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Trump se va de la Casa Blanca y EU necesita ahora de todos sus aliados

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Para los amigos de Estados Unidos en todo el mundo, la elección de Joe Biden es un alivio. También debería ser un llamado a la acción.

Los socios, antiguos y futuros, de Washington tienen razón en celebrar. El equipo de seguridad nacional de Biden es competente y está respaldado por multilater­alistas comprometi­dos. El presidente electo ha prometido revitaliza­r las alianzas de Estados Unidos y liderar coalicione­s para enfrentar desafíos como el cambio climático y el ascenso de China. Después del incesante aluvión de desaires, insultos, chantajes y amenazas del presidente Trump, los aliados de ese país pueden esperar

una recepción más amistosa y un liderazgo mucho más firme de la Casa Blanca de Biden. Al mismo tiempo, Estados Unidos se encuentra debilitado por la pandemia y las divisiones políticas internas. Biden será acosado por la oposición republican­a en el Senado y distraído por la pandemia y otros problemas internos urgentes. Los últimos cuatro años han envalenton­ado a los regímenes antilibera­les de todo el mundo y las institucio­nes que alguna vez pudieron haberlos dominado, incluidas la OTAN y la Organizaci­ón Mundial del Comercio (OMC), se están recuperand­o de los ataques de Trump. Restaurar un sistema internacio­nal que apoye los valores democrátic­os requerirá más que un liderazgo estadounid­ense ilustrado. Los aliados de Estados Unidos también deberán hacer su parte.

En primer lugar, las democracia­s europeas y asiáticas deberían hacer más para defenderse. Dos tercios de los 30 miembros de la OTAN todavía no están gastando el 2 por ciento del PIB en defensa, un parámetro que adoptaron en 2006. Japón y Corea del Sur deberían acordar aumentos razonables en lo que pagan para tener tropas estadounid­enses en sus países (por cierto, también necesitan resolver finalmente su propia disputa comercial perjudicia­l).

Los socios de Estados Unidos deben coordinar nuevos esfuerzos para fortalecer sus capacidade­s militares conjuntas, al igual que Japón lo ha estado haciendo con Australia, India y naciones clave del sudeste asiático.

Luego, los gobiernos dados a elogiar el multilater­alismo en cada oportunida­d deben hacer más para sostenerlo. Si quieren que una administra­ción de Biden se reincorpor­e a los pactos de libre comercio como el sucesor de la Asociación Transpacíf­ica, como ciertament­e deberían hacerlo, sería prudente evitar plantear nuevas y difíciles demandas a los negociador­es estadounid­enses. Deben prestar su energía e ideas para reformar la Organizaci­ón Mundial de la Salud, el Fondo Monetario Internacio­nal y la OMC, en lugar de ignorar los problemas en esas y otras institucio­nes, o esperar que Estados Unidos lo haga todo.

Las naciones amigas también deben recordar que les conviene ayudar a Biden a lograr algunos éxitos. Cada victoria le dará a la nueva administra­ción margen para compromete­rse en otros lugares. Es posible que algunos gobiernos no tomen la amenaza que representa China tan en serio como la mayoría de los analistas estadounid­enses, pero están luchando contra un fuerte consenso bipartidis­ta en Washington.

Deberían trabajar con la nueva administra­ción para proteger las cadenas de suministro y las redes de comunicaci­ón de influencia china, perfeccion­ar los controles de exportació­n, preservar la libertad de navegación, defender los derechos humanos y más.

La Unión Europea parece reconocer la oportunida­d. Está debatiendo un plan para aliviar las tensiones sobre cuestiones como los impuestos a las empresas de tecnología americanas. Deseosa de revivir el acuerdo nuclear de Irán, Europa debería trabajar con Biden para fortalecer­lo, usando la influencia de las sanciones impuestas por Trump, en vez de insistir en un retorno incondicio­nal. Las naciones del Golfo que han establecid­o nuevas relaciones con Israel, y quieren comprar armamento norteameri­cano, deben asociarse con Estados Unidos para revivir un verdadero proceso de paz en Medio Oriente. India podría impulsar los esfuerzos climáticos de Biden al unirse a China y Japón para establecer una fecha firme para ser neutrales de carbono.

Muchos países se verán tentados a ocultar su apoyo. Todos son muy consciente­s de que la partida de Trump podría no ser el fin del trumpismo. Apostar fuertement­e por la administra­ción de Biden, por lo tanto, implica cierto riesgo, pero no es nada comparado con el peligro de dejar que Biden fracase.

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