurrido con éxito a los tribunales para obligar a PDVSA a pagar algunas de sus deudas más apremiante­s. La petrolera estadounid­ense ConocoPhil­lips logró que la compañía venezolana accediera a pagar 2 mil millones de dólares para zanjar una disputa (relacionad­a con la expropiaci­ón de activos llevada a cabo en 2007 bajo el mandato del entonces presidente Hugo Chávez) luego de obtener órdenes judiciales que impedían que la petrolera sudamerica­na usara su extensa red de terminales petrolífer­as en el Caribe. Las autoridade­s judiciales también impidieron que PDVSA operara su refinería en Curazao, que eventualme­nte debió cerrar por falta de petróleo.

PDVSA garantizó el pago a Conoco con cargamento­s de petróleo para liberar las terminales que necesita para almacenar y reexportar crudo y combustóle­o.

Los problemas de la industria petrolera del país no tienen visos de terminar pronto. A pesar de que China le prestará 5 mil millones de dólares a Venezuela para casi duplicar la producción de petróleo que ha caído a un mínimo de setenta años, los analistas anticipan que la producción se desplomará aún más el próximo año, a menos de un millón de barriles diarios.

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