¿Continuidad o cambio? Biden se prepara para para dejar su huella al frente de la Fed.
• Jerome Powell es el favorito para ocupar otro mandato como presidente de la Reserva Federal, pero los demócratas podrían presionar por la designación de Lael Brainard.
Joe Biden pronto tendrá la oportunidad de convertir a la Reserva Federal (Fed) en un instrumento con mayor capacidad de cumplir su visión de un capitalismo estadounidense más inclusivo. La Junta de la Fed, de siete miembros, pronto tendrá cuatro vacantes, incluida la silla ocupada por el presidente Jerome “Jay” Powell, quien se dice que tiene un amplio apoyo entre los asistentes de Biden, pero no tiene asegurado un segundo mandato. No se espera la decisión antes de septiembre, como mínimo.
Hay mucho que los demócratas quieren de estos nombramientos, desde una regulación más estricta de los bancos hasta más atención al cambio climático. Sin embargo, lo que más importa para los objetivos del presidente Biden es garantizar una recuperación vigorosa.
La Reserva Federal (Fed), aunque es independiente, está sujeta a la supervisión del Congreso y las nominaciones del presidente requieren la confirmación del Senado. Powell, quien fue puesto al mando en 2017 por el entonces mandatario Donald Trump, supervisó una revisión de la estrategia de la Fed y ganó elogios bipartidistas por su rápida y amplia respuesta a la recesión derivada de la Covid19. Pero para algunos progresistas poderosos en el Congreso, su historial en materia de regulación no les parece adecuado y podrían apoyar al único demócrata en la Junta que se opone a Powell en asuntos de supervisión de los grandes bancos: Lael Brainard. Alternativamente, podrían conformarse con emparejar a Powell con un vicepresidente de supervisión más agresivo cuando el mandato de Randal Quarles en el cargo termine en octubre.
El periodo del vicepresidente Richard Clarida finaliza en enero, unos días antes de que termine el mandato de Powell como presidente a principios de febrero. Ambos puestos, más otro en la Junta abierta, son oportunidades para nombrar demócratas que reflejen las prioridades de Biden y, al mismo tiempo, promuevan su objetivo de lograr una mayor diversidad en el Banco Central de Estados Unidos.
Una consideración para Biden es el estado precario de los mercados y la economía en este momento. Las bajas tasas de interés han reavivado el apetito
por el gasto del Congreso, aumentando la deuda del gobierno en alrededor de cinco billones de dólares desde el comienzo de 2020. Y la toma de riesgos se ha disparado, con el dinero vertido en las acciones de memes y bitcóin, mientras que un mercado inmobiliario caliente aviva los temores de otra burbuja.
La inflación es más alta de lo que ha sido en más de una década, pero las preocupaciones sobre la variante Delta del coronavirus están empujando a los inversionistas hacia los bonos por temor a que la recuperación sea poco estable. El desempleo sigue siendo elevado, pero las empresas se quejan de la escasez de mano de obra. La Fed también está a mitad de camino en un cambio de estrategia instigado por Powell para brindar los beneficios de un mercado laboral sólido de manera más amplia, lo que coincide con los objetivos de Biden. Con todas estas contracorrientes, no hay escasez de economistas, comerciantes y miembros del Congreso que digan: simplemente hay que a nombrar a Jerome. “La continuidad es muy importante”, dice Laurence Meyer, ex gobernador de la Fed.
La confianza de los inversionistas en el hábil toque de Powell fue visible el 28 de julio después de que la Fed anunció que había comenzado a hablar de reducir sus compras masivas de bonos. En el periodo de 30 minutos entre la declaración de la Fed a las 2 pm y en la conferencia de prensa de Powell, los precios de los bonos del Tesoro a 10 años fluctuaron bruscamente, antes de aclarar que los funcionarios aún estaban muy lejos de comenzar el proceso, restableciendo la calma.
Sarah Binder, politóloga de la Brookings Institution, ve el cálculo de la Casa Blanca de manera diferente. Una economía robusta es parte de lo que se necesita para extender el control del partido gobernante, señala. “Estos nombramientos no son recompensas por el desempeño pasado”, observa. “Los presidentes en su primer mandato quieren ser reelegidos. Están pensando prospectivamente: ¿Quién va a poner la economía, mis perspectivas electorales y mis objetivos políticos en la mejor base para el éxito?”.
Powell, de 68 años, se ha ganado aliados en ambos lados del pasillo en Capitol Hill con su implacable acercamiento a los legisladores. Como resultado, su relación con demócratas progresistas, como la representante de California, Maxine Waters, presidenta de un comité que supervisa la Fed, es tan natural como lo es con republicanos tradicionales como Patrick McHenry, de Carolina del Norte, el miembro de mayor rango en el Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes.
Una de las razones por las que Powell ha sido tan eficaz en la Fed y en el Capitolio es que no encaja perfectamente en los casilleros de poder de Washington. Él es un ejecutivo de capital privado en Carlyle Group, pero no actúa como tal.
Si bien Powell goza de un amplio apoyo entre los principales asesores de la Casa Blanca, los funcionarios mantienen la mente abierta sobre cómo la administración de Biden puede poner su sello en el Banco Central, según dijeron a Bloomberg personas familiarizadas con el tema. Sin embargo, hay demócratas prominentes que no creen que el centrismo en la Fed sea lo que se necesita ahora, particularmente en la política regulatoria. Powell ha supervisado múltiples cambios en el nombre de la eficiencia que han irritado a los senadores Sherrod Brown (Ohio) y Elizabeth Warren (Massachusetts), quienes, como miembros del Comité de Banca, Vivienda y Asuntos Urbanos, tienen un voto sobre quien sea nominado. como el próximo presidente de la Fed.
Los votos de Powell contrastan con los de Brainard, la única persona designada por Trump en la Junta. Sus decisiones han ido a contracorriente, como en mayo pasado, cuando se opuso a una fusión bancaria, argumentando que “las salvaguardias del sentido común se han debilitado”. La competencia de Brainard en economía es incuestionable, y parecería ser la candidata que más satisface a Brown y Warren en materia regulatoria. Además, ha encontrado un camino para abordar el cambio climático a través de la misión de estabilidad financiera de la Fed y ha abogado por reglas y pautas que harían que el sistema financiero sea más inclusivo. “Dados los importantes poderes regulatorios y de supervisión del Banco Central, es probable que las voces de izquierda en la administración no quieran que un republicano como Powell permanezca en la presidencia’’, escribió Michael Feroli, economista jefe para Estados Unidos de J.P. Morgan, el 21 de julio en una nota para los clientes.
Una pregunta que se cierne sobre la sucesión de la Fed es si a Biden le importa un amplio apoyo bipartidista para el nominado. Brainard podría atraer mucha oposición republicana en comparación con Powell en un Senado en el que los demócratas tienen solo 50 de 100 escaños.
Aunque Powell es el primer presidente de la Fed en décadas que no recibió formación académica en economía, algunos lo ven como uno de sus puntos fuertes. Claudia Sahm, una ex economista de la Fed que solía trabajar con Powell, dice que, debido a que no era un doctorado, no “tuvo que desaprender” economía, lo que le facilitó desafiar la disciplina.
Bajo el periodo de su predecesora Janet Yellen, quien tiene un doctorado en economía y ahora es secretaria del Tesoro, la Fed elevó las tasas de interés desde cero en 2015, en una apuesta de que un aumento gradual en los costos de los préstamos llevaría a la economía al objetivo de inflación del 2% de la Fed en tres años, sin sacrificar el empleo. En cambio, la inflación se mantuvo obstinadamente por debajo del objetivo incluso cuando el desempleo cayó al 3.9% a fines de 2018, lo que sugiere que los que fijan las tasas de la Fed podrían haber permitido que la economía se calentara más y atraer a más estadounidenses a puestos de trabajo sin provocar presiones sobre los precios.
Los errores de pronóstico crearon una ola de
introspección entre el personal, dice Sahm, lo que le dio a Powell la oportunidad de cambiar las cosas. Bajo un marco de política renovado presentado en agosto de 2020, los funcionarios de la Fed aseguraron que dejarían que la inflación sobrepasara el objetivo del 2% durante un tiempo indeterminado para compensar los periodos en los que se ubicó por debajo de ese nivel. También se comprometieron a no prejuzgar el nivel de empleo máximo utilizando una medida estándar, confiando, en cambio, en una gama más completa de indicadores. “El cambio de decisiones de política monetaria basadas en pronósticos a decisiones de política monetaria basadas en resultados es un cambio radical”, explica Sahm, investigadora principal del Instituto de la Familia Jain.
Tan radical, de hecho, que el comité de política monetaria de la Fed ha tenido divergencias sobre el asunto a medida que aumentan los riesgos de inflación. Trece funcionarios querían que el Banco Central incrementara las tasas de interés para fines de 2023, según las previsiones que publicó en junio. Solo cinco funcionarios proyectaron que deberían permanecer en espera cerca de cero hasta 2023. Los pronósticos son anónimos, pero Powell ha dejado claro que no tiene prisa por subir las tasas, y dijo en junio que incluso discutir el aumento de las tasas desde casi cero “sería muy prematuro”.
El trabajo del presidente de la Fed es forjar un consenso, pero eso se vuelve más difícil cuando los funcionarios están divididos en el camino a seguir. “Esta será la primera vez, en años, en que la presidencia de la Fed está lista para ser nombrada nuevamente cuando la política no está en una trayectoria muy clara”, dice Roberto Perli, jefe de investigación de políticas globales de Cornerstone Macro LLC. “Solo por eso es arriesgado no reelegir a Powell”.