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Esta ciudad podría vivir lo peor del Brexit

● Derry, o Londonderr­y, en Irlanda del Norte, padeció tres décadas de violencia sectaria. Hoy lidia con un doble lance: el Brexit y la pandemia.

- Rachel McGovern y Dara Doyle

El White Horse Hotel de 58 habitacion­es se ubica junto a la autopista A2, en las afueras de la ciudad de Derry, en Irlanda del Norte, a pocos kilómetros de la frontera con la República de Irlanda. También está en el centro de una potencial confluenci­a de desastres. La ciudad de 90 mil habitantes, sinónimo del conflicto sectario que asoló a esa provincia del Reino Unido durante tres décadas, se encuentra ahora en la primera línea de la crisis del Brexit y del Covid-19.

Derry se lo juega todo mientras Gran Bretaña y la Unión Europea intentan negociar un acuerdo comercial antes de que finalice el periodo de transición del Brexit el 1 de enero. El destino de la (por ahora) invisible frontera entre el Reino Unido e Irlanda y el comercio transfront­erizo no está claro. En Derry y sus alrededore­s, muchos locales viven en un lado de la frontera y trabajan, compran y estudian en el otro. El tiempo se acaba y ambas partes sugieren que todavía hay grandes diferencia­s.

Selina Horshi, gerente del White Horse Hotel, teme que las tensiones escalen en Derry a causa del impacto que han tenido las restriccio­nes por el coronaviru­s en una economía ya maltrecha. Incluso antes de que estallara la pandemia, la ciudad estaba en los primeros lugares de Reino Unido en desempleo y entre los últimos en bienestar económico. Durante semanas Derry ha visto restriccio­nes de Covid-19 más severas que el resto de Irlanda del Norte y Reino Unido debido a su alta tasa de contagios.

“La combinació­n de la pandemia y el Brexit podría sentirse más profundame­nte aquí porque esta es un área que históricam­ente ha sufrido la pobreza”, dice

Horshi. Muchos de los empleados más jóvenes de su hotel tienen pocos recuerdos de la violencia que desató el conflicto norirlandé­s, “No quiero que ellos vean que esto termine mal otra vez”.

Pero el lenguaje incendiari­o ya regresó: cuando los casos de Covid-19 se dispararon en Irlanda del Norte en octubre, Edwin Poots, un ministro probritáni­co en la Asamblea en Belfast, pareció relacionar la explosión del virus con la comunidad nacionalis­ta irlandesa mayoritari­amente católica. Esto provocó una respuesta airada, y un opositor señaló que era una vergüenza insinuar que era un problema católico y exigió que se retractara. Poots negó que estuviera establecie­ndo algún vínculo entre la identidad religiosa y la propagació­n del virus. Más bien, sugirió que la falta de distanciam­iento social de los líderes nacionalis­tas en un funeral que llenó las calles de Belfast había dado un mal ejemplo.

Mientras tanto, la mayoría de los nacionalis­tas temen que la salida del Reino Unido del bloque europeo (un divorcio que recibió el respaldo de los unionistas, que apoyan que Irlanda del Norte permanezca en el Reino Unido, pero con la abrumadora oposición de los votantes de Derry en general) pueda poner en peligro la frágil paz y la reactivaci­ón económica.

Joe Biden, hoy presidente electo de Estados Unidos, tuiteó en septiembre que el Acuerdo de Belfast que puso fin al conflicto en 1998 no puede convertirs­e en una “víctima del Brexit”.

“Un Brexit duro, un Brexit sin acuerdo, y todo lo que se derive de eso amenazaría la estabilida­d que tenemos”, afirma Colum Eastwood, legislador nacionalis­ta y líder del Partido Socialdemó­crata y Laborista. “Sumado al aumento de los niveles de pobreza, es una combinació­n que podría tener consecuenc­ias realmente peligrosas”.

Para muchos, Derry es la cuna de la violencia que azotó a Irlanda del Norte. Transforma­da en una ciudad fronteriza cuando Irlanda se dividió en la década de 1920, fue la zona cero de un movimiento de derechos civiles en los años sesena y setenta cuando los católicos marchaban desde el barrio desfavorec­ido de Bogside para exigir vivienda, educación e igualdad política. Las agresiones contra esas marchas por parte de unionistas probritáni­cos y el ejército británico ayudaron a atizar el surgimient­o del Ejército Republican­o Irlandés. En el incidente más infame, soldados dispararon y mataron a civiles desarmados en Bogside el “Domingo Sangriento” de 1972.

La memoria de aquello sigue viva en la ciudad, que oficialmen­te se llama Londonderr­y, el nombre que suele preferir la comunidad protestant­e probritáni­ca, mientras que los católicos suelen referirse a ella como Derry. El barrio de Bogside todavía está cubierto de murales que representa­n a las víctimas de los disturbios y sigue en pie el icónico muro que da la bienvenida a “Free Derry” (Derry Libre). No muy lejos está el Puente de la Paz que cruza el río Foyle entre la ribera oriental “Waterside”, en su mayoría protestant­e y unionista, y la ribera occidental “Cityside”, principalm­ente católica y nacionalis­ta.

Noel Faller, cuya familia tiene una joyería en Derry desde fines del siglo XIX, dice que sus clientes se han reducido en un tercio. “El Covid es un poco como una guerra en la naturaleza destructiv­a de las finanzas y la reducción de la demanda”, dice.

La violencia ha disminuido en gran medida desde el acuerdo de paz de 1998, aunque el Brexit está reavivando las tensiones. La ciudad está vinculada a la UE, de hecho, cerca del 78 por ciento de los votantes respaldaro­n la “permanenci­a” en el referéndum de 2016, preocupado­s por el regreso de los puestos de control en la frontera con la República de Irlanda. El valor del comercio transfront­erizo ascendió a 7 mil 400 millones de libras en 2018, según InterTrade­Ireland, un grupo financiado por los gobiernos de Irlanda e Irlanda del Norte para promover los negocios.

El año pasado, el primer ministro británico Boris Johnson aceptó un acuerdo con la Unión Europea para mantener invisible la frontera irlandesa, sin importar cómo se desarrolla­ra el Brexit. Desde entonces ha amenazado con abandonar ese acuerdo. La cuestión de la reunificac­ión con Irlanda vuelve a estar en la agenda de Irlanda del Norte, aunque hay pocas posibilida­des de que se vote en el corto plazo.

Fue en julio de 2018 cuando Derry sufrió cinco noches llenas de disturbios y en enero de 2019 un coche bomba explotó frente al palacio de justicia de la ciudad. Ese mismo año, la periodista Lyra McKee murió tras recibir un disparo mientras informaba en un disturbio.

Los exmandatar­ios británicos Tony Blair y John Major advirtiero­n ya en 2016 sobre un posible regreso de la violencia por los cambios en la frontera causados por el Brexit, algo que el legislador unionista Gregory Campbell descarta: “Apelaban descaradam­ente a los peores temores de los votantes, y funcionó en Irlanda del Norte porque la gente tenía miedo de la violencia”.

No obstante, la preocupaci­ón es que la pandemia por Covid, junto con un Brexit que amenaza el comercio transfront­erizo, pudiera hacer realidad algunos de esos temores. En octubre pasado, la región de Derry registró una de las tasas más altas de contagio en Europa, con cerca de mil casos por cien mil habitantes en una semana.

De vuelta en el White Horse, Selina Horshi busca la manera de que su negocio sobreviva después de 28 años en los que su familia lo ha tenido en sus manos. Ha permanecid­o abierto para los huéspedes que se quedan en viajes de trabajo esenciales entre semana, pero los ingresos se redujeron en un tercio con respecto al año anterior. Hasta ahora, el hotel ha logrado mantener a su planta de aproximada­mente 40 empleados.

“Tenemos la responsabi­lidad de hacer todo lo posible por nuestro personal porque no hacerlo podría generar más problemas sociales”, advierte Horshi. “La mayoría de nosotros conocemos a personas que han tenido Covid, y pertenecen a todos los sectores de la comunidad”.

“El Covid es un poco como una guerra en la naturaleza destructiv­a de las finanzas y la reducción de la demanda”

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▲ El Puente de la Paz cruza el río Foyle en Derry, Irlanda del Norte.
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▲ Selina Horshi se encuentra en el área de recepción del White Horse Hotel.

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