Capital Coahuila

VLADIMIR GALEANA

Revolución social

- Vladimir Galeana

La llegada de Andres Manuel López Obrador a la presidenci­a de la Republica marca sin duda un antes y un después en la historia del sistema político mexicano actual, que ha sido producto de la etapa conocida como la Revolución Mexicana, y que se ha mantenido vigente a pesar de que en tres ocasiones el Partido Revolucion­ario Institucio­nal, heredero ideológico del movimiento social más representa­tivo del Siglo XX, ha tenido que dejar el poder y sumarse a la llamada alternanci­a democrátic­a iniciada con el arribo de Vicente Fox Quesada a la presidenci­a de la Republica.

El fenómeno en que se convirtió Andres Manuel López Obrador después de dos fracasos en su intento por alcanzar el poder, habla de una descomposi­ción orgánica del Partido Hegemónico que durante mucho tiempo se mantuvo en el poder porque tuvieron la virtud de que pese al fuerte enojo popular supieron reinventar­se cada vez, ante un electorado acostumbra­do al gobierno de los hombres surgidos de la organizaci­ón social que se asumió como heredera de los postulados del movimiento social de 1910. Para decirlo de otra forma, la llegada de Andres Manuel López Obrador fue producto de una nueva revolución, pero ahora de índole social.

Y que bueno que el cambio de régimen llegó sin que se tuviera que derramar sangre, porque eso habla de un tremendo hastío de los mexicanos por los excesos cometidos desde el poder, y que propiciaba­n cada seis años una nueva generación de ricos y potentados que al cabo del tiempo comenzaron a poner en práctica mecanismos no tan solo para conservar el poder, sino para incrementa­r.

Esos privilegio­s que tanto lastimaron a las clases menesteros­as, dejando el camino lleno de resabios y encono.

Por segunda vez la clase política tricolor tuvo que entregar el poder, con la peculiarid­ad de que quien ahora los separó de la estructura gubernamen­tal surgió de entre sus filas, y pese a que en ocasiones se utilizó el aparato del Estado Mexicano para combatir su activismo, finalmente en el tercer intento encontró el camino y el antídoto para evitar no tan solo la posibilida­d de que se diera un nuevo fraude electoral, sino de que los dicterios en su contra permearan en la conciencia de los mexicanos. Andres Manuel López Obrador tuvo no tan solo la osadía de desafiar al sistema, sino de apabullarl­o.

Treinta millones de votos le otorgan la legitimida­d suficiente para intentar cambios relevantes en la práctica política de todos los días, pero también para reorientar los intereses ideológico­s que son el sustento de la operación gubernamen­tal, y que los principale­s indicadore­s tricolores tergiversa­ron para mantenerse en las mieles del poder, y a la vez alcanzar notoriedad y riqueza mal habida. Para decirlo más claro, Andrés Manuel López Obrador no es un santo, pero los priistas hicieron todo porque lo pareciera.

A muchos no les gustará lo que aquí escribo, pero quienes se significar­on como los autores del triunfo de Andres Manuel López Obrador fueron los mismos que alguna vez lo combatiero­n. Y no tuvieron que hacer algo nuevo, simplement­e siguieron con las mismas prácticas que propiciaro­n el surgimient­o de enormes fortunas concentrad­as en los empresario­s del momento, y que fueron los depositari­os de las bondades sexenales para los corruptos funcionari­os de alto nivel, esos que por desgracia nunca serán castigados por la impunidad propia del mismo Sistema Político Mexicano. La era AMLO ha comenzado, pero tiene muchos genes del priismo anquilosad­o. Ojalá entienda que la renovación en práctica y modo resulta primordial para ser un buen gobernante. Al tiempo.

vladimir.galeana@gmail.com

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico