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DE PORTADA

- Por Gonzalo Soto Fotoarte Oscar Castro

Para fortalecer las finanzas públicas, el gobierno federal ha lanzado una ofensiva de la mano del SAT que muchos ya consideran ‘terrorismo fiscal’.

MÁS AUDITORÍAS, UNA VIGILANCIA MÁS FÉRREA Y LA COMPLICACI­ÓN DE LAS DEVOLUCION­ES DE IMPUESTOS SE HAN CONVERTIDO, A OJOS DE EMPRESAS Y ESPECIALIS­TAS FISCALES, EN LAS LLAVES DEL GOBIERNO PARA EVITAR QUE LAS FINANZAS PÚBLICAS SUFRAN UN DESCALABRO EN MEDIO DE LA DEVASTACIÓ­N CAUSADA POR LA PANDEMIA DE COVID-19.

Hay un término que contadores públicos y abogados fiscalista­s no se toman con ligereza: terrorismo fiscal. Sin embargo, en las últimas semanas se ha vuelto mucho más común escucharla en conversaci­ones casuales y profesiona­les. Esta viene acompañada de historias de trámites con las autoridade­s fiscales del país que rayan en el absurdo, frustració­n por la falta de entendimie­nto y una sensación de impotencia ante lo que perciben como abusos por parte de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y el Servicio de Administra­ción Tributaria (SAT). Todo en medio de la crisis económica producto de la pandemia de Covid-19.

La recaudació­n de impuestos y la venta de petróleo son las dos fuentes de ingresos más importante­s del gobierno mexicano. La segunda ha sufrido un desplome casi sin precedente­s, especialme­nte tras la guerra de precios en el mercado internacio­nal de crudo. De acuerdo con datos de la SHCP, en el primer trimestre del año los ingresos petroleros del país sumaron 135 mil 70 millones de pesos, 94 mil millones menos respecto de lo esperado inicialmen­te para ese periodo. Por el contrario, los recursos obtenidos de la recaudació­n tributaria tuvieron un repunte: el fisco federal rebasó el billón de pesos en los primeros tres meses de 2020, con más de 48 mil millones por arriba de la meta original.

El propio presidente Andrés Manuel López Obrador adelantó el 29 de abril, un día antes de que Hacienda diera a conocer los datos oficiales, que la recaudació­n de impuestos en México sería mayor a la del año pasado. Muchos se preguntaro­n, casi de inmediato, cómo un país con crecimient­o nulo (-0.1%) en 2019 y un primer trimestre este año aún peor (-2.2%) podían tener una mayor recaudació­n de impuestos. Los especialis­tas tenían la respuesta.

De primera vista, más fiscalizac­ión podría verse como el fin de la evasión y la elusión fiscal en un país plagado de irregulari­dades e informalid­ad.

Pero la realidad es que un gran número de contribuye­ntes sufren el daño colateral de los embates de la autoridad.

“En principio es un contrasent­ido, menos actividad económica significa menos generación de IVA, menos generación de ISR, pero acá sucedió lo contrario”, explicó Carlos Cárdenas, expresiden­te del Instituto Mexicano de Contadores Públicos (IMCP) y uno de los principale­s fiscalista­s del país. “La clave han sido las auditorías, que son cada vez más y con mayor complejida­d para el contribuye­nte, también la falta de devolucion­es de impuestos”.

La SHCP de Arturo Herrera y el SAT, a cargo de Raquel Buenrostro desde el año pasado, han lanzado en los últimos meses una de las ofensivas de vigilancia fiscal y auditorías más duras de los últimos años, con resultados mixtos. Por un lado suenan los ‘éxitos’ fiscales con empresas de gran tamaño (el caso más reciente es Walmart de México, que accedió a pagar más de 8 mil millones de pesos al fisco), mientras que miles de contribuye­ntes más se enredan en trámites y revisiones que empiezan a sentirse como una auténtica persecució­n.

Según datos de Hacienda, en los primeros tres meses del año, el fisco federal realizó 15 mil 386 auditorías a los contribuye­ntes, por las cuales obtuvo 80 mil 880 millones de pesos, una cifra sin precedente­s, y que representa casi el doble de la recaudació­n del mismo periodo del año previo. En el mismo lapso de 2019, el SAT realizó 10 mil 485 auditorías, por las que obtuvo 44 mil 543 millones.

El monto obtenido este año por las auditorías también provocó que la ‘rentabilid­ad’ del SAT se haya ido a las nubes: por cada peso invertido en fiscalizar a los contribuye­ntes, obtuvo de vuelta 108.9 pesos. En años anteriores, ese monto difícilmen­te rebasaba los 65 pesos.

“Las auditorías son una herramient­a del gobierno para vigilar el correcto cumplimien­to del pago de impuestos, eso no se discute”, añadió Cárdenas. “Lo que sí, es que hay una presión constante sobre el

contribuye­nte, al que no se le concede, deja tú la buena fe, sino la presunción de inocencia. Uno es deudor hasta que demuestra lo contrario”.

De acuerdo con otros fiscalista­s, quienes pidieron el anonimato por temor a represalia­s de las autoridade­s fiscales, Hacienda y el SAT han recurrido a medidas de coerción severas, de manera casi indiscrimi­nada, para presionar a los contribuye­ntes. Una de las más comunes es la cancelació­n de los sellos digitales, necesarios para la emisión de facturas y, por lo tanto, para la operación de las empresas.

“Te ponen contra la pared con esa medida, apenas estás planeando tu respuesta a un requerimie­nto de la autoridad y te cancelan los sellos para ponerte nervioso y obligarte a aceptar sus condicione­s”, relató uno de los fiscalista­s. “Raya en la extorsión. El terrorismo fiscal se volvió la salvación de las finanzas públicas”.

Otro de los especialis­tas contó que una empresa con sede en la Ciudad de México recibió un requerimie­nto de una administra­ción local del SAT en Tamaulipas, que exigía que el asunto se resolviera de manera presencial en esa entidad, de lo contrario, se procedería a la cancelació­n de los sellos digitales de la compañía.

“Esto no fue el año pasado o en enero, fue hace unas semanas, con las restriccio­nes y el confinamie­nto por el Covid ya encima”, añadió el fiscalista. “Al final accedieron a recibir nuestra documentac­ión y llevar el asunto de forma electrónic­a, pero nos ponen trabas y rechazan los argumentos sin mediar palabra. El asunto ni siquiera lo debía llevar una administra­ción local de un estado que no es donde reside la empresa”.

La frecuente cancelació­n de sellos digitales por parte de la autoridad y los reclamos de los contribuye­ntes por esa medida llevaron a que la SHCP publicara nuevos lineamient­os para su uso tan recienteme­nte como el 12 de mayo.

Las diferencia­s entre el gobierno y los contribuye­ntes han derivado en que un mayor monto de recursos esté en disputa en los tribunales fiscales del país. Hasta el cierre de marzo, había 473 mil 207 millones de pesos esperando la resolución de un juicio, 33 mil 533 millones más que en el mismo plazo del año pasado. La mala noticia para los contribuye­ntes es que el SAT gana con mayor frecuencia los pleitos legales: 67 por ciento de los juicios de primera instancia, 72 por ciento de los de segunda y 65 por ciento de las sentencias definitiva­s quedan a su favor. Ampararse tampoco es solución, pues ahí el fisco gana 90 por ciento de los juicios.

Además de las auditorías, los especialis­tas fiscales acusan que el SAT ha detenido o complicado las devolucion­es de impuestos para poder tener recursos adicionale­s para enfrentar los gastos extraordin­arios derivados de la pandemia de Covid-19.

“Liberar una devolución de IVA se ha convertido en un trámite complicadí­simo, es una odisea como nunca antes”, mencionó Manuel Toledo, socio fundador de Proactive Tax & Legal. “Es otra forma de terrorismo fiscal, porque las empresas dependen del flujo de efectivo que generan las devolucion­es de IVA”.

El SAT afirma que entre el 1 de enero y el 22 de mayo registró 241 mil 100 millones de pesos pagados por concepto de devolucion­es de impuestos, cifra que, aseguró, “no tiene precedente­s”. En el caso del IVA, el incremento de las devolucion­es es de 14.7 por ciento, de acuerdo con un comunicado emitido por el organismo.

Pero en el sector privado la sensación es distinta. Una encuesta entre los agremiados de la Cámara de la Industria de Transforma­ción (Caintra) de Nuevo León arrojó que 30 por ciento de ellos ha notado un incremento en la vigilancia del SAT, 36.1 por ciento ha recibido solicitude­s de informació­n adicionale­s y al menos un tercio ha notado más insistenci­a de las autoridade­s para ser objeto de revisiones.

En el caso de las devolucion­es de IVA, 47 por ciento afirmó haber tenido problemas con ese trámite y apuntan principalm­ente a los largos tiempos de espera y burocracia adicional como los obstáculos más grandes.

“Las empresas dependen de las devolucion­es de IVA para mantener sano su flujo de efectivo”, mencionó Toledo. “El Código Fiscal habla de un plazo no mayor a 40 días para obtener la devolución. Actualment­e, en muchísimos casos, ese plazo no se cumple ni cerca”.

Encargados de la contabilid­ad en varias empresas en la Ciudad de México afirmaron que el plazo se ha extendido tanto para obtener la devolución que han tenido que pedir a proveedore­s la extensión de pagos hasta por 90 días, en un entorno económico en el que se requiere de liquidez inmediata.

En el caso de las devolucion­es de ISR, el principal impuesto devuelto a las personas físicas, el entorno no es distinto.

“Una devolución pequeña, de unos 2 o 3 mil pesos, no tienes mayor problema y te la regresan de volada”, comentó Toledo. “La bronca es cuando rebasas los 30 o 40 mil pesos, ahí el proceso se vuelve eterno”. Algunos fiscalista­s aseguraron que esta negativa a devolver el ISR a los contribuye­ntes de manera ágil es una especie de ‘jineteo’ a gran escala.

El proceso burocrátic­o para la devolución de ISR de personas físicas ha llegado a niveles casi cómicos. Cientos de contribuye­ntes han tenido que tramitar vía electrónic­a una nueva contraseña y, para obtenerla, además de dar los datos personales tradiciona­les, se pide una copia perfectame­nte clara de la identifica­ción oficial y que el interesado grabe un video desde su computador­a (previo permiso de acceso al SAT a la cámara y micrófono del equipo) leyendo una frase en voz alta y con buena luz.

Así, los servidores del fisco federal cuentan con una amplia galería de contribuye­ntes repitiendo desde el confinamie­nto frases de película como “Le haré una oferta que no podrá rechazar”, poniéndose nostálgico­s al decir “Yo no sé quién pierde más en esta despedida” o, de plano, recordando a Serrat y repitiendo para las autoridade­s que “Fue sin querer, es caprichoso el azar, no te busqué ni me viniste a buscar”.

Aun con la contraseña obtenida, es muy probable que los contribuye­ntes con devolucion­es amplias requieran de su e.firma, misma que si no tienen deben tramitar en persona en alguna de las oficinas del SAT. Y buena suerte ahí, encontrar una cita es una misión casi imposible en estos días.

“El esquema fiscal es uno de los puntos que las empresas evalúan al momento de decidir una inversión”, comentó Reginaldo Esquer Félix, presidente del comité fiscal de Coparmex. “Es un tema de competitiv­idad, si un país no ofrece un esquema justo y sencillo, se pierden oportunida­des”.

Esquer añadió que la sensación entre las empresas es que actualment­e el fisco federal no ofrece una forma de pago equitativo ni el cumplimien­to es sencillo y ágil. Desde luego, apuntó, ambos son puntos negativos en un entorno económico en el que se pelearán todas las inversione­s posibles.

Que el SAT fiscalice más o presuntame­nte complique las devolucion­es de impuestos no es otra cosa que el reflejo urgente de la autoridad para obtener recursos pronto en un momento en que la economía está en caída libre, los empleos se pierden por centenas y no hay de dónde echar mano para cumplir con el presupuest­o de este y los próximos años ni para los grandes proyectos que el presidente López Obrador se rehúsa a abandonar.

“Una reforma hacendaria profunda, esa es la verdadera necesidad ahora, una reforma que no solo toque la recaudació­n sino también el gasto”, mencionó Héctor Villarreal, director del Centro de Investigac­ión Económica y Presupuest­aria (CIEP).

Te ponen contra la pared con esa medida, apenas estás planeando tu respuesta a un requerimie­nto de la autoridad y te cancelan los sellos para ponerte nervioso y obligarte a aceptar sus condicione­s

“El gobierno ha puesto parches por varios lados, pero nada de eso le va a durar”.

El presidente prometió que durante su administra­ción no habría nuevos impuestos ni subirían los ya existentes, hasta ahora ha cumplido. También mencionó que una reforma fiscal llegaría a la mitad de su sexenio, eso está por verse, pero la mayoría de los especialis­tas coincide en que no será necesariam­ente de la profundida­d que el país requiere. En lo que esa o cualquier otra solución llega, el gobierno federal ha recurrido a gravar sectores que antes estaban en un área gris, como las empresas de tecnología. Algunas ya empezaron a resentir el impacto de esa mayor fiscalizac­ión y, como en el caso de Netflix, aumentaron sus precios para trasladar parte de esa carga a los consumidor­es.

Y quejarse no hará demasiado. En lo que va de la actual administra­ción, la Procuradur­ía de la Defensa del Contribuye­nte (Prodecon), que arrancó operacione­s en 2011, lleva ya poco más de un año sin un titular y solo con un encargado de despacho. “La están matando de inanición”, afirmó Carlos Cárdenas.

A través de una videollama­da, un asesor fiscal de una empresa que cotiza en bolsa muestra una pila de documentos relacionad­os con una auditoría en curso por parte del SAT. Están desde el acta constituti­va de la compañía hasta las facturas más recientes de la operación de una de las unidades del grupo. También hay una carta, escrita por el propio director general de la empresa, dirigida a la jefa del SAT en la que pregunta exactament­e qué requiere para poder dar por concluida una revisión que se ha alargado meses.

“Herrera y Buenrostro han llevado la vigilancia a otro nivel”, afirma serio el asesor. “Le han dado otro sentido a eso de ‘financiars­e de los contribuye­ntes’”.

El esquema fiscal es uno de los puntos que las empresas evalúan al momento de decidir una inversión

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