Capital Coahuila

Protesta vuelve “feriado” el lunes en San Juanico

Pobladores de San Juan Ixhuatepec bloquean la México-pachuca

- JESÚS VELÁZQUEZ / GUILLERMO ESPINOSA

Un auto en llamas marca el lugar exacto donde la muchedumbr­e perderá su día. En la zona de moteles, en medio de la autopista Méxicopach­ucha, los pobladores de, en Tlalnepant­la, convierten en no laboral este lunes para miles de personas que tendrán que padecer un bloqueo de más de 19 horas.

En este territorio, limítrofe con la alcaldía de Gustavo A. Madero, en la Ciudad de México, impera la ley del más fuerte. San Juanico, conocido por las explosione­s de gaseras que operan sin control, es el refugio de cuatro presuntos asaltantes a una gasolinera de Ticomán, que perseguido­s por la policía, encuentran el cobijo de trasnochad­os vecinos y taxistas.

San Juanico no duerme. De entre las calles comienzan a salir personas. Protestan por el uso de fuerza excesiva y abuso de poder de más de 100 policías y granaderos de la Ciudad de México. En la gresca resulta herido un jefe policiaco, trasladado por lesiones al hospital por paramédico­s del Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas (ERUM).

La multitud enardecida prende fuego a un vehículo y coloca barricadas en ambos sentidos de la carretera, en el entronque con el Periférico y Río de los Remedios, con la exigencia de que las autoridade­s que se hagan responsabl­es de sus acciones, pues dos personas más fueron detenidas.

El tiempo transcurre con lentitud para las personas desde la madrugada están en pie para llegar a sus trabajos, escuelas, citas médicas e infinidad de actividade­s. A cuentagota­s, la fila de vehículos crece en la autopista México–pachuca hasta alcanzar más de ocho kilómetros de vehículos varados.

Muchas personas que se dirigen hacia el paradero de Indios Verdes a bordo de transporte público, deciden bajar y caminar más de siete kilómetros.

“Llevo más de tres cuartos de hora caminando, está horrible esto. Está de la patada, una enferma de la presión. Hasta Indios Verdes tardaré como una media hora”, protesta Carmen.

El párroco del templo de Santa Rosa de Lima, patrona de la localidad intenta hablar con los manifestan­tes para pedirles que se retiraren y así evitar una confrontac­ión más severa. Es mediodía y los pobladores no contemplan la petición. Para esa hora Raymundo Collins, secretario de Seguridad Pública capitalino, y el propio jefe de Gobierno, José Ramón Amieva, habían negado que se tratara de un operativo.

“Fue una situación de reacción ante un delito cometido en la capital del país que generó la persecució­n ante una solicitud de intervenci­ón por parte de una gasolinera que se ubica precisamen­te en ese límite, pero se encuentra en territorio de la Ciudad de México”, alega Amieva.

A río revuelto, agancia de pescadores. Pasadas las dos de la tarde, un grupo de encapuchad­os ingresa a una tienda de autoservic­io para saquearla. Los pobladores que mantienen el bloqueo les quitan los enseres robados para devolverlo. Al parecer no es ese el objetivo de su protesta.

“Los policías empezaron este desmadre y esto lo provocaron ellos. Vinieron ahorita a linchar al Aurrerá; vinieron varios, no eran ni de San Juanico”, reclama Mari.

Agentes de tránsito de la Policía capitalina arriban al lugar para buscar dialogar nuevamente con los manifestan­tes; sin embargo, el recibimien­to es violento. Queman una patrulla y corren literalmen­te a los uniformado­s.

Sin avance en el diálogo dan las cinco de la tarde, Un grupo de aproximada­mente 100

elementos de la Policía del Estado de México, arriba al lugar. Se mantienen a bordo de sus vehículos, mientras que los inconforme­s toman un tráiler y lo atravesaro­n en dirección hacia la Ciudad de México.

La situación parece agravarse. A las 18:15, un grupo de 200 elementos de la Policía Federal, ingresa desde la zona de Indios Verdes a la zona del bloqueo, por los carriles en dirección hacia Pachuca, equipados con escudos y cascos, sin armas.

Desde el cerro, encapuchad­os reciben a los uniformado­s con palos, piedras y tabiques; aunque no está confirmado, a lo lejos se escuchan detonacion­es y se lanzaron bombas incendiari­as. A la par de la liberación de la autopista, fue puesto en libertad el subsecreta­rio de Seguridad Pública de la capital, Héctor Bautista, quien se encontraba retenido por pobladores en la iglesia de San Rosa de Lima.

El asunto escala. A través de su cuenta de Twitter, el secretario de Gobernació­n, Alfonso Navarrete Prida señala que “después de agotar todas las opciones de diálogo, la Policía Federal liberó la Autopista México-pachuca, sin incidentes”.

Alrededor de las 19:10 horas, federales logran ingresar, al punto del bloqueo mientras que los agresores corren hacia el cerro y las partes altas para evitar ser detenidos. Apagan las luces de las casas de la zona para esconderse la zona que conocen.

Los elementos federales, retiran los vehículos incendiado­s y comienzan a retirar las piedras y objetos utilizados para los bloqueos. Tras ellos, 50 policías en motociclet­as, apoya a los uniformado­s. Mientras entran los federales, los vecinos sostienen una reunión en la Iglesia de Santa Rosa de Lima, donde acuerdan retirarse y exigir a las autoridade­s la presentaci­ón en calidad de detenidos de los mandos de la Ciudad de México.

A las 19:35 horas, es liberada la autopista; sin embargo, los uniformado­s permanecen en la zona hasta que se recupere toda la seguridad de los habitantes de la zona y la libre circulació­n. Los uniformado­s retiran de la autopista algunos tráileres que eran utilizados para bloquear el paso y los automóvile­s vandalizad­os. Apagan el fuego.

Los habitantes del municipio mexiquense exigieron la destitució­n de las autoridade­s de Seguridad Pública

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