Tu trabajo, la escuela, el gimnasio, el súper y el parque a solo 15 minutos de tu casa. Esa es la apuesta de muchas ciudades tras la pandemia global.
En todo el mundo, las principales líneas inauguran naves extremadamente costosas, que se quedarán en puerto por tiempo indefenido.
Normalmente, cuando un nuevo barco termina de ser construido, es motivo de una gran fiesta, con ejecutivos ataviados con elegantes trajes y mucho champán para todos. Pero cuando el barco de ultralujo de 596 pasajeros Silver Moon se unió a la flota de la marca de élite Silversea Cruises de Royal Caribbean Group a fines de octubre, la culminación de un proyecto de 380 millones
de dólares y 20 meses de trabajo, hubo poco ruido. En el astillero italiano no había medios de comunicación que inquirieran asombrados acerca de las características de diseño tan exquisitas como los paneles Lalique fabricados a la medida en el restaurante francés y las camas Savoir hechas a mano en las suites superiores.
Esta vez, incluso los altos mandos que conforman Royal Caribbean se ausentaron de la celebración y realizaron una teleconferencia desde Miami. La entrega del barco, en Ancona, Italia, se produjo con cierto estremecimiento.
Después de todo, Silver Moon no tiene a donde ir. Con las restricciones fronterizas y una segunda ola de la pandemia de Covid-19 que paraliza los viajes, es posible que tenga que esperar al menos hasta la primavera para hacer su viaje inaugural y comenzar a obtener alguna ganancia.
“Es muy doloroso en muchos sentidos”, dice Jason Liberty, vicepresidente ejecutivo y director financiero de Royal Caribbean Group. “Está toda esta energía, ya sea en diseño, creación de actividades y lugares únicos, obviamente también está invertido y tienes la entrega del barco y no puedes hacer lo que mejor sabes hacer: brindar las mejores vacaciones”. Liberty no está solo en su frustración. Al menos 10 barcos, cuyo costo oscila entre 75 y cerca de mil millones de dólares, terminaron su construcción en medio de la pandemia, lo que representa una inversión de la industria de más de 3.84 mil millones.
Tres buques debutaron a principios de año. La mayoría está varada en puertos hasta que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos y sus homólogos del mundo den luz verde al retorno a los cruceros.
Listos, sin lugar a donde ir
Para estas fechas del año pasado, 2020 se había pronosticado en el mundo de los cruceros como el comienzo de una década de auge para la construcción de barcos. Según la publicación comercial Cruise Industry News, el año comenzó con 117 cruceros con órdenes para 2027, un nuevo récord en la historia de la industria. Después de todo, la creciente popularidad de esa forma de viaje (32 millones de cruceros proyectados en 2020, frente a los 30 millones en 2019) hizo que el nuevo tonelaje se sintiera como una apuesta infalible. Ahora se siente como un costo que hunde y que se suma a miles de millones de dólares en pérdidas trimestrales que algunas empresas ya estaban experimentando.
Marcas completamente nuevas, como Virgin Voyages, solo para adultos, y la lujosa colección de yates Ritz-Carlton, podrían estar entre las más afectadas. Ellos han invertido en varios barcos, sin ingresos previos para sufragar los costos, solo para que su primer año planificado de operación se borre del panorama. Peor aún, atienden a un mercado de cruceros nuevo que puede ser especialmente escéptico en el mundo posterior a la pandemia (ambos debuts se trasladaron a 2021). El próximo año también se lanzará la nueva marca de expediciones de lujo Atlas Ocean Voyages, que ha agregado el seguro médico Covid-19 de cortesía a sus tarifas con todo incluido.
Un ‘boom’ que nunca fue
De los 13 barcos que terminaron su construcción en 2020, pocos son los que han tenido huéspedes. Además de Silver Moon, se encuentra el Celebrity Apex, que fue construido en Francia para un total de 2 mil 918 pasajeros, cuyas características de alta tecnología, como una plataforma ‘Magic Carpet’ fuera del barco, elevaron el costo hasta llegar a casi mil millones de dólares. También tuvieron fortuna de navegar este año los 100 pasajeros del Silver Origin que recorrieron la región de Galápagos con suites con servicio de mayordomo.
Muchos de estos debuts debieron ser golpes mediáticos enormes para las empresas matrices de los barcos y ninguno más sonado que el primer barco ‘restirado’ de Windstar Cruises, que va a debutar a finales de este mes después de que se redujo a la mitad y luego se le añadieron 25 metros a su sección media.
La gran transformación del Star Breeze que está diseñado para un total de 312 pasajeros, que agregó 50 suites a cada cubierta, se anticipaba desde hace al menos dos años; ahora, su reestreno será a través de transmisión de video y permanecerá atracado, indefinidamente, en su astillero en Sicilia.
“¿Quién hubiera pensado hace un año que sacarías un barco y no lo pondrías inmediatamente en funcionamiento?” señala Christopher Prelog, quien es presidente de Windstar Cruises.
Star Breeze se mantendrá anclado al menos hasta finales de marzo, lo que le costará a la compañía aproximadamente un millón de dólares por semana en tarifas perdidas.
“¿Quién hubiera pensado hace un año que sacarías un barco y no lo pondrías inmediatamente en funcionamiento?”