PEMEX
Los problemas del sector se le acumulan al nuevo gobierno.
Bajo el calor tropical del sureste de México, las excavadoras preparan el terreno para una nueva refinería en las afueras de Paraíso, un depauperado municipio petrolero de Tabasco que nunca ha estado a la altura de su nombre.
La refinería Dos Bocas es el proyecto energético insignia del nuevo gobierno, una promesa de 160 mil millones de pesos para crear empleos, bajar los precios de la gasolina e impulsar la menguada industria refinadora del país.
Es solo el comienzo, según el recién investido presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ha prometido rehabilitar el sector energético de México, en parte abandonando por las reformas de libre mercado de su predecesor en favor de políticas proteccionistas que se remontan a los años ochenta.
“La política económica neoliberal ha sido un desastre, una calamidad”, aseguró López Obrador al rendir protesta, criticando las reformas energéticas del expresidente Enrique Peña Nieto.
Esa retórica ganó los corazones de los votantes, pero sembró la duda en los inversores. Los críticos dicen que los planes del presidente, que incluyen terminar gradualmente con las exportaciones de petróleo y suspender las subastas petroleras a compañías extranjeras, revertirán los progresos que tanto han costado con la apertura energética del gobierno anterior, que atrajo al país a las compañías petroleras más grandes del mundo.
RIESGOS POTENCIALES
Gran parte de lo que López Obrador ha propuesto podría frenar efectivamente el comercio del petróleo mexicano, lo que afectaría especialmente a Petróleos Mexicanos (Pemex).
“La tendencia nacionalista puede sonar muy bien en el papel, pero Pemex tiene una deuda de 106 mil millones de dólares, un buen porcentaje de eso está en dólares y está siendo garantizado implícitamente por la exportación de crudo”, advirtió John Padilla, director de la consultora de energía IPD Latin America LLC.
Encarrilar a Pemex es una empresa monumental para cualquier presidente. La compañía tendría su decimocuarto año consecutivo de declive en producción. Sus ductos son rutinariamente ordeñados por criminales que extraen miles de millones de dólares de combustible cada año. Mientras tanto, sus seis refinerías operan en sus niveles más bajos en tres décadas y están en tan mal estado que pierden dinero cuando procesan más crudo.
La idea de que López Obrador pueda llevar a México a la autosuficiencia en la producción de gasolina es difícil de creer, dijo Robert Campbell, jefe de investigación de productos petroleros de la consultora Energy Aspects Ltd. La tarea requeriría “una inversión colosal” en el sector de refinación, que ha atraído solo unos cuantos acuerdos.
La promesa del presidente de bajar los precios de la gasolina también sería difícil de cumplir.
“México depende de los mercados internacionales para obtener combustible, por lo que la única forma en que los precios pueden bajar es si el precio del petróleo baja, el peso se aprecia significativamente o si el gobierno subsidia el precio de la gasolina”, señaló Campbell. “El gobierno podría decidir que Pemex absorba las pérdidas en las importaciones de combustible, pero esto solo empeoraría su situación financiera, que ya está deteriorada debido a la disminución de la producción petrolera”.
CAÍDA DE LA PRODUCCIÓN
Este año, la producción de petróleo caerá un 88 por ciento desde los niveles de 2004 a causa del envejecimiento de los yacimientos y al gasto excesivo. Pemex ni siquiera bombea suficiente crudo ligero para alimentar a sus seis refinerías, la mitad de las cuales no están equipadas para procesar petróleos más pesados. Como resultado, la empresa este año comenzó a comprar crudo estadounidense por primera vez y la mayor parte de la gasolina que vende en sus estaciones es importada.
Mientras que López Obrador ha prometido 75 mil millones de pesos para aumentar la producción en 600 mil barriles diarios en el lapso de dos años, los inversores temen que la perforación se descuide por favorecer la refinación.
Todavía no está claro si Pemex o el gobierno asumirán los costos de la nueva refinería Dos Bocas, en el estado de Tabasco, cuna de López Obrador. Eso plantea la preocupación de que el proyecto desviará dinero de la exploración en un momento en que Pemex está desarrollando un megayacimiento de mil 300 millones de barriles en Veracruz.
México también tiene un grave problema de robo de combustible, que le cuesta a Pemex miles de millones de dólares cada año. Tan solo en los primeros nueve meses de 2018 se registraron 41 ordeñas por día, más del doble en comparación con el mismo periodo del año anterior. El gobierno aún tiene que proponer un plan para combatir el delito, conocido como huachicoleo, que ahora está provocando una escasez de suministro en las compañías internacionales que han abierto gasolineras en México, incluyendo BP Plc y Total SA.
UNA QUIMERA
Incluso, el proyecto de la refinería de Dos Bocas, el eje de la plataforma energética de López Obrador, parece más una fantasía que un hecho en esta etapa temprana de su gobierno.
“Construir una refinería en tres años es un objetivo ambicioso para muchos países, incluso para China”, aseguró Campbell. “El historial de Pemex entregando inversiones en refinería a tiempo y dentro del presupuesto no ha sido tan bueno”.
No es la primera vez que México trata de resolver sus problemas de refinación construyendo una planta nueva y costosa.
El gobierno anterior canceló hace cuatro años la refinería Bicentenario, de 12 mil millones de dólares y que tendría sede en Tula, Hidalgo, tras casi una década de trabajos y miles de millones de dólares en gastos devengados. Los críticos del plan de Dos Bocas afirman que es posible que tenga un destino similar.
Incluso si la planta se construye, Pemex todavía tiene más retos por delante. Sus refinerías operan a solo el 30 por ciento de su capacidad instalada, el nivel más bajo desde diciembre de 1990, toda vez que la compañía ha pospuesto miles de millones de dólares en mejoras y mantenimiento debido a problemas presupuestarios.
López Obrador ha asegurado en varias ocasiones que quiere que esas refinerías operen a plena capacidad, pero “no hay un escenario en el que México pueda alcanzar esos niveles bajo la forma en que el sistema está configurado ahora”, estimó Padilla. “Estás perdiendo dinero cada paso que das en esa dirección”.