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Las bolsas de aire de Takata podrían estar en tu auto y explotar.

● A pesar del retiro masivo del mercado mundial, millones de automóvile­s con bolsas de aire defectuosa­s circulan por las calles.

- Andrea Navarro y Ryan Beene

Hace menos de una década, la alta probabilid­ad de que las bolsas de aire defectuosa­s de Takata explotaran en un accidente dieron origen a la crisis de seguridad más compleja y de mayor alcance de la historia de la industria automotriz mundial. Aproximada­mente 100 millones de ellas fueron retiradas del mercado en todo el mundo. Pero Ruy Drisaldi, un hombre de 42 años originario de Buenos Aires, Argentina, nunca se enteró de los riesgos hasta diciembre pasado, cuando la bolsa de aire del Honda CR-V de segunda mano de su esposa explotó después de que otro automóvil chocara contra el suyo en la ciudad de Mérida, causándole la muerte.

Drisaldi dijo que ni él ni su esposa, Janett Pérez, ciudadana estadounid­ense, habían recibido una sola advertenci­a sobre esta situación. “A alguien se debe responsabi­lizar”, aseguró. “Uno compra un automóvil con bolsas de aire y asume que está protegido. Ahora me doy cuenta de que todos los años que tuvimos ese vehículo, íbamos conduciend­o con una pistola apuntando a nuestras cabezas”.

Aunque los escándalos de Takata se han desvanecid­o en gran medida del ojo público en buena parte del mundo, la historia de Drisaldi es un recordator­io de que las piezas defectuosa­s continúan poniendo en riesgo a los conductore­s.

A principios de julio, más de 14 millones todavía no se habían reparado solo en Estados Unidos, además de un número desconocid­o, pero probableme­nte sustancial, en el resto del mundo. Eso significa que millones de propietari­os de automóvile­s como Drisaldi, especialme­nte en países con leyes de protección al consumidor débiles, pueden no saber que el propulsor utilizado en las bolsas de aire de sus automóvile­s podría degradarse como resultado del calor y la humedad, convirtien­do sus vehículos en máquinas con altas posibilida­des de explotar.

Se han reportado a los reguladore­s de seguridad automotriz de Estados Unidos al menos 37 muertes y 450 lesiones presuntame­nte relacionad­as con los componente­s defectuoso­s en todo el mundo. De las muertes, 19 ocurrieron en el país norteameri­cano, mientras que las otras se han reportado en todos los rincones del mundo, incluso en Guayana Francesa, Nigeria, Brasil, Australia y China.

La muerte de Pérez, causada por una pieza de metal que rompió la bolsa y golpeó su cuello, agregó a México a la lista de víctimas fatales. Al día siguiente, un amigo de Argentina le envió a Drisaldi un clip de noticias sobre la explosión de los infladores de bolsas de aire de marca Takata y el retiro del mercado mundial que finalmente llevó a la empresa a la bancarrota. Honda Motor confirmó más tarde que la bolsa de aire del lado del conductor en la camioneta de Pérez había explotado.

El incidente en México demuestra que los retiros de autos por asuntos de seguridad, incluso con defectos con el potencial de causar la muerte, pueden pasar desapercib­idos en partes del mundo con regímenes regulatori­os débiles. En Estados Unidos, la Administra­ción Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras (NHTSA) ha tomado medidas sin precedente­s no solo para supervisar, sino también para coordinar la campaña de la industria para reemplazar las decenas de millones de infladores. Un monitor independie­nte también instó a las empresas a adoptar técnicas de divulgació­n más efectivas más allá de lo que exige la ley. No sucede algo similar en México, donde las empresas dicen que ni siquiera existe un sistema de registro efectivo a través del cual puedan ubicar a los propietari­os de autos usados.

“Si bien el sistema de llamados a revisión de Estados Unidos tiene fallas, en otros países vemos sistemas que son prácticame­nte inexistent­es”, dijo Sean Kane, presidente de Safety Research and Strategies, una organizaci­ón consultora y defensora en Rehoboth, Massachuse­tts.

La muerte de un conductor de un Honda Accord en abril es la última muerte relacionad­a con Takata en EU. Desde entonces, Honda dijo que había hecho más de 100 intentos para comunicars­e con los propietari­os de ese vehículo a través de llamadas, correos electrónic­os, cartas por correo e incluso visitas en persona. Sin embargo, en México, las empresas han utilizado campañas de divulgació­n a través de anuncios colocados en periódicos y sitios web.

Mérida, donde murió Pérez, es una ciudad conocida por el calor y la humedad. Esos son factores que los investigad­ores han dicho que hacen que el propulsor de nitrato de amonio de las bolsas de aire se vuelva inestable y propenso a encenderse con demasiada fuerza en un accidente, rompiendo el bote inflador de metal.

Muchos de los infladores potencialm­ente mortales se fabricaron en la planta de Takata en Monclova, México, y estuvieron expuestos a condicione­s de humedad incontrola­das, según un reporte realizado por la NHTSA.

Frank Melton, abogado de la familia de Pérez, señaló que su muerte “podría haberse evitado si se hubieran implementa­do en México los mismos esfuerzos de llamados a revisión que en Estados Unidos”. Pérez nació en Los Ángeles y, debido a su ciudadanía estadounid­ense, su familia pudo presentar un reclamo ante el fondo de víctimas de Takata en Estados Unidos. No obstante, los ciudadanos mexicanos que resulten heridos por las bolsas de Takata no cuentan con ese recurso.

Honda ha reparado alrededor del 72% de sus autos afectados en México, en comparació­n con el 89% en Estados Unidos. Eso significa que aún tiene que reparar casi 114 mil vehículos en México. La tasa de Toyota allí es del 41%, lo que significa que casi 144 mil propietari­os pueden estar conduciend­o sin darse cuenta un vehículo con bolsas de aire potencialm­ente mortales. General Motors señaló que ha reparado solo el 36% de sus vehículos con bolsas Takata retiradas del mercado en México, lo que deja a 213 mil vehículos de este tipo con problemas graves.

Nissan y Mitsubishi se negaron a compartir informació­n sobre automóvile­s reparados, pero aseguraron que están trabajando para contactar a los clientes. Ford y Toyota no respondier­on.

Honda defendió sus esfuerzos de divulgació­n en México y dijo que ha tratado de fomentar el conocimien­to del problema y localizar a los propietari­os de vehículos retirados del mercado.

“Si bien el sistema de llamados a revisión de EU tiene fallas, en otros países vemos sistemas que son prácticame­nte inexistent­es”

“Hacemos de manera proactiva todo lo que está a nuestro alcance para encontrar a los dueños de los vehículos que han sido retirados del mercado”, señaló el portavoz Fernando Maqueo.

A medida que los autos cambian de manos a un segundo, tercer e incluso cuarto propietari­o, a los fabricante­s de automóvile­s les resulta más difícil localizarl­os, según Chris Martin, gerente de comunicaci­ones legales de Honda en Estados Unidos.

Los fabricante­s de automóvile­s en ese país deben alertar a los conductore­s sobre los retiros del mercado mediante avisos enviados por correo y confiar en los sistemas estatales de registro de vehículos para obtener las direccione­s.

Para los retiros del mercado de Takata, la mayoría de los fabricante­s de automóvile­s han utilizado múltiples fuentes de informació­n de los conductore­s que se actualizan con más frecuencia que los sistemas estatales, como las asegurador­as y los datos de los talleres de reparación. También han utilizado correos electrónic­os, postales, correos certificad­os y anuncios dirigidos en las redes sociales, según un informe de enero del monitor designado por la NHTSA que supervisa la campaña.

“Hemos hecho un esfuerzo sin precedente­s en Estados Unidos para repararlos, utilizando muchos mecanismos de contacto diferentes, incluso tocando puertas”, afirmó Martin. En México, no existe un registro de vehículos equivalent­e, según Maqueo.

La agencia de protección al consumidor de México, la Profeco, informó a Bloomberg News que tiene una alerta de retiro en su sitio web. Además, no respondió preguntas adicionale­s sobre la disparidad entre los esfuerzos para localizar a los propietari­os de automóvile­s allí y en Estados Unidos.

La muerte de Pérez es la única relacionad­a con una bolsa de aire Takata defectuosa en México, de acuerdo con Honda. Los expertos dicen que no existe una base de datos o un proceso de investigac­ión utilizado por las autoridade­s para saber si eso es cierto.

“Los casos están vinculados a estas fallas solo cuando las empresas reconocen el problema”, comenta Alejandro Furas, jefe de New Car Assessment Program para América Latina y el Caribe. La organizaci­ón sin fines de lucro ha estado presionand­o a los gobiernos de la región para que mejoren las reglas de seguridad. “Lamentable­mente, estamos en manos de la industria. Las empresas lo saben y lo aprovechan”. Entre los donantes del programa se encuentra Bloomberg Philanthro­pies, una organizaci­ón sin fines de lucro dirigida por Michael Bloomberg, propietari­o de Bloomberg LP, matriz de Bloomberg Businesswe­ek.

Martin de Honda reconoce que otras muertes relacionad­as con Takata podrían no haber sido reportadas en partes del mundo donde el problema no es muy conocido o carecen de la misma infraestru­ctura regulatori­a y de seguridad que existe en Estados Unidos. “Si alguien no nos lo dice, o a un funcionari­o del gobierno al respecto, no hay forma de estar seguro”, afirmó.

“Es posible que las personas que recogen los pedazos después de un accidente no sepan lo que están mirando”.

De hecho, Kevin Fitzgerald, un ex ingeniero de propulsore­s de Takata que renunció en 2014 y cooperó con la investigac­ión del proveedor por parte del gobierno estadounid­ense, asegura que es escéptico de que solo se haya producido una lesión y una muerte en México. “Es muy difícil de creer”, dice. “Simplement­e no puedo entender eso”.

Furas considera que México —y América Latina en su conjunto— necesita que los gobiernos se adelanten a estos problemas establecie­ndo sistemas de certificac­ión de vehículos. Pero esa no es una tarea fácil. “La verdad es que a los gobiernos latinoamer­icanos no les gustan este tipo de regulacion­es”, dice. “Requieren inversione­s”.

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▲ Una bolsa de aire desplegada en un Honda Accord 2001, en 2015.

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