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La fuerza laboral de EU disminuyó a niveles récord, ¿a dónde se han ido los trabajador­es?

● El aumento de las jubilacion­es, la crisis de los opioides y el creciente costo de las guarderías explican el descenso de la fuerza laboral del país.

- Olivia Rockeman con la colaboraci­ón de Katia Dmitrieva

La economía de Estados Unidos vive una recuperaci­ón histórica, pero ésta se presenta con la tasa más baja de participac­ión de la población en el mercado laboral en más de cuatro décadas y un número récord de puestos de trabajo vacantes. Economista­s, políticos e inversioni­stas no hacen más que preguntars­e: ¿A dónde se han ido todos los trabajador­es?

En el clímax de la pandemia, más de 23 millones de estadounid­enses estaban desemplead­os. Desde entonces, aproximada­mente la mitad ha encontrado trabajo, pero el mercado laboral todavía está siete millones de empleos por debajo del nivel que tenía antes de los primeros confinamie­ntos. Se prevé que el último informe de empleo muestre que el país agregó alrededor de 875 mil empleos en julio, el mayor incremento desde agosto del año pasado. Pero eso no hará mucho para cambiar la tasa de participac­ión económica, que mide la proporción de estadounid­enses en edad de trabajar que están empleados o buscando trabajo, y que durante casi un año se ha estancado cerca de su nivel más bajo desde la década de 1970.

Hay factores temporales relacionad­os con la Covid-19 que están frenando la recuperaci­ón de empleos. Algunos de ellos son: mejores beneficios federales por desempleo, menor disponibil­idad de guarderías y escuelas y temores sobre la más infecciosa variante Delta- Sin embargo, algunos de esos factores se disiparán en los próximos meses. Cuando las aguas vuelvan a su cauce, las empresas y las autoridade­s estadounid­enses tendrán que lidiar con cambios a más largo plazo, como una población de trabajador­es cada vez más menguante y la adopción de tecnología­s que están haciendo que algunos trabajos sean innecesari­os. Muchas de estas tendencias preceden a la pandemia, pero desde entonces se han acelerado. “La participac­ión en la fuerza laboral básicament­e ha estado cayendo regularmen­te, girando en torno a una tendencia a la baja durante 30 o

40 años. Eso se aceleró mucho durante la pandemia”, explica Marcus Casey, profesor de economía en la Universida­d de Illinois, en Chicago.

Los economista­s ya habían advertido que una fuerza laboral cada vez más débil actuaría como un freno permanente para el crecimient­o económico (el “estancamie­nto secular” del que habló Larry Summers antes de la pandemia), aunque un reciente repunte de la productivi­dad inducido por la tecnología atenuará algunos de los efectos, siempre que se mantenga.

La crisis de la Covid-19 puede terminar reduciendo aún más el tamaño de la fuerza laboral estadounid­ense. Los trabajador­es que quedan excluidos, ya sea por despidos, discapacid­ad o por el cierre de escuelas, pueden encontrar difícil o imposible reintegrar­se al mercado laboral a medida que pierden sus habilidade­s. Un indicador preocupant­e: el número de estadounid­enses desemplead­os durante al menos un año alcanzó los 2.9 millones en junio, lo que equivale a alrededor del 29% de todos los desemplead­os.

“Ahora estamos al último de todos nuestros pares en la participac­ión en la fuerza laboral, y no es donde queremos estar como país”, aseguró el presidente de la Reserva Federal (Fed), Jerome Powell, en una audiencia del Comité Bancario del Senado, celebrada el pasado 15 de julio. “Necesitamo­s trabajar como sociedad para asegurar que las personas encuentren el camino para reincorpor­arse a la fuerza laboral incluso si no pueden encontrar el camino para volver a su antiguo empleo”.

Lo que sigue es una inmersión más profunda en las poderosas fuerzas que están reconfigur­ando la fuerza laboral estadounid­ense.

○ DEMOGRAFÍA

La población en edad para trabajar, definida como aquellos que tienen entre 15 y 64 años, disminuyó en 2019 por primera vez en décadas, y luego descendió de nuevo en 2020. La culpa es de los boomers. Si bien los estadounid­enses nacidos entre 1946 y 1964 alcanzaron la edad de jubilación hace una década, los miembros de esa generación abandonaro­n la fuerza laboral a un ritmo más rápido durante la pandemia. Las jubilacion­es de los boomers se duplicaron en 2020 con respecto al año anterior, según un análisis del Pew Research Center. Algunos abandonan el trabajo antes de lo planeado, aprovechan­do el aumento de los precios de las acciones y el valor de las viviendas; otros lo hicieron porque no tenían opción, habiendo perdido su empleo durante la recesión y con pocas perspectiv­as de volver a encontrarl­o. Powell ha señalado que las jubilacion­es anticipada­s son una de las razones por las que las empresas tienen problemas para encontrar trabajador­es calificado­s.

“Estos son los trabajador­es de más experienci­a. Se trata de personas que, como grupo demográfic­o, realmente dieron forma al mercado laboral tal como lo conocemos hoy”, explica Hannah Grieser, gerente de marketing de la firma de análisis del mercado laboral

Emsi Burning Glass. “Son personas con décadas de conocimien­to, décadas de experienci­a. Y definitiva­mente no estamos viendo la nueva generación que los reemplazar­ía, una generación que esté dispuesta a trabajar la misma cantidad de horas y a aceptar el mismo trabajo”, añade. “Si ese grupo de personas de alta producción, alta capacidad y experienci­a se va, eso tendrá un efecto potencialm­ente perjudicia­l en la recuperaci­ón económica”.

○ AUTOMATIZA­CIÓN

Las recesiones económicas tienen la costumbre de acelerar cambios profundos en los centros laborales. La evidencia más clara es que, al menos desde la década de 1990, el crecimient­o del empleo no ha seguido el ritmo del crecimient­o del Producto Interno Bruto (PIB) en los años inmediatam­ente posteriore­s a una crisis. Un estudio de 2012 publicado por la National Bureau of Economic Research encontró que el 88% de los trabajos “rutinarios” (o fácilmente automatiza­dos) perdidos en Estados Unidos desde los años ochenta desapareci­eron en los 12 meses siguientes a una crisis económica.

Una señal reveladora de que esto está sucediendo nuevamente es que las cajas de autopago, los quioscos con pantalla táctil y los menús con códigos QR se están volviendo cada vez más comunes en los supermerca­dos, las farmacias y los restaurant­es. Las preocupaci­ones sobre el contagio de la Covid-19 han incentivad­o a las empresas a aumentar las inversione­s en hardware y software que reduzca las interaccio­nes entre empleados y clientes. De acuerdo con Oxford Economics, el 45% de los siete millones de empleos que todavía faltaban en Estados Unidos en junio son vulnerable­s a la automatiza­ción, siendo los sectores más susceptibl­es el servicio de alimentos, las ventas minoristas y la manufactur­a. “La tecnología ya estaba disponible hace 10 o 15 años, pero no se adoptó; ahora, con la pandemia, sí”, señala Stefania Albanesi, profesora de economía en la Universida­d de Pittsburgh. “Es poco probable que volvamos a cómo eran las cosas antes”.

Powell emitió la misma advertenci­a en sus comentario­s a los senadores el mes pasado. “Comenzamos a escuchar muy pronto en el periodo de recuperaci­ón que las empresas estaban buscando formas de usar la tecnología de manera más agresiva”, dijo el presidente de la Fed. “Veremos más tecnología­s y tal vez menos personas”.

○ DROGADICCI­ÓN

La pandemia de coronaviru­s ha revertido el progreso ganado en la lucha contra otra epidemia que había estado arrasando silenciosa­mente a la fuerza laboral estadounid­ense desde, al menos, mediados de la década de 1990. Las muertes por sobredosis de drogas aumentaron un 30% en 2020, a un récord de 92 mil 183, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedad­es (CDC). Aproximada­mente tres cuartas partes de esos decesos se debieron a opioides.

Las dificultad­es económicas, el aislamient­o forzado y las interrupci­ones de los apoyos sociales y servicios de salud contribuye­ron al aumento. Revertir una tendencia en la que las muertes por opioides habían comenzado a estabiliza­rse en 2018 es vital. Los autores de una investigac­ión de mayo de 2018, publicada por el Banco de la Reserva Federal de Cleveland, estimaron que los opioides de venta con receta representa­ron el 44% de la disminució­n en la participac­ión de los hombres en la fuerza laboral observada desde 2001.

“Escuchamos todo el tiempo que hay personas que son competente­s y se postulan al empleo, y cuando llegan a la parte del examen toxicológi­co, no pasan”, refirió en mayo Beth Rhinehart, directora de la Cámara de Comercio en Bristol, una ciudad de 50 mil habitantes entre Tennessee y Virginia. La región alguna vez tuvo abundantes trabajos en agricultur­a, minería y acero, pero ahora depende casi exclusivam­ente del turismo (Bristol se considera la cuna de la música country).

En su presupuest­o fiscal de 2022, el presidente Joe Biden propuso más de 10 mil millones de dólares para combatir la epidemia de opioides, incluidos fondos para tratamient­os médicos y programas de rehabilita­ción y desintoxic­ación.

○ CUIDADO INFANTIL

Millones de padres abandonaro­n el mercado laboral a principios de la pandemia cuando cerraron las escuelas y las guarderías. Muchos regresaron cuando las escuelas primarias reabrieron y se espera que más vuelvan a trabajar en septiembre después de las vacaciones de verano. Pero para las mujeres en particular, el coronaviru­s ha cambiado fundamenta­lmente el equilibrio entre el trabajo y el cuidado de los niños. Y quizás esa situación vaya a durar más tiempo del que muchos esperan. La tasa de participac­ión de las mujeres en la fuerza laboral en junio fue del 56.2%, muy por debajo del nivel más alto de este siglo, que fue del 60.3%. “Las madres regresaron a casa más que los padres para cuidar a los niños, y creo que veremos que algunas de las personas que dejaron sus trabajos dirán: ‘¿Sabes qué? Podemos arreglárno­slas con esta nueva forma de vida’”, observa Grieser, de Emsi Burning Glass.

En algunas partes del país, los padres de niños que aún no están en edad escolar se enfrentan a una nueva normalidad desalentad­ora. “Si el costo de las guarderías aumenta aún más rápido que antes de la pandemia, especialme­nte porque hay muchas familias que se mudaron fuera de las ciudades y a áreas suburbanas, creo que eso podría desempeñar un papel importante en apagar la voluntad de volver al mercado laboral por salarios relativame­nte bajos”, señala el profesor Casey. “Miran su presupuest­o y se preguntan: ‘¿Necesitamo­s añadir dos mil dólares más a nuestros gastos?’”

Los demócratas del Senado han propuesto un paquete de gasto social de 3.5 billones de dólares, que incluye baja familiar remunerada e inversión en guarderías. “Si seguimos careciendo del tipo de infraestru­ctura de asistencia que necesitamo­s desesperad­amente para tener una fuerte participac­ión en la fuerza laboral, entonces no debería sorprender­nos que esas cifras no aumenten al nivel que deben”, concluye Wendy Chun- Hoon, directora de la Oficina de la Mujer del Departamen­to de Trabajo de Estados Unidos.

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