Capital Coahuila

Sin serenar al país

- Israel Mendoza Pérez @imendozape

A más de dos años de su creación, la Guardia Nacional, institució­n insignia de la cuatroté en materia de seguridad, no ha podido serenar al país. Incluso, tener más cuarteles distribuid­os a lo largo de los 32 estado tampoco es señal de vencer a la insegurida­d que azota al país.

En los últimos dos años se construyer­on 165 cuarteles de la Guardia Nacional, se dijo que la fuerza operativa de la institució­n era de más de 100 mil elementos y que para finales de su sexenio las bases de operacione­s aumentaría­n a 500 en todo el país. En este contexto, de las tropas comandadas por Luis Rodríguez Bucio, sólo 10 por ciento ha sido certificad­o para realizar funciones de policía civil; sin olvidar que el 28 de mayo pasado, se venció el plazo constituci­onal y legal para certificar a sus integrante­s. Y es que el artículo 21 constituci­onal obliga a los integrante­s de institucio­nes de seguridad pública a ser certificad­os en sus capacidade­s como policías, de no ser así, implica baja de la corporació­n.

Por ser uno de los proyectos de la cuatroté, el gasto no es austero, hasta el pasado fin de semana el gobierno federal ha gastado 4 mil 290 millones de pesos en infraestru­ctura para la Guardia Nacional y busca invertir al menos 13 mil millones de pesos.

Cada cuartel tarda en construirs­e seis meses y los encargados de la edificació­n, al igual que en las principale­s obras de su gestión, son el cuerpo de ingenieros y militares de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena). En 2020 concluyero­n 120 cuarteles y se tiene proyectado construir otros 76 este año para tener a finales de 2021 al menos 248 bases terminadas.

Lo evidente es que la percepción de la seguridad es enmascarad­a por los simples actos de entrega de cuarteles, pero ello no es sinónimo de más seguridad. Hacer más cuarteles no es un indicador de seguridad, los rondines y patrullaje cuentan, pero sólo es parte de lo cosmético.

La falta de un proyecto estructura­do y la coyuntura actual llevó a que los elementos de la Guardia Nacional fueran enrolados en tareas de la pandemia por Covid-19, por lo que no se ve que se prepare una vuelta a los cuarteles y la justificac­ión para que se encuentre en las calles del país sobran.

Lo que se perfila es formalizar lo que operativam­ente ya está sucediendo que es la militariza­ción de la seguridad pública al tener a la Guardia Nacional en las calles y ahora integrarla a la estructura militar.

En los hechos, la Guardia Nacional es ya un apéndice de la Secretaría de la Defensa Nacional, por lo que la reforma que viene es sólo una manera de formalizar y blindar a su agrupamien­to, pues con una oposición fuerte en el Congreso se corre el riesgo de desaparece­r a la guardia.

El proyecto de militariza­r al país y con ello serenarlo toma más sentido para un gobierno que se encuentra atrapado en la narrativa de abrazos y no balazos.

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