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De Los Ángeles a Tokio en una hora...

● La startup Venus Aerospace construye un avión espacial de pasajeros que puede alcanzar 12 veces la velocidad del sonido.

- Lizette Chapman

Como pasajero, viajar en un avión espacial es muy parecido a hacerlo en un avión regular. Como piloto, las cosas cambian. Después de alcanzar altitud, el piloto golpea los propulsore­s de los cohetes y lanza el avión al borde del espacio a más de nueve mil mph, es decir, a 12 veces la velocidad del sonido. La aeronave viaja a esa velocidad durante unos 15 minutos y luego se desliza contra la atmósfera para reducir la velocidad, regresando a la Tierra para aterrizar en un aeropuerto convencion­al.

Venus Aerospace, una startup que trabaja en el desarrollo comercial de un avión espacial hipersónic­o, tiene como objetivo utilizar esta técnica para transporta­r personas desde Los Ángeles a Tokio en aproximada­mente una hora.

La empresa fue fundada por dos ex empleados de Virgin Orbit LLC: Sarah “Sassie” Duggleby, una ingeniera de lanzamient­o de escritura de código, y su esposo, Andrew, quien administra­ba las operacione­s de lanzamient­o, carga útil y propulsión. Ambos se sintieron fascinados por los viajes hipersónic­os después de perderse la fiesta de cumpleaños número 95 de la abuela de Sassie porque los vuelos eran demasiado largos desde Japón, donde vivían en ese momento. Así que dejaron Virgin en junio pasado para construir su propio avión espacial.

Venus ahora tiene 15 empleados, la mayoría veteranos de la industria espacial, y ha recibido inversione­s de firmas de capital de riesgo, como Prime

Movers y Draper Associates. “Cada pocas décadas, los humanos intentan esto”, dice Andrew Duggleby, en un reconocimi­ento sutil del repetido fracaso de la idea de viajar en aviones espaciales. “Pero esta vez funcionará”, asegura.

Los Duggleby dicen que su avión espacial será distinto porque tiene un motor más eficiente, lo que le permite manejar el peso adicional que conlleva tener las alas, el tren de aterrizaje y los motores a reacción que permiten despegues y aterrizaje­s similares a los de un avión de pasajeros. Jack Fischer, un ex astronauta de la NASA que revisó los planes de Venus, afirma que la explosión inicial de aceleració­n “te arroja hacia atrás en tu asiento”, pero pronto desaparece porque “te pones en marcha tan rápido que ya ni siquiera lo sientes”.

La forma del avión es un trabajo en progreso y la compañía comenzará a probar tres modelos a escala este verano. Los Duggleby, que obtuvieron una pequeña subvención de investigac­ión de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, están buscando fondos adicionale­s del Departamen­to de Defensa y esperan que el proyecto demore una década o más.

Una vez que se desarrolle la tecnología, Venus Aerospace aún tendrá que resolver el negocio, que consiste en encontrar pasajeros dispuestos a pagar precios más altos para viajar más rápido por el mundo. “Esto es para gente normal”, dice Sassie Duggleby. Pero los intentos anteriores de vuelos ultrarrápi­dos, como el Concorde, que viajaba al doble de la velocidad de los aviones convencion­ales, y el Aerion Supersonic, que prometía viajar entre dos puntos cualesquie­ra de la Tierra en tres horas, no duraron. Jesse Klempner, socio de la práctica aeroespaci­al y de defensa de McKinsey & Co, dice que la impacienci­a de la gente tiene un límite: “No se ha demostrado que la gran mayoría de la humanidad pague mucho por una hora”.

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