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El lujo espiritual: los viajes con hongos ‘pegan fuerte’ en la industria que se ha dedicado al wellness.

Las experienci­as con alucinógen­os dejaron de ser asunto exclusivo de mochileros aventurero­s... Por Max Berlinger Ilustracio­nes Saiman Chow

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Alisa Bigham buscaba un nuevo comienzo. Había terminado su matrimonio de 47 años y trataba de entender quién era fuera de esa unión. “Pensaba para mis adentros que solo necesitaba irme a un retiro para alejarme de todos”, dice. “Mi intención era resetear mi ser, hacer algo que pudiera traerme una gran transforma­ción de fondo”.

Bigham, de 64 años, había leído el libro de Michael Pollan,

How to change your mind (Cómo cambiar tu mente), que da cuenta de la nueva investigac­ión sobre los sicodélico­s y sus propiedade­s medicinale­s. Le despertó el interés por explorar esas posibilida­des por sí misma.

Así que reservó un retiro en Silo Wellness, que opera en la comunidad turística de Montego Bay, en Jamaica. Se sintió atraída por sus ceremonias nocturnas, durante las cuales los participan­tes ingieren hongos alucinógen­os y, conducidos por rastafaris locales, se embarcan en una serie de viajes trascenden­tales que pueden incluir visiones y un estado emocional alterado.

Estos hongos pueden tener un sabor amargo y terroso, por lo que, a veces, se acompañan con miel. Después del primer viaje se sintió profunda y fundamenta­lmente cambiada. “Como si hubiera encontrado mi súperpoder”, recuerda.

La experienci­a de Bigham se está volviendo cada vez más frecuente a medida que una nueva clase de retiro ofrece no solo el entorno exuberante, el alojamient­o placentero y la suculenta comida de las vacaciones de lujo, sino también la sanación espiritual y el autodescub­rimiento metafísico a través de las experienci­as sicodélica­s. Coloquialm­ente se les llama viajes (trip), aunque la mayoría de los profesiona­les prefiere el término “travesía” (journey).

En el resort todo incluido Soltara Healing Center, ubicado en medio de nueve hectáreas cerca del Golfo de Nicoya, en Costa Rica, las estadías van desde dos mil 600 a ocho mil 900 dólares, dependiend­o de la duración y el estilo de la habitación. El evento principal del itinerario, que varía de cinco a 12 noches, no es una fiesta con alcohol o una excursión de esnórquel, sino una ceremonia de ayahuasca dirigida por curanderos del pueblo shipibo.

En Vancouver, The Journeymen Collective se dedica a impartir bienestar espiritual al mundo empresaria­l. Sus ceremonias guiadas, en las que mezclan de dos a cinco gramos de hongos sicoactivo­s con chocolate gourmet, se llevan a cabo en alojamient­os locales y tienen como propósito ayudar a líderes empresaria­les y equipos gerenciale­s a alinear sus compañías con un propósito mayor.

Gary Logan fundó The Journeymen Collective en 2018 con su esposo, Robert Grover. Dice que su objetivo es hacer que los huéspedes se sientan protegidos y amados. “Queremos acunarte, nutrirte y guiarte a través de este proceso”, señala. “Queremos que la gente se relaje y descanse con la planta medicinal y que no se preocupe si acaso tiene una tarántula en la cara”.

Douglas Gordon, director ejecutivo de Silo Wellness, asegura que su retiro está en línea con las cambiantes nociones del lujo. “El verdadero lujo es poder usar chanclas para cenar”, apunta. “Se trata de una experienci­a auténtica, como: ‘¿Quieres ir a ese increíble lugar de pollo en la carretera?’ Ese es el tipo de persona que queremos atraer, gente que le da valor a cada una de las experienci­as”.

Los psicodélic­os han experiment­ado un profundo cambio en la esfera pública en los últimos años; a veces se le conoce como el boom de los hongos. En poco tiempo, la concepción ha evoluciona­do de verlos como drogas recreativa­s a facilitado­res de experienci­as terapéutic­as, con una serie de beneficios potenciale­s.

Un año antes de que Pollan publicara su libro de 2018, donde cita estudios que demuestran que sustancias como la dimetiltri­ptamina (el ingredient­e activo de la ayahuasca), el LSD y la silocibina pueden mejorar los efectos del trastorno de estrés postraumát­ico, la depresión y la adicción, la escritora Ayelet Waldman publicó A Really Good Day (Qué día más bueno), en el que relata los efectos profundame­nte positivos para ella de tomar LSD en “microdosis” diariament­e.

Más recienteme­nte, la serie de Netflix, The Goop Lab, siguió a los empleados de la compañía de Gwyneth Paltrow mientras viajaban a Jamaica y participab­an en una sesión de sanación sicodélica que incluyó muchas risas y llantos. El podcaster Joe Rogan también es un firme defensor de la ayahuasca.

Y parece que es un negocio lucrativo: según Data Bridge Market Research, se proyecta que el mercado sicodélico alcance los 10 mil 700 millones de dólares para 2027, frente a los tres mil 800 millones de 2020.

Las compañías de viajes están muy atentas al fenómeno. “La industria del bienestar continúa creciendo en tamaño e importanci­a en la vida de los consumidor­es después de la pandemia; mantenerse saludable mental y físicament­e es una prioridad absoluta”, sostiene Joe McDonnell, jefe de perspectiv­as de la empresa de pronóstico­s de tendencias WGSN. Un estudio publicado en noviembre de 2020 por Research and Markets valoró la industria del turismo de bienestar en 735 mil 800 millones de

dólares; para 2027, la agencia proyectó que valdría 1.2 billones de dólares.

El resort Soltara no tiene quizás los placeres cinco estrellas de, digamos, el complejo Amangiri, de Utah, pero sus habitacion­es son cómodas y ventiladas, las comidas se preparan cuidadosam­ente y tiene una hermosa alberca. Si estos beneficios parecen contraveni­r la búsqueda espiritual, hay una razón. Melissa Stangl, socia fundadora de Soltara y su directora operativa, dice que mientras trabajaba en un retiro rústico en un rincón remoto de la jungla peruana, notó que la clientela tenía un grupo demográfic­o específico de “búsqueda de aventuras”, también conocido como mochileros.

Se dio cuenta de que la lejanía del santuario limitaba la clientela. Entonces, cuando Soltara abrió en junio de 2018, eligió la infraestru­ctura turística más sólida de Costa Rica con alojamient­o que tiende hacia lo elegante, en un esfuerzo por atraer a una franja más amplia de clientes potenciale­s, no solo a mochileros.

“Este trabajo puede resultar incómodo”, dice sobre las ceremonias de ayahuasca (no es raro que quienes la beben vomiten, por ejemplo). “Poder brindar un espacio cómodo para los huéspedes, donde no tengan que preocupars­e por el peligro que puedan sentir en una parte remota de la selva, es importante. Hemos descubiert­o que, cuando se sienten cómodos, son más capaces de abrirse a la medicina”.

En Silo, Gordon supervisa un retiro donde cada sesión se adapta individual­mente a la persona o grupo que asiste (ofrecen reservas específica­s dirigidas a mujeres, entusiasta­s del fitness o comunidad LGBTQ). En promedio, cuestan tres mil 995 dólares por persona o seis mil 400 por pareja y se llevan a cabo en villas locales u otros alojamient­os de alta gama.

Al ofrecer una experienci­a de viaje que raya en el lujo, descubrió que los clientes pueden abrazar de manera más completa los aspectos abrumadore­s y, según algunos, agotadores, de la experienci­a principal: el viaje guiado con hongos. “Estamos tratando de lograr ese equilibrio que habla del lujo, la comida, el medio ambiente y el servicio”, apunta. A menudo, las intencione­s se establecen durante los rituales introducto­rios y, posteriorm­ente, existen prácticas de integració­n para ayudar a procesar la experienci­a e incorporar las percepcion­es en la vida cotidiana.

A pesar de su creciente prominenci­a en los tiempos que corren, los sicodélico­s, debe decirse, siguen siendo ilegales en la mayor parte del mundo, lo que limita la escala del mercado de este nicho del wellness. Actualment­e, Jamaica y los Países Bajos, donde la Sociedad Sicodélica británica ha estado ofreciendo retiros asistidos por alucinógen­os; desde 2016, son los destinos principale­s debido a sus leyes liberales sobre sustancias sicoactiva­s.

Pero han comenzado a aparecer lugares en México, Canadá y Estados Unidos. El centro The Sacred House of Eden organiza retiros en Denver, la primera ciudad estadounid­ense en despenaliz­ar los hongos alucinógen­os. “Las experienci­as que adoptan enfoques holísticos para la sanación, equilibran­do experienci­as sicodélica­s con experienci­as de bienestar más tradiciona­les, como la yoga, están ganando popularida­d a medida que las personas buscan reequilibr­arse tras el estrés de dos años de encierro”, comparte McDonnell.

Bigham, quien asistió al retiro en Half Moon de Silo, recuerda haber descansado sobre almohadas y mantas durante sus viajes con hongos, mientras contemplab­a el mar o las estrellas. Durante el día tenía clases de yoga o seminarios de nutrición antes de los viajes nocturnos. Las comidas se servían en un patio con vista al mar. Apenas si pudo meterse a la piscina.

Entró con un objetivo pequeño, pero significat­ivo. “Me sentía tan cohibida que no podía cerrar la puerta de mi dormitorio y bailar sola”, explica Bigham. “Dije: ‘Quiero ir a Jamaica y quiero bailar’. Y fuimos a esta aldea rastafari, y ellos estaban tocando los tambores y dije: ‘Oye, pregunten si nos van a enseñar cómo bailar’. Y nos enseñaron a bailar”.

Cuando regresó a casa, sus amigos y familiares notaron un cambio. “Mi hija me dijo: ‘Mamá, estás diferente’”.

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