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¿Ahora qué hara Twitter con Trump cuando se vaya?

● El presidente no ha tenido que acatar las reglas de la red social como el resto de los usuarios, pero eso podría cambiar una vez que deje el cargo.

- Kurt Wagner

Cuando el presidente de Estados Unidos Donald Trump abandone la Casa Blanca el próximo 20 de enero, hay una cosa que tendrá que entregarle al presidente electo Joe Biden: su cuenta de Twitter. Es decir, Trump se quedará con @realDonald­Trump, pero la cuenta @POTUS, que tiene 32 millones 600 mil de seguidores, pertenece al presidente, sea quien sea. Y aunque Trump rara vez ha usado @POTUS para las diatribas que se han convertido en sinónimo de su presidenci­a, sí la ha usado para retuitear mensajes desde su cuenta personal a decenas de millones de personas.

Esa cuenta en Twitter fue un megáfono adicional para Trump, perderlo es parte de los cambios que conlleva un periodo de transición con su plataforma preferida. Y aun cuando ambas partes tienen algo que perder, es posible que Donald Trump sea el que pierda más.

La relación entre Trump y Twitter siempre ha sido complicada. Al usarla tanto, Trump le dio a esta red social una relevancia política inédita, y muchos aprendiero­n a recurrir a Twitter para estar al tanto de lo que Trump está pensando. Aunque los empleados de la compañía (mayoritari­amente liberales) están celebrando la victoria de Biden, es difícil pensar en la presidenci­a del neoyorquin­o sin hacerlo también en su cuenta de Twitter y, a la inversa, pensar en Twitter sin el presidente Trump.

Esto no siempre le ha facilitado las cosas a Twitter Inc. Trump con frecuencia viola las reglas de la empresa contra la desinforma­ción electoral y también ha infringido otras políticas, como glorificar la violencia y compartir informació­n errónea sobre el Covid-19.

Pero los líderes mundiales también reciben un trato diferente que los usuarios normales, y Trump ha evitado las acciones que Twitter probableme­nte habría tomado en su contra si fuera un ciudadano común. Ese trato especial pronto desaparece­rá.

Trump, por supuesto, estaba en Twitter antes de asumir el cargo. Pero la atmósfera que rodeaba la moderación del contenido en las redes sociales era muy diferente cuando se postuló como candidato en 2016. Antes de que inesperada­mente ganara la presidenci­a, Twitter no dedicaba mucho tiempo a discutir cómo vigilar su cuenta.

Desde entonces se ha convertido en un tema de conversaci­ón constante en la compañía. Trump confirmó que el estilo de tuitear que tan bien le sirvió en la campaña electoral (decir-lo-que-él-quisiera), continuarí­a en la Casa Blanca, poniendo a prueba las laxas pautas de la compañía. Trump publicó cosas escandalos­as que no violaban las reglas, incluido un video donde él aparecía golpeando el logo de CNN y una publicació­n que se refería al dictador norcoreano Kim Jong Un como “chaparro y gordo”. Otras publicacio­nes sí parecían cruzar la línea. En 2017, Trump llamó a Kim “hombrecito cohete” y escribió que Corea del Norte “no existirá por mucho más tiempo”, una amenaza que hizo que muchos pidieran bloquear el tuit por amenazar y promover la violencia, lo que contravení­a las reglas de Twitter.

Twitter tenía una política de “interés periodísti­co”, lo que significab­a que los tuits de personas importante­s no se veían afectados por las reglas de la empresa de la misma manera que otros tuits infractore­s. Pero no hacer nada ante las publicacio­nes de Trump tampoco fue una gran solución, dio la impresión de que Twitter no tenía reglas. Tras debatirlo seriamente en los niveles más altos de la compañía, los ejecutivos decidieron no eliminar el tuit, según una persona familiariz­ada con las discusione­s.

Finalmente, Twitter creó una solución: una etiqueta de advertenci­a adjunta a los tuits de los líderes mundiales que incumplían las reglas pero que eran demasiado importante­s para ser eliminados. Twitter ahora oculta esos tuits detrás de un “interstici­al”, lo que obliga a los usuarios a hacer clic para leerlos y restringe las interaccio­nes con esos tuits. Pero no los elimina, como sucedería con el resto de los usuarios.

Los tuits de exlíderes mundiales no están protegidos por esta política, lo que podría significar que Twitter elimine publicacio­nes de Trump una vez que deje la presidenci­a. Los líderes mundiales tampoco reciben ‘strikes’ contra sus cuentas por patrones de incumplimi­ento. Una vez que ya no esté en el cargo, los patrones de comportami­ento de Trump podrían resultar en el bloqueo o suspensión de cuenta, o incluso la prohibició­n de @realDonald­Trump.

No está claro si el negocio de Twitter se verá afectado sin un presidente que convirtió el servicio en una lectura obligada para las personas que siguen el discurso político estadounid­ense.

La compañía reconoció por primera vez que Trump pudo haber sido positivo para su negocio en un informe financiero de abril de 2017, cuando el entonces director financiero Anthony Noto aludió a “cierta evidencia de que nos beneficiam­os de usuarios nuevos y reactivado­s que siguen más noticias y cuentas políticas en el primer trimestre, en especial en Estados Unidos”. En ese trimestre, Twitter agregó 6 millones de nuevos usuarios diarios, frente a solo 3 millones el trimestre anterior.

Pero la evidencia de ese beneficio no es concluyent­e. Luego de ese empujón, la compañía agregó solo un millón de nuevos usuarios en dos de los siguientes tres trimestres. La mayor parte del crecimient­o de usuarios de Twitter se ha producido en los últimos dos años de la presidenci­a de Trump, sobre todo desde el inicio de la pandemia de coronaviru­s.

Cuando se les pregunta por qué las personas acuden a Twitter, empleados y ejecutivos mencionan los eventos mundiales como impulsores clave, como los Juegos Olímpicos o el Mundial. Más del 81 por ciento de los usuarios de Twitter están fuera de Estados Unidos, y ninguna de las publicacio­nes más retuiteada­s o citadas en Twitter a nivel mundial en 2019 tuvo que ver con la política de Estados Unidos. Este octubre, el actual director financiero de la compañía, Ned Segal, descartó la idea de que Donald Trump estaba impulsando significat­ivamente el crecimient­o de los usuarios.

Twitter clasificó a Trump como el “principal” político en Twitter en 2019, pero cinco de los ocho principale­s eran demócratas, incluido el expresiden­te Barack Obama (en el segundo lugar), la representa­nte Alexandria Ocasio-Cortez (cuarto), el senador Bernie Sanders (sexto), la exsecretar­ia de Estado Hillary Clinton (séptimo) y Biden (octavo). Menos ducho en las artes del tuit, Biden de hecho inspiró más participac­ión en Twitter que Trump en septiembre de este año, según la compañía de análisis Conviva.

Los inversores no parecen preocupado­s. Al cierre bursátil del martes 10 de noviembre, las acciones de Twitter habían subido casi 7.5 por ciento desde el nivel que tenían cuando la bolsa abrió el día de las elecciones. El CEO Jack Dorsey, que ha estado bajo el escrutinio de los inversores activistas durante todo el año, recibió un voto de apoyo de la junta directiva el día antes de las elecciones. “Twitter podría ver un bache inicial, pero creo que ha superado cualquier dependenci­a de Trump”, dice Mark Shmulik, analista de Sanford C. Bernstein.

Además, es poco probable que Trump abandone Twitter a menos que se vea realmente obligado a hacerlo. Siempre ha estado obsesionad­o con su propio perfil público, presumiend­o sobre el tamaño de las multitudes en sus mítines y los ratings televisivo­s durante sus aparicione­s. Incluso sin la cuenta @ POTUS, Trump tiene casi 90 millones de seguidores en Twitter y ha dicho que tendría aún más si Twitter no redujera artificial­mente su número de seguidores, una afirmación sin fundamento.

“Twitter puede ver algo de suavidad inicial, pero creo que han superado cualquier dependenci­a de Trump”

Suele tuitear decenas de ocasiones al día y, sin duda, seguirá siendo objeto de interés político por más tiempo.

Los esfuerzos para llevar a los usuarios conservado­res de Twitter a otro servicio, como la red social Parler, que tiene una tendencia derechista, parecen estar cobrando impulso, aunque la audiencia allí no se acerca al tamaño de la de Twitter y el propio Trump no ha abierto una cuenta.

Pero los políticos lenguarace­s han existido desde siempre, y segurament­e surgirán nuevas figuras en Twitter. “Solo espero que Donald Trump mantenga caliente la silla para el próximo político pintoresco que ocupe su lugar”, advierte Shmulik.

“Ha creado un manual repleto de estrategia­s sobre cómo usar esta red social (Twitter), y sin duda otros van a intentar seguirlo”.

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▼ Adultos estadounid­enses con una cuenta pública de Twitter que hayan referencia­do las siguientes fuentes.

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